La inversión ángel se consolida en la región

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Dinero uruguayo.
Marcelo Bonjour

NEGOCIOS

En promedio, los emprendimientos respaldados el año pasado recibieron US$ 141.000, un monto que se ubica dentro del rango de financiación de los últimos años.

El desarrollo de emprendimientos de negocios tiene en la inversión ángel un instrumento valioso para crecer y sortear el «valle de la muerte», esto es cuando, superada la fase embrionaria, una empresa necesita capital para solventar su operativa y el desarrollo de un negocio o un proyecto específico.

En el contexto particular de América Latina, el fenómeno «ángel» viene en ascenso; tanto la cantidad de transacciones financiadas por esa vía como el monto total de inversión se multiplicaron exponencialmente en los últimos años. Por ejemplo, en 2016, se registraron 125 operaciones, más del doble que en 2014 (50), mientras que la inversión total ascendió a US$ 17,6 millones, casi tres veces más que en 2014.

En promedio, los emprendimientos respaldados el año pasado recibieron US$ 141.000, un monto que se ubica dentro del rango de financiación de los últimos años.

La mayoría de los proyectos se inscriben en el sector de las TIC.

Estos datos se desprenden del «Monitor de actividad ángel 2016», realizado por Xcala, programa del IEEM apoyado por el Fondo Multilateral de Inversiones del BID (Fomin), centrado en el sector emprendedor.

El estudio detectó un aumento en el número de redes de inversores en funcionamiento (es decir, con operaciones ya realizadas), de 24 en 2014 a 39 el año pasado. En Uruguay, se identificaron tres (todas en funcionamiento), lo que implica una caída respecto a 2014, cuando había siete organizaciones con distintos niveles de desarrollo.

Isabelle Chaquiriand, directora de Xcala, explicó que la diferencia obedece a una «decantación» luego de que varios grupos se interesaran en ser inversores.

El ecosistema se ha «institucionalizado» cada vez más; han surgido organizaciones y entidades que conectan a los inversores ángeles con los emprendedores de un modo más efectivo, por ejemplo, creando ámbitos para el intercambio de buenas prácticas, dijo Chaquiriand.

Hasta entonces, el bajo perfil del inversor ángel uruguayo dificultaba su llegada con los emprendedores, quienes a su vez muchas veces desconocían a quién recurrir en busca de capital, mentoreo y contactos.

A pesar del desarrollo del ecosistema emprendedor en Uruguay, persisten algunas barreras que frenan la expansión de la inversión ángel. El principal desafío, según Chaquiriand, pasa por vencer el «desconocimiento» de la actividad ángel como alternativa a la inversión tradicional; y segundo, que los inversores «aprendan a usar bien» la herramienta y «entiendan los ciclos» de las startups.

El estudio agrega que la «brecha de inversores hombres y mujeres, si bien ha tenido una tímida variación, no ha sido significativa ni sostenida» y que «los emprendimientos aún siguen siendo rechazados en gran medida por falta de elaboración y de investment readiness».

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