Angela Capozzoli es montevideana y tiene 45 años. Es contadora y tiene dos hijos. Hija de Giuseppe Capozzoli, inmigrante italiano creador de Matebom, conoce la empresa y la industria del mate de toda la vida. Todavía recuerda sus paseos por la fábrica cuando era niña, el olor al aserrín o el ruido de las máquinas, que con el tiempo aprendió a identificar. Actualmente, junto a su hermano Arturo llevan adelante la firma familiar con la que venden mates para el mercado uruguayo y varios países del exterior como Argentina, Paraguay, Bolivia, EE.UU., España y Australia. Fue la primera mujer en integrar la empresa y asegura que «ser mujer en la industria no es sencillo», pero valora que cada vez son más.
Matebom cumplió 30 años, pero la historia de la empresa comenzó mucho antes. ¿Cómo fueron los inicios?
Mi padre (Giuseppe Capozzoli) es un inmigrante italiano que vino a los 14 años a Uruguay y sintió mucha curiosidad por la cultura del mate. A los veintipocos años empezó a fabricar bombillas de plata y oro y después las condiciones del mercado llevaron a que empezara también a hacer de bronce. Con los años incorporó el mate a su pequeña fábrica. Matebom surgió por una necesidad de crecimiento, las cadenas de supermercados comenzaron a tener otros requisitos y su empresa unipersonal no era suficiente, ahí creó la SRL. Hoy sigue siendo una empresa familiar, somos mi hermano (Arturo) y yo, porque mi padre se jubiló hace 15 años. Siempre trabajamos con él y empezamos a dirigirla completamente cuando él se empezó a retirar de a poco. Él nos pasó sus conocimientos y después cada uno le dio su impronta. Empezamos a buscar cosas nuevas y diferentes, pero él siempre estaba atento a que las cosas quedaran bien. Siempre nos dijo: «no le podés dar algo a un cliente que sabés que está defectuoso, es tóxico o se va a romper. Tenés que tener en cuenta que lo que entregás va a estar todo el día en contacto con la persona. No podés dar algo que está mal».
¿Qué consejos de negocio les dio su padre?
Uno de los consejos más importantes era que teníamos que trabajar. Para él era fundamental que supiéramos hacer las cosas desde el paso cero en la fábrica. Gran parte del proceso tenés que saber hacerlo, es clave tener el conocimiento y la capacidad de enseñar también, no perderse y decir «esto es solamente dirigir». A mi padre lo que más le gustaba era trabajar, inventar, hacer cosas en las máquinas y buscar formas de facilitar las tareas o mejorar el producto.
¿Qué desafíos ha encontrado al dirigir una empresa uruguaya?
Dirigir cualquier tipo de empresa en Uruguay no es sencillo. Cuando salís a vender al exterior te enfrentás a mercados complemente diferentes y con requisitos que a veces uno no se imagina. El público percibe el valor del producto con todo lo que gira alrededor de él, el empaque, la información que das, todo eso lleva a que el cliente le dé al producto el valor que realmente tiene. Estamos acostumbrados a hacer mates buenos, clasificados, que tengan cuero, acero, de buena calidad, y capaz que el cliente ve otro que no tiene nada que ver y le parece lo mismo. Comunicar que nuestro producto es bueno es un desafío. Ahora desarrollamos una línea de empaques reciclables con un QR que da información sobre cómo se cura, cómo se mantiene y cómo se limpia el mate y la bombilla. Esas eran cosas que antes dábamos por asumido y la gente no preguntaba tanto, pero para el uruguayo así como para el extranjero es información útil. Nuestros productos se distinguen en las góndolas y eso nos enorgullece, y está bueno que se hagan acá. Trabajamos con artesanos y pulidores, enseñamos sobre las terminaciones, la calidad, hay una formación en el rubro que la hacemos acá. Además de dirigir la empresa, ser mujer en la industria no es sencillo. Fui la primera mujer en la empresa y con los años fuimos sumando más, hoy somos mitad y mitad.
Matebom vende en Uruguay y también exporta, ¿cómo son sus clientes?
Le vendemos a empresas como cadenas de supermercados y también a gente que revende. Al público le vendemos a quienes vienen a la tienda, pero este año estamos impulsando la venta online también. Además exportamos a EE.UU., Australia, España, Argentina, Paraguay, México y Bolivia. Ahí nuestros clientes son importadores que le venden a los que nosotros llamamos «el cliente de la nostalgia», generalmente uruguayos o argentinos que viven en el exterior y compran productos como yerba, alfajores, membrillo, mates y bombillas. Gracias a los futbolistas mucha gente empezó a tomar mucho mate. Pasa mucho eso con famosos en general. Hace años Osvaldo Laport usaba un mate pezuña y se volvió furor. La gente busca lo que usan sus ídolos, y ahora los jugadores de fútbol son un destaque. El mate imperial, por ejemplo, se impuso; más allá de que es precioso es el que usan muchos futbolistas, y es de los más buscados. Nosotros hemos hecho mates para futbolistas como Cristiano Ronaldo, un termo para Darwin Núñez, una matera para Lucas Torreira y otra para (Javier) Chevantón hace años.
¿Producen mates para otras marcas?
Sí, producimos para algunas marcas. Y también tenemos una línea de regalos empresariales, vendemos directamente al consumidor y además tenemos 10 o 15 clientes que se dedican a vender regalos empresariales y nos compran para luego comercializar. Esas ventas no son un porcentaje alto del total pero en la época de zafra como octubre y noviembre se destacan.
¿Qué porcentaje de las ventas corresponde a exportaciones?
Actualmente las exportaciones no son tan significativas contra las ventas del mercado uruguayo. Hace tres o cuatro años llegaron a ser el 40% pero ahora son el 20%. El año que más vendimos fue el 2020. Con las fronteras cerradas creo que éramos los únicos que vendíamos mate; antes la gente venía, compraba y llevaba para Argentina, pero en ese entonces nadie cruzaba. No percibíamos que había tanto contrabando, para los dos lados, hasta que cerraron las fronteras. Ese año le vendimos el doble a Argentina, sacamos cuatro o cinco importaciones. Ahora se ven muchos mates de Argentina acá, nosotros los distinguimos. Para competir tenés que buscar un producto que te diferencie y tratar de ver si la gente lo acepta. Por ejemplo, ahora el mate pulido, que por el momento está sólo en Uruguay, es uno de los que está más de moda y de los que más se busca, y viene un poco a competir contra el mate de acero, que también está de moda, como una opción más tradicional.
Matebom también ofrece accesorios como materas o yerberas, ¿qué es lo que más se vende en general?
Hoy por hoy el mate de calabaza es el que más se busca, y en el caso de las bombillas se busca mucho que sean de alpaca. El acero está de moda pero no todos son de igual calidad. En el caso de las materas han ido cambiando, antes se usaba la de cuero que se colgaba al hombro y duraba 20 años, después llegaron las de ecocuero, las de tela y ahora las de auto, que son de madera. La matera fue evolucionando, hoy no es sólo algo que sirve para llevar el mate, es un accesorio más, la gente busca que combine con lo que usa. También cambió que hoy mucha más gente consume mate y a menor edad. Hoy la gente invierte más en el mate por practicidad, por eso se venden artículos como la yerbera o la tapa de mate. Pero además lo personalizado, como las letras aplicadas o el grabado, todo eso está muy de moda, y el color es la novedad. Hoy el mate habla de uno. Y a la hora de comprar, los jóvenes son más arriesgados.
¿Cómo es el proceso de fabricación de sus productos?
Para hacer un mate desde cero traemos la calabaza desde el norte del país, trabajamos con pequeños productores rurales de Rivera que cosechan una vez al año. La calabaza se lava, se corta, se limpia y dependiendo de si se le pone cuero o no, son los procesos que hacemos. Se clasifican por calidad, tamaño y tipo. Tenemos varios tipos: mate galleta, pera, porongo y camionero, esos son los modelos que se plantan. Se pueden forrar en cuero, tallar, pintar a mano o dejar lisos con o sin boquilla. También tenemos los de cerámica que llegaron y se instalaron en el mercado. Antes comprábamos la cerámica en Montevideo, pero ahora la estamos importando, con eso logramos tener siempre stock y de la misma calidad. Importamos tres tamaños de cerámicas y acá hacemos el resto del proceso de producción. Al año se fabrican y venden 30.000 mates y 10.000 bombillas. El equipo en la fábrica es de 10 personas, es muy bueno y sabe hacer varias tareas. Y también tenemos algunas cosas que tercerizamos por practicidad, como el pulido o el niquelado, aunque podemos hacerlo en la fábrica también. Como empresa, sostenerse en el tiempo es difícil, y eso que somos un país consumidor de mate, pero hay mucha competencia, y los costos de ser una empresa formal inciden en la competitividad, porque hay informalidad en el sector.
¿Qué costos productivos tienen los mates y bombillas?
Estos productos tienen mucha mano de obra. A veces uno no se da cuenta del tiempo que lleva hacerlos, desde la selección de cada calabaza hasta la terminación del mate o la bombilla. Si tiene cuero, si es tallado a mano o si es pulido, de todo eso depende.
¿Cómo ve actualmente la competencia en el mercado?
Han aparecido muchas marcas y eso indica que la gente consume mate, que la tradición gusta y que también hay modas que se han impuesto. En Argentina antes tomaban diferente el mate, dulce y con la pava, ahora lo toman más como los uruguayos. También en Paraguay antes tomaban mucho más tereré y hoy consumen más mate, y todo eso nos potencia mucho las ventas al exterior.
Tres décadas de aniversario, inversiones y lanzamientos
¿Qué planes tiene Matebom para crecer?
Estamos lanzando la página web para venta al público y la línea de empaques reciclables, pero también mejorando en la comunicación. Cumplimos 30 años e hicimos un rediseño del logo. Además, hace uno o dos años compramos una máquina que nos permite grabar el cuero y las boquillas, y además hicimos un cambio en el proceso de emboquillado. Mejoramos la calidad en el trabajo para el operario y eso se luce en el producto.
¿Buscan entrar en nuevos mercados extranjeros?
Ahora no, pero hace unos años, con la Cámara de Industrias (del Uruguay) hicimos el Programa de Desarrollo Exportador, porque percibíamos que se venía un boom de moda de mate en Argentina, porque teníamos muchas consultas. Ese programa nos ayudó a interpretar y entender cómo atender a clientes de otros lados y también a captar mercados, así fue que accedimos a México. Un mercado interesante que vimos fue el de Siria, nos llegó información de que es de los países que consumen más yerba, pero no hemos vendido ahí.
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