Esteban Lafuente
La Nación / GDA
A contramano de todos los indicadores, el segmento de las cervezas sin alcohol crece en Argentina. Pese a la caída de más del 20% de las cervezas tradicionales, las presentaciones 0,0 viven un renacer, de la mano de productos renovados por parte de la industria y las firmas artesanales, y consumidores que redescubren opciones para ocasiones de consumo donde eligen evitar el alcohol.
Si bien parte de números chicos, este segmento más que duplicó sus ventas y ya representa el 1% de la comercialización de cervezas en Argentina. La tendencia es inversa a la del mercado general. Con la caída del poder adquisitivo, se desplomó el consumo general, con contracción mayor en el segmento de las bebidas alcohólicas, que fue el más recortaron los hogares. Según datos de la consultora Scentia, suma una caída del 18,6% en sus ventas acumuladas en los primeros nueve meses del año, cifra que casi duplica la contracción del consumo promedio (11,9%).
Para Eugenio Raffo, vicepresidente de Marketing en Cervecería y Maltería Quilmes (Quilmes, Stella Artois y Corona), el crecimiento de las 0,0 se ve impulsado por el consumidor en «momentos en los que no puede o no quiere tomar alcohol». «Hay situaciones, como antes de manejar o en el trabajo, donde no querés tomar alcohol pero te gusta el sabor, y esto te da la posibilidad», explica.
Potencial para crecer
En Argentina, el consumo de cerveza promedia entre 40 y 45 litros per cápita por año, según datos de Cerveceros Argentinos, la cámara que agrupa a las principales firmas productoras del país. Con esta cifra, se ubica por debajo del promedio de la región, que ronda los 60 litros per cápita. Son números lejanos a los que muestran los países donde más se toma la bebida en el mundo, como República Checa (138 litros per cápita), Austria (98) o Lituania (96).
En países europeos como España o Alemania, o en EE.UU., esta categoría representa el 4% de las ventas totales de cerveza, y si bien es un nicho minoritario, en la industria argentina observan esa brecha como un potencial de crecimiento en el mercado local.
«En estos países, la cultura cervecera está profundamente arraigada, lo que genera una aceptación más natural de opciones sin alcohol», dice Nicolás Rubino, gerente de Marketing de CCU (Heineken e Imperial). «La mayor demanda por variedad y la búsqueda de alternativas que se adapten a un estilo de vida equilibrado han impulsado el crecimiento de este segmento en Europa. Además, las generaciones más jóvenes, como la Z, son cada vez más conscientes de lo que consumen y buscan estilos de vida más saludables», agrega.
Otras fórmulas
La calidad es un factor que enfatizan desde las dos grandes cerveceras del país para impulsar el renacer de las variedades sin alcohol. Meses atrás, Quilmes inauguró su planta dealcoholizadora en su polo industrial en Zárate (Provincia de Buenos Aires), tras una inversión de US$ 3 millones, mientras que CCU incorporó tecnología similar en su planta de Luján. Así, cambiaron la forma de producir la bebida: antes, para lograr cervezas «cero», se interrumpía el proceso de fermentación, para evitar que se generara alcohol; ahora se toma la cerveza tradicional y se la somete a un tratamiento para eliminar el alcohol.
En este contexto, uno de los desafíos de la industria es revertir la percepción que, a lo largo de años, construyeron los consumidores sobre esta clase de cervezas. Las principales marcas del país lanzaron nuevos productos y fuerte presencia promocional: Quilmes se vende en estadios de fútbol y firmó un vínculo de patrocinio con el piloto Franco Colapinto; Heineken apuesta por el creciente interés en la F1 y Corona fue sponsor global de los Juegos Olímpicos París 2024, todas con sus opciones sin alcohol. La estrategia, a su vez, incluye un fuerte foco en generar mayor presencia de estos productos en bares y restaurantes. «La mejor promoción hoy es que el consumidor la pruebe», afirma Raffo.
El nicho también convocó a productores artesanales. El año pasado, la marplatense Antares lanzó una versión Session IPA 0% alcohol, mientras que el emprendimiento Coctelería Consciente vende Birrita, una lager con 0,4% de alcohol y se comercializa en latas de 354 cc. «Nos llevó tres años de investigación y desarrollo dar con el producto. Y al ser artesanal, se siente más la malta y los ingredientes. Apuntamos a un público calificado o entrenado, que está dispuesto a pagar un precio más alto que lo que encontraría en el supermercado», cierra Lucas Groglio, creador del producto.
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