«La inteligencia artificial generativa (IAG) es la máquina de manipulación perfecta», reflexionó la periodista y escritora española Marta Peirano, autora de libros sobre tecnología, privacidad y sociedad, al referirse a la nueva tecnología que revoluciona el mundo.
Peirano será una de lasprincipales oradoras en Punta Tech Meetup 2025, evento que reúne en Punta del Este a referentes del sector tecnológico entre empresarios, fondos de inversión, emprendedores y expertos del sector.

La periodista, estará el próximo 13 en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), y en entrevista con El Empresario, se mostró crítica con la actualidad y el impacto de esta tecnología, compartió su visión sobre las oportunidades y potencialidad pero también los riesgos que genera, a la vez que analizó el efecto de los monopolios en el consumo y el de impacto en el medioambiente.

A diferencia de otras innovaciones tecnológicas, Peirano alertó que la IAG llega con un «truco muy bueno» y que es la combinación de un gran volumen de datos con la posibilidad de «hablar en nuestro idioma». «Nuestro idioma es la herramienta principal del conocimiento, con la que explicamos el mundo, entendemos, pensamos y esa es la magia. Los chatbots han existido desde hace muchísimos años pero nunca habíamos tenido ni la concentración de datos que tenemos para poder entrenarlos, ni el tipo de ordenadores para hacerlo a una velocidad razonable y en esta escala», indicó.

Sin embargo, subrayó que no se trata de una inteligencia artificial «inteligente» o «completamente artificial», sino que depende de los humanos. «Necesitan extraer nuestros contenidos para aprender y reproducirlos de forma fragmentada. Incluso requieren moderadores para controlar que no generen conceptos o imágenes inapropiadas ni produzcan ‘alucinaciones’, como libros que no existen o eventos que nunca ocurrieron».

En cuanto a oportunidades, Peirano resaltó cómo la IAG puede automatizar «tareas tediosas» y liberar a las personas de «trabajos precarios». También, en un contexto global de emergencia climática, destacó que podría ser un actor clave por su capacidad de predecir y mitigar catástrofes, aunque matizó que para ello falta «voluntad política». «Tenemos que decidir utilizarlas para gestionar la crisis climática», dijo.

No obstante, hizo énfasis en los riesgos y el impacto de la IAG. A modo de ejemplo, alertó sobre el consumo de una «cantidad absurda de recursos energéticos e hídricos» o que la intermediación entre los usuarios y la tecnología esté en manos de una sola empresa. «Debería ser un modelo basado en lo público, donde todas las instituciones tengan parte y integran el desarrollo. Tiene el potencial de ayudarnos a todos, de ayudar al mundo entero, no solamente a los CEOs y a los inversores de las empresas de California. Tendría que ser más distribuido, federado, generoso, público. Este formato de capitalismo de plataformas ofrece servicios aparentemente gratuitos pero concentran poder y control de forma absurda. Es un desequilibrio a corregir si queremos un desarrollo tecnológico más justo».

Este sistema de monopolio de la información representa un escenario negativo para los consumidores, al que Peirano comparó a cómo sería vivir en un aeropuerto. «Ahí un agua vale US$ 10, un café malo US$ 15, un sándwich paupérrimo cuesta US$ 20. Es lo que pasa cuando hay monopolio, comes mal, pagas de más y estás muy enfadado todo el rato pero no puedes hacer nada al respecto», resumió.

La periodista también alertó sobre el uso de los datos por parte de estas empresas, que puede transformarse en un «sistema de manipulación de masas». «Usar un mapa en una ciudad nueva puede ser útil, pero el precio de entregar nuestra privacidad y libertad no lo justifica. Las empresas no solo recolectan la información que les damos voluntariamente, sino también datos de nuestro entorno, como quiénes nos rodean o a dónde vamos», alertó. Hizo énfasis, sobre todo, en cómo los algoritmos fragmentan la realidad compartida «Antes leíamos los mismos periódicos; ahora cada uno tiene su propia burbuja diseñada por un algoritmo. Esto genera desinformación y desconexión social».

Peirano entiende que esto podría llegar a cambiar la forma en que las empresas le hablan a los consumidores e impacta en la calidad de los productos o servicios. «Para las empresas es el mundo ideal. No gastan tanto dinero en publicidades masivas, van a segmentaciones muy puntuales, pero, a diferencia de la situación que tenían antes, tienen que confiar de forma absoluta en el intermediador que les gestiona la publicidad». Esto, concluyó la experta, puede incluso desembocar en que el público ya no querrá ver o consumir lo viral porque empieza a saber que «eso se paga».