Para Luiz Barsi ser rico no fue un objetivo, sino una consecuencia de su determinación de «no volver a ser pobre». A sus 84 años, este brasileño es uno de los más acaudalados del país gracias a un excepcional éxito en la bolsa.
Conocido como «el Warren Buffett brasileño» por su influencia en el mercado de valores de San Pablo, Barsi creó de la nada un patrimonio de 4.000 millones de reales (unos US$ 800 millones), según una estimación de la revista de negocios Forbes, con un método que enseña como su legado.
Sin embargo, continúa trabajando a diario por «vicio» y porque «la rueda no puede parar», dijo este hombre de anteojos y cabello blanco, en una sala de sus oficinas en el centro de la mayor metrópoli brasileña.
«Si la rueda para, vuelvo a ser quien era», afirmó el millonario, uno de los mayores inversores individuales de la plaza bursátil más importante de América Latina.
Nacido en San Pablo, fue el único hijo de un matrimonio de descendientes de inmigrantes europeos.
Perdió a su padre cuando tenía un año y se las rebuscó con su madre para subsistir, viviendo en una residencia colectiva en el barrio de Bras, de clase trabajadora.
Más tarde, «volver allí era un recordatorio constante de que necesitaba desesperadamente mejorar mi vida», cuenta Barsi en su autobiografía publicada el año pasado.
Actualmente, Barsi gana alrededor de un millón de reales diarios (unos US$ 200.000) en dividendos distribuidos por las empresas en las que es accionista
En sus comienzos, vendió dulces en el cine, lustró zapatos y fue cadete de una empresa sin descuidar sus estudios, hasta formarse en Derecho y Economía y Contabilidad.
«El señor dividendos»
Vestido con una camisa polo rayada, pantalón y sombrero negro, su imagen no da cuenta de la riqueza que empezó a amasar desde que las acciones se compraban y vendían a los gritos a fines de los años 60.
Barsi sostuvo que un buen inversor debe «controlar su ego» y muestra un estilo de vida austero.
Comenzó hace más de cinco décadas a buscar «nuevas formas de ganar dinero, con poco para invertir», mientras trabajaba como auditor de empresas, separado de su primera esposa y con cuatro hijos por mantener (luego tendría otra hija en segundas nupcias).
Actualmente, Barsi gana alrededor de un millón de reales diarios (unos US$ 200.000) en dividendos distribuidos por las empresas en las que es accionista, según indicó su hija Louise, presente en la entrevista.
Lo logró con «disciplina» y «pocos errores», además de tiempo: «Nadie se hace rico de la noche a la mañana», aseguró el inversor paulista.
Barsi se considera «un pequeño dueño» de empresas como la papelera Klabin o del banco Santander, entre algunas de las cuales es accionista.
En esas palabras resume una filosofía que, señaló, contrasta con la de gran parte de los casi 5 millones de inversores individuales que operan en la bolsa de San Pablo.
«La mayoría son especuladores que convirtieron la bolsa en un casino de valores», intentando lucrar a corto plazo, cuestionó.
La fórmula que Barsi enseña a través de una plataforma educativa («Acciones garantizan futuro»), cofundada por Louise, consiste en formar una cartera con una gran cantidad de acciones de empresas adquiridas a precios bajos en sectores «perennes», como energía, bancos o celulosa.
Y lo principal: estas deben garantizar una ganancia mensual en dividendos, explica Barsi, que desprecia opciones como renta fija, cuyo retorno considera escaso, o criptomonedas, que definió como una «fantasía».
«Mi éxito fue confiar en el mercado y no en los gobiernos», afirmó Barsi sobre la continuidad de sus negocios a pesar de los vaivenes económicos del país.
Criticó a los gobernantes, incluido al exmandatario ultraderechista Jair Bolsonaro, aunque lo considera «menos malo» que el actual presidente, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, al que calificó de «emperador».
«Este gobierno es de izquierda, por lo que no invierte en la generación de riqueza, sino que distribuye lo que no tiene ni genera, apoderándose de las riquezas que son fáciles de apropiarse», dijo.
Un proyecto para cobrar impuestos a fondos de «super ricos» y empresas offshore avanza en el Congreso, mientras se analiza la tasación de dividendos.
En Brasil «ya hay demasiados impuestos» y con más, «lo poco que tenemos (de inversiones) se va», remató.