La cancha de rugby fue su mejor escuela de negocios

Trabajo en equipo, respeto, disciplina y paciencia les dejó el scrum a varios ejecutivos

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POR SILVANA NICOLA | snicola@elpais.com.uy

Hicieron tries, patearon a los palos, formaron parte de un scrum bien pesado y hoy ponen en juego todo lo que el rugby les dejó y lo capitalizan en su vida como empresarios. A simple vista ese deporte nada tiene que ver con la movida empresarial, sin embargo muchos ejecutivos locales aprendieron en las canchas valores que pregonan en sus negocios: trabajo en equipo, paciencia, tolerancia, respeto, apego a las normas, disciplina y constancia, entre otros.

"El rugby me dejó infinidad de enseñanzas. Además del trabajo en equipo, sacrificio, tolerancia, esfuerzo, diariamente aplico enseñanzas tales como administrar diferentes liderazgos y hacerlos sinergizar", explicó Eduardo Laurino, director de Promoenamerica.

El empresario señaló además que aprendió a jugar el partido respetando las reglas del juego, sin cuestionarlas y siempre dando lo mejor. "No me imagino a un rugbista empresario quejándose de las adversidades del gobierno de turno o de la situación económica adversa", sentenció. La paciencia es otra de las cualidades que aprendió a ejercitar bajo los palos y la aplica en sus negocios: "No hay que apurar el partido, así como tampoco los negocios, hay que irlos trabajando, madurándolos y cuando no salen como se esperaba, hay que seguir aprendiendo, el rugby, como la vida, te da otra oportunidad , pero hay que estar preparado para merecerla".

Álvaro Fernández, director de desarrollo de Hornex, llegó al rugby de casualidad. Hoy dice que también tuvo la suerte de nutrirse de este deporte que le enseñó a tratar de forma igualitaria a sus compañeros, a trabajar en equipo, a respetar a sus adversarios y a recordar que no debe hacer lo que no le gusta que le hagan a él. "Para jugar al rugby tenés que ser un caballero, aunque se ve como un juego violento, no lo es", explicó el empresario que recomienda fervientemente a sus amigos que envíen a sus hijos a practicarlo. "Enseña a trabajar en grupo, a entender que más allá del calor del juego, hay que controlarse y respetar al juez, aunque éste se equivoque".

El economista Juan Manuel Regules trabaja hoy en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y también asegura que los códigos del rugby están presentes en su trabajo. "Trabajar en equipo, respetar las singularidades, ser tolerantes, cinchar para el mismo lado y postergar lo individual en pos del bien del grupo son valores que aprendí en entrenamientos y partidos y hoy son parte de mi vida", destacó el ex deportista.

En tanto, Fernando Scrigna, uno de los directores del Banco República, recuerda su pasaje por el deporte en la misma línea. "No existe ningún otro donde cualquier acción individual naufraga si no se hace pensando en el equipo", aseguró y claro que, bien jugado, nada tiene que ver con la violencia, sino que fortalece el espíritu y genera compañerismo y respeto.

Todos por uno

"La principal enseñanza es la importancia de cada pieza, eso vale para la cancha, para la vida laboral o privada", explicó Andrés Sanguinetti, first vicepresident de Banca Privada d` Andorra.

Betingo, como es conocido por sus colegas, fue jugador, entrenador y hasta dirigente de este deporte y recuerda que en cada etapa siempre tuvo en cuenta que cada engranaje debe funcionar bien para un objetivo común. "Hay que respetar a jugadores, adversarios, al referí o dicho de otro modo: respetar a clientes, proveedores o compañeros de trabajo".

Tal como en el rugby, asegura que se siente uno más en su empresa. "Uno a veces tiene un cargo jerárquico, pero también tiene que sacar una fotocopia y lo hace. En la cancha pasa lo mismo, si el compañero que tiene que patear a los palos está lesionado, uno lo hace aunque no sea su puesto, es imprescindible ser compañero y auxiliar al otro", apuntó.

Otro factor fundamental es el respeto. "Si el juez pitó penal, es penal y no se discute", explicó. Tras el hecho consumado, lo que corresponde es enfrentar la situación, agregó.

Eduardo Mandía, gerente general de Nuevo Siglo, es otro que se rige por principios que se le grabaron a fuego entre tries y scrums. "Trabajo en equipo, solidaridad, sacrificio y entrega son valores que aplico en la vida empresarial y que están intrínsecos en la forma de relacionamiento en los equipos que lidero", expresó.

En los negocios, el rugby también lo ha favorecido. Según relató, muchas veces se vinculó con empresarios extranjeros y tuvo más simpatía con con los que han jugado al rugby y comparte los mismos valores. "Eso facilita muchísimo las relaciones", dijo.

Lo mismo le ocurre a Diego Silva, director de Color 9. "El espíritu del rugby es increíble, no importa si uno está haciendo negocios con alguien de otra cultura, tenemos códigos comunes", dijo y agregó que que, en su caso, la práctica del rugby es una cuestión familiar: su padre jugó, sus hermanos jugaron y ya juega su hijo de ocho años. "Heredamos el deporte, heredamos los amigos", explicó quien sueña con tener 20 años para volver a ingresar a la cancha. "Alguien dijo que en el rugby muchos compañeros trabajan juntos para dejar a uno libre, dan todo para que uno pueda anotar y eso es cierto", remató.

"Uno aprende a fortalecer el equipo más allá de las individualidades, si uno no confía en el equipo nada es", puntualizó Gualberto Matos, supervisor de ventas de la división consumo de Gramón Bagó. "Uno aprende a enfrentar la adversidad, a tener temple, a apretar los dientes y seguir para adelante, a no achicarse", dijo orgulloso. Además, conserva afectos que cultivó en las canchas: "Mis más entrañables amigos son mis compañeros de Trouville de hace más de 35 años. Hoy frente a circunstancias dramáticas, nos decimos como antes: Vamos por esta rojos". Matos también tiene amigos que fueron sus adversarios, oponentes que duraban poco porque en el tercer tiempo se confraternizaba y se olvidaba todo.

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