Un balance sobre el grado de avance de las innovaciones que el MIT consideró más rupturistas en su informe de febrero de este año; desde las supercélulas hasta los autos autónomos
En febrero, el MIT publicó su tradicional lista con las innovaciones más rupturistas que darían que hablar este año. Algunas avanzaron como se había previsto; otras han enfrentado problemas.
Autos en automático
Este 2016 estaba destinado a ser «el» año de Tesla, el auto eléctrico creado por Elon Musk, debido a que comenzaría a potenciar su software de piloto automático. Pero algo salió muy mal y la compañía enfrentó una serie de demandas, por los accidentes en los que se han visto involucrados sus vehículos con sistemas de autoconducción. La última fue interpuesta en China, tras el fallecimiento de un conductor que circulaba con piloto automático.
La energía de SolarCity
A principios de año, la mega fábrica de paneles solares SolarCity, ubicada cerca de Nueva York, se vislumbraba como un proyecto con éxito asegurado. Tanto así que Musk decidió comprarla a cambio de US$ 2.600 millones para fusionarla con Tesla. No obstante, la operación no fue bien vista por los accionistas de la firma de automóviles, quienes aseguran que no es un buen negocio dado que arrastra deudas millonarias.
Cohetes reutilizables
La carrera espacial está nuevamente desatada en el mundo y las empresas buscan nuevas formas de hacer eficientes los viajes. Es justo ahí donde entran los cohetes reutilizables, una realidad impensada hace algunos años. De hecho, hace algunas semanas, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, dio a conocer los nuevos cohetes orbitales de su empresa aeroespacial Blue Origin, que llegan para competir directamente contra los Falcon de SpaceX, propiedad de Elon Musk. Ambos, obviamente reutilizables.
Tanto Bezos como Musk quieren abrir la posibilidad de una colonia humana fuera del entorno terrestre.
Superalimentos
La edición genómica, basada en el sistema CRISPR-Cas9, una tecnología considerada el avance científico más importante de 2015, no ha dejado de abrir nuevas posibilidades. Uno de sus usos más exitosos es en el área de la alimentación, pues ayuda a crear productos naturales resistentes a enfermedades y con tolerancia a la sequía. Uno de sus más fervientes defensores es Bill Gates, quien ha invertido millones de dólares en su desarrollo para ayudar a países pobres. El último trabajo con CRISPR-Cas9 se dio en la Universidad de Umeå (Suecia), donde el equipo de Stefan Jansson preparó el primer plato cocinado gracias al «bisturí molecular». El científico quiso demostrar así que las plantas editadas con este sistema son iguales que las variedades no modificadas.
ADN en una app
Tanto se ha masificado la investigación de los genes que han comenzado a proliferar las aplicaciones capaces de almacenar la información genética de cada persona, para que así sea más fácil entender riesgos de salud y predisposiciones médicas.
Veritas Genetics, una empresa de Massachusetts, ya ofrece un servicio de «conozca su genoma», por US$ 999, el que incluye una app móvil y videollamadas con un consejero genético. En tanto, Sure Genmocs ofrece un servicio de secuenciación por US$ 2.500 y la compañía Illumina tiene una «tienda de apps de ADN» llamada Helix, diseñada para facilitar el acceso a la información genética.
Energía de «la nada»
El Internet de las Cosas ha hecho vital contar con sistemas capaces de generar energía para sensores ubicados en zonas muy alejadas. Es el caso de Wireless Identification and Sensing Platform (WISP), un diminuto chip desarrollado por investigadores del Sensor Lab de la Universidad de Washington, en colaboración con un equipo de la Universidad Técnica de Delft, en Holanda. El artefacto, al contrario de lo que ocurre con los dispositivos tradicionales, no necesita conectarse a la corriente eléctrica para funcionar. WISP ha sido diseñado para ser capaz de convertir las ondas de radiofrecuencia en electricidad.
Robots que enseñan
Dignos del mejor guion de ciencia ficción, los científicos trabajan para conseguir que los robots puedan enseñarles a otros androides. En Stanford, por ejemplo, el proyecto RoboBrain consiste en que las máquinas sean capaces de buscar conocimientos específicos previamente adquiridos por otra. Y en la Universidad de Brown se está desarrollando el programa Million Object Challenge, donde Baxter, un robot industrial, aprende a partir de la experiencia de manipular un millón de objetos en el mundo real. Ambas investigaciones están aún lejos de la masificación, pero empresas como Amazon ya trabajan para conseguir robots capaces de manipular y diferenciar objetos.
Reconocimiento de voz
A inicios de año, el MIT destacaba que el buscador chino Baidu había desarrollado un sistema de reconocimiento de voz tan confiable que ya era usado por millones de usuarios en el gigante asiático en reemplazo del teclado táctil. Y esta tecnología no ha hecho más que crecer. De hecho, hace poco, científicos de las universidades de Washington y Stanford hicieron un experimento para saber cuán rápido es el reconocimiento de voz actual en un smartphone frente a la destreza del teclado. Las mismas frases, en general, fueron hasta tres veces más rápidas al usar el sistema de reconocimiento de voz.
Células inmunes
Según el MIT, este año estaría marcado por la manipulación de células para hacerlas inmunes a través de ingeniería genética y uno de los grandes actores sería la firma francesa Cellectis. Al momento, el mayor hito de esta tecnología es un bebé británico con una leucemia aguda que recibió «células inmunes de diseño» desarrolladas por Cellectis. La inyección, llamada UCART19, añade nuevos genes a células inmunes, conocidas como células T, que las refuerzan contra la leucemia. Aún resta saber si la terapia curó la enfermedad o solo detuvo su avance.
El despegue de Slack
Slack es una aplicación de comunicación entre grupos de empresas, que fue tasada en US$ 3,8 millones y se convirtió en una de las startups más rutilantes de San Francisco. Como predijo el MIT, en solo dos años Slack se volvió una herramienta clave, ya que los empleados la utilizan para compartir mensajes y documentos de manera más rápida y eficiente.
FOTOGALERÍAEl Mercurio / GDA