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Es sabrosa, está prohibida en hoteles por su olor y genera millones; el negocio de la fruta más exótica del mundo

El durián está transformando la economía y agricultura de Tailandia, Malasia y Vietnam, a partir de la demanda de China por este producto de lujo

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Durián, la fruta "prohibida"
Durián
Foto: Unsplash

Thomas Fuller
The New York Times
Antes de fundar una empresa hace 15 años vendiendo la fruta más olorosa del mundo, Eric Chan tenía un trabajo bien remunerado escribiendo códigos para satélites y robots. Su familia y amigos quedaron desconcertados cuando hizo el cambio de carrera.

La fruta, el durián, ha sido durante mucho tiempo una parte apreciada de las culturas del sudeste asiático, donde se cultiva en abundancia. Un solo durián suele tener el tamaño de una pelota de rugby y puede emitir un olor tan fuerte que está prohibido en la mayoría de los hoteles. Cuando Chan inició su startup en su Malasia natal, los durianes eran baratos y a menudo se vendían en la parte trasera de los camiones.

Luego, China adquirió un gusto muy grande por esta fruta.

El año pasado, el valor de las exportaciones del durián a China fue de US$ 6.700 millones, 12 veces más que los US$ 550 millones de 2017. China compra prácticamente todos los durianes exportados del mundo, según datos de las Naciones Unidas. El mayor exportador es, con diferencia, Tailandia; Malasia y Vietnam son los otros países que más venden.

Hoy, las empresas se están expandiendo rápidamente (una firma tailandesa planea una oferta pública inicial este año) y algunos agricultores de durián se han convertido en millonarios. Chan es uno de ellos. Hace siete años, vendió una parte mayoritaria de su empresa, que se especializa en producir pasta de durián para galletas, helados y pizza, por el equivalente a US$ 4,5 millones, casi 50 veces su inversión inicial.

«Todo el mundo ha estado ganando mucho dinero», dijo Chan sobre los agricultores de durián en Raub, una pequeña ciudad a 90 minutos de Kuala Lumpur, la capital de Malasia. «Reconstruyeron sus casas de madera a ladrillo. Y pueden permitirse el lujo de enviar a sus hijos al extranjero para que vayan a la universidad».

El aumento de las exportaciones de durián es una medida del poder de los consumidores chinos, aunque, según otros parámetros, la economía continental está pasando apuros. Cuando un país cada vez más rico de 1.400 millones de habitantes empieza a probar algo, regiones enteras de Asia se remodelan para satisfacer la demanda.

En Vietnam, los medios informaron el mes pasado que los agricultores estaban talando plantas de café para dejar espacio al durián. La superficie cultivada de durián en Tailandia se duplicó en la última década. En Malasia, las selvas de las colinas a las afueras de Raub están siendo arrasadas y construidas en terrazas para dar paso a plantaciones que satisfagan el deseo chino por la fruta.

«Creo que el durián será el nuevo auge económico para Malasia», aventuró Mohamad Sabu, ministro de agricultura del país.

China: demanda y logística

China no es sólo un comprador. La inversión china ha fluido hacia el negocio de logística y embalaje de durián de Tailandia. Los intereses chinos ya controlan alrededor del 70% del negocio mayorista y logístico de la fruta, según Aat Pisanwanich, un experto tailandés en comercio internacional.

El durián se ha convertido en una de las frutas más caras del planeta. Según la variedad, un solo fruto puede venderse entre 10 y cientos de dólares.

Pero la demanda china, que ha multiplicado por 15 los precios en la última década, ha frustrado a los consumidores del sudeste asiático, que ven cómo los durianes pasan de ser una fruta abundante que crece en la naturaleza y en las aldeas a ser un producto lujoso de exportación.

Valor más allá de lo económico

personas comiendo durián.jpg
Personas comiendo durián

Comer un durián entero, que para la mayoría de la gente es demasiado rico y saciante para hacerlo solo, suele ser un evento social en el sudeste asiático. El acto de abrir un durián, que requiere un cuchillo o un machete muy afilado, resulta festivo y une a los amigos de igual que lo hace compartir una botella de buen vino en otras culturas. Hishamuddin Rais, un cineasta y activista político malayo, dijo que una expresión tradicional declara que es una tragedia si a un malayo no le gusta el durián. El fruto está incluso arraigado en el léxico financiero del país: la palabra malaya para referirse a una ganancia inesperada es durian runtuh, un término que ofrece la imagen de los durianes desplomándose en el suelo.

El aumento de China está remodelando la cadena de suministro del durián. Es relativamente fácil entregar la fruta en camión a destinos regionales como Kuala Lumpur, Singapur o Bangkok. Pero enviarlo a Guangzhou, Beijing y más allá, en especial cuando la fruta está madura y más sabrosa, puede ser peligroso. El potente olor del durián puede parecerse al de una fuga de gas.

Malasia ha intentado resolver el problema del transporte congelando la fruta antes de enviarla. Una pionera del proceso fue Anna Teo, una exasistente de vuelo que notó en sus viajes que el durián no estaba disponible en el extranjero.

Teo dejó su trabajo y probó con técnicas de congelación criogénica en un almacén alquilado. Allí descubrió que la congelación mitigaba el olor de la fruta y además prolongaba su vida útil.

Hoy, en Kuala Lumpur, Teo supervisa a más de 200 empleados de su empresa, Hernán, que exporta durián congelado, mochi y otros productos de durián.

Tailandia, por el contrario, lleva muchos años enviando durián fresco en contenedores refrigerados. Su industria del durián se centra en la provincia de Chanthaburi, cerca de la frontera con Camboya.

Cerca de 1.000 contenedores de durián salen de las empacadoras de Chanthaburi a diario. Algunos contenedores se cargan en el llamado «Tren Durián», un ferrocarril de carga que conecta Tailandia y China.

De 10 a 600 plantas en 20 años

persona en planta empacadora de durián.jpg

Como la demanda de China es tan alta, los contenedores suelen regresar vacíos a Tailandia, para ser recargados con más durián y así regresar al gigante asiático.

Jiaoling Pan, directora de operaciones de Speed Inter Transport, una empresa de Bangkok que envía durián congelado, dijo que el 75% de sus contenedores vuelven vacíos.

En su empacadora, las frutas pasan bajo un láser que graba un número de serie en la piel de cada fruta. Los minoristas en China quieren poder rastrear cualquier fruta mala hasta su huerto.

Cerca de ese negocio se encuentra 888 Platinum Fruits, una empresa de durianes que planea cotizar en la bolsa de valores tailandesa este año. Su CEO, Natakrit Eamskul, destacó el crecimiento de la industria en Chanthaburi: Hace dos décadas, la provincia tenía 10 plantas empacadoras de durián; hoy son 600.

En Chanthaburi, los signos de la riqueza del durián están por todas partes: casas modernas y hospitales nuevos. Un centro comercial, inaugurado hace dos años, acogió en abril una exposición de automóviles.

«Cuando eres de otra provincia y llegas aquí, te das cuenta de que los agricultores de durián son muy ricos», dijo Abhisit Meechai, un comerciante de automóviles.

«Nunca juzgues un libro por su portada», apuntó Abhisit sobre sus clientes que son agricultores de durián. «Vienen con la ropa y las manos sucias. Pero pagan sus coches en efectivo».

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