"La ley de bolsas fue brillante, pero hay que controlar"

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Esperanza Romariz, directora de Ferroco. (Foto: Francisco Flores)

ENTREVISTA

Esperanza Romariz, directora de la empresa plástica Ferroco, dice que el sector sufre la competencia desleal porque se "controla a la industria nacional mientras que al importador, nada"

Esperanza Romariz, directora de Ferroco. (Foto: Francisco Flores)
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Nació en Montevideo, tiene 57 años. A los 15 y de forma gradual comenzó a trabajar en la empresa plástica que creó su familia, Ferroco, hoy reconocida por su marca Covey. Romariz relata que la firma se ha tenido que achicar ante la dificultad de competir con las importaciones que llegan desde China a bajo costo. Para la empresaria, que además preside la Asociación Uruguaya de Industrias Plásticas, estos productos ingresan sin pasar controles, algo que reclama a las autoridades. Lo mismo exige en relación a la fiscalización del cumplimiento de la ley de bolsas plásticas. En tanto, destaca el aumento de las ventas de moldes para pastas durante la pandemia. Es soltera y en sus ratos libres juega al paddle.

Ferroco comenzó su actividad en 1965. ¿Cómo ha evolucionado la empresa? ¿Qué impronta le ha dado usted?

Cuando se inició la empresa, con mi padre y mi abuelo, fabricaba juguetes, pero a medida que la mercadería china empezó a invadir el mercado hubo que reconvertirse y empezamos con la línea de bazar, después incorporamos las conservadoras de camping. Las hay de espumaplast, pero no le ponemos eso, son una «babita» y no conservan nada. Nosotros somos los únicos fabricantes de conservadoras de plástico con aislación de poliuretano expandido ecológico. Nuestra impronta es todos los años tratar de lanzar un producto nuevo; ahora sacamos macetones, moldes de sorrentinos... Siempre tratamos de sacar cosas novedosas, pero no es fácil.

¿Por qué lo dice?

Porque tenés que hacer un molde y es caro por más que tenemos nuestra propia matricería. Pero siempre tenemos expectativas... mi hermano trabaja conmigo y los dos mamamos el ejemplo de mi padre, él y mi abuelo fueron empleados y lograron tener su empresa, entonces cuando la ves crecer de chico la valorás mucho más. Por otro lado, somos una empresa chica, somos 15 personas, el menos antiguo debe tener 10 años con nosotros, hay gente con más de 40 años trabajando acá. Y nos tuvimos que achicar mucho por la competencia con lo importado y por el hecho de que un mismo producto que para ponerlo en Argentina yo preciso (pasar) controles acá entra sin controles; es una competencia muy desleal. A nosotros nos están controlando, a la industria nacional, y ves que al importador, nada. Una tontería: hay dos contenedores del mismo tamaño, uno de materia prima y otro de plástico de producto terminado. El primero te va a salir de US$ 2.000 para arriba; el de producto terminado, US$ 300. El producto terminado lo sacás (del contenedor) y salió a la venta; la materia prima va a un proceso. Le hablo de las fábricas que importan materia prima, porque después están los importadores que venden insumos. Nosotros no importamos, compramos acá, pero para los que son fabricantes debería haber un equilibrio, si no no es leal.

Bajo la marca Covey, la empresa desarrolla productos de bazar, conservadoras, moldes, entre otros artículos. ¿Cuáles son los caballitos de batalla?

Hoy por hoy la marca Covey es reconocida. Primero, en la parte de conservadoras destaca la lancherita escolar, porque los niños piden la Covey. Claro, la usan de asiento, la tiran y no pasa nada, dura toda la vida. Las conservadoras caminan bien, lo que pasa es que tenemos la competencia muy grande con las que vienen importadas que son con espumaplast y el consumidor final no lo sabe, pero cuando ponés hielo en una y en otra te vas a dar cuenta lo que pasa; al otro día tenés hielo en una Covey. Los bidones con canilla ahora están empezando a funcionar más porque salió una reglamentación que dice que cada tantos trabajadores en la construcción tienen que tener uno. Eso ha movido un poquito la aguja. Después, todo lo que es la parte para cocinar como moldes de pasta, para galletitas, hamburgueseras, funciona bien.

Lo que nos ayuda también son los trabajos para terceros, que son un 50% (de la facturación). Quieras o no es lo que te va manteniendo en el invierno. Hacemos cisternas, graseras, tabiques interceptores, envases para vacunas, pipetas, potes para un exportador de cocoa...

El confinamiento llevó a que las personas cocinaran más en casa. ¿Eso favoreció la venta de ciertos productos?

Siempre estamos al límite, peleando el día a día, (pero) la pandemia tuvo el efecto contrario al que podía pensarse. Todo lo que es moldes para pastas se vendió muchísimo. En estos meses comparados con el año pasado se vendió el doble en la parte de cocina.

Buscamos el ahorro por todos lados, buscamos la mejora para tener mejores precios

Esperanza Romariz, directora de Ferroco. (Foto: Francisco Flores)
Esperanza RomarizDirectora de Ferroco

¿De qué manera afrontaron como empresa la incertidumbre inicial que trajo el COVID?

Hasta el 30 de marzo mantuvimos a todo el personal. A partir del 1° de abril, los que podían ir al seguro de paro fueron, porque no sabíamos qué iba a pasar. Mi hermano y yo agarramos máquinas, había que achicarse y ver qué pasaba. Y realmente fue una sorpresa lo de los moldes de pastas. Es cierto que es algo barato, pero todo suma. Ahora se reintegraron todos los trabajadores, salvo una persona que la retomaremos antes de tiempo. Ahora es la época de fabricar conservadoras, si no no llegamos al verano. Entonces, es complicado. Por ejemplo, con una sopladora tenemos que trabajar sí o sí 24 horas, porque consume muchas horas para prenderla. Si no, arrancamos a las 10 u 11 de la noche hasta las 5 de la tarde del otro día, entonces el pico más caro (de consumo de energía), de 5 a 11, no lo trabajamos. Buscamos el ahorro por todos lados, buscamos la mejora para tener mejores precios.

El mercado está inundado de productos baratos de China, ¿por dónde buscan el diferencial para mantenerse y a la vez ser rentables?

Ser industria nacional y tener calidad, en el caso de Ferroco, es un diferencial. Obviamente, es más caro. ¿Por qué digo que la competencia es muy desleal? Porque si me pongo a importar de China, traigo puchitos, traigo 1.000 productos, pero (como fabricante) no puedo hacer un molde para producir 1.000 unidades solo para probar. Ahora, si se empieza a controlar como dicen los reglamentos del Mercosur, cualquier producto que contenga alimentos, cualquier envase, incluido el vidrio, la situación es otra. Yo quiero que me controlen, pero que controlen a todos. Al controlar a las importaciones, ¿qué se va a evitar? La porquería y los saldos. Estoy a favor de la importación, porque hace que seas mejor y te preocupes más por diseñar y hacer las cosas bien, te mantiene activo. Acá sale todo de la fábrica: la idea, el diseño, hasta el molde.

Al controlar a las importaciones, ¿qué se va a evitar? La porquería y los saldos"

Esperanza Romariz, directora de Ferroco. (Foto: Francisco Flores)
Esperanza RomarizDirectora de Ferroco

Pero al final el cliente suele mirar solo el bolsillo...

Es difícil competir, porque también la gente hoy no tiene dinero y busca comprar lo más barato que puede y es lógico, porque todos nos tuvimos que apretar el cinturón. No todas las fábricas son grandes, una multinacional tiene otros recursos que la nacional no tiene.

La ley que regula el uso de las bolsas plásticas lleva aplicándose desde 2019. ¿Qué balance hace al respecto desde su rol como industrial?

La ley para mí fue brillante, pero hay que controlar. Nos pidieron poco menos que ser policías, que mandáramos un listado de distribuidores. ¿Y? La Dinama no está preparada para controlar, imagínese cuando se reglamente la ley de residuos. Sobre eso, a mí una cosa que sea retornable me parece genial. Si logramos mentalizar a la población, generás el hábito y la cosa cambia. No solucionás gastando en anuncios. Antes era todo retornable. Por otro lado, hay una mezcla: está el fabricante, el intermediario —las empresas de refrescos, por ejemplo, que no quieren lavar la botella de vidrio, y las de vino no son retornables—, entonces qué hacemos con eso es el tema.

¿Cómo trabaja la empresa la reutilización y reciclaje del plástico, su materia prima?

En nuestro caso nada se descarta, todo es reutilizable y todo se puede reciclar. Capaz que llegado el momento no puedo reciclar una olla de microondas, pero sí puedo hacer un balde.

En nuestro caso nada se descarta, todo es reutilizable y todo se puede reciclar"

Esperanza Romariz, directora de Ferroco. (Foto: Francisco Flores)
Esperanza RomarizDirectora de Ferroco

¿Qué pueden hacer las autoridades para encaminar esa retornabilidad?

Creo que el hecho de que algo sea retornable está bueno. Porque, en definitiva, ¿me sale más caro el refresco? Sí, pero después me devuelven 10 pesos. O sea, me sale como en todos lados, pero tengo la obligación de llevarlo. Es engorroso, sí, porque quienes están recepcionando generalmente son las grandes superficies. Debería haber varios puestos en diferentes lados y que alguien vaya a levantar. La gente joven recicla y eso está muy bueno, ya tienen esa cabeza. El tema son las generaciones más grandes.

Al hablar de reciclaje se suele poner el foco en las empresas por su escala, ¿pero qué ocurre con los consumidores?

Mientras las intendencias no hagan las cosas bien, no pretendas que las personas en sus casas las hagan. Si reciclo y separo, no metas todo en el mismo camión de basura (al recolectar). Eso se ve en todos lados. Entonces, se empieza por casa y todos juntos. Mire, hay una empresa que es Cristalpet, que fabrica envases y tapitas, y a su vez tenés a Ecopet, que es parte del mismo grupo, y es una recicladora. Cristalpet consume 900 toneladas mensuales y Ecopet solo recicla 200. Hay 700 toneladas que se quedan en el camino. Si le das una retornabilidad, eso cambia. Si a mí no me importa y tiré (la botella), perdé cuidado que otro la va a agarrar, porque esa botella vale.

«Me llegaron a llamar ‘la sindicalista de la CIU’»

Cuando venís de una empresa chica, que la sufrís, que la laburás día a día, parece que no pero tenés otra visión de las cosas también. (Foto: Francisco Flores)
Romariz. "Cuando venís de una empresa chica, que la laburás día a día, parece que no pero tenés otra visión de las cosas también". (Foto: Francisco Flores)

Hace nueve años que preside la Asociación Uruguaya de Industrias del Plástico (AUIP) además de liderar Ferroco. ¿Cómo ha sido para usted insertarse en esos ámbitos de la industria donde las empresas y los sindicatos están conducidos generalmente por hombres?

En realidad, no dirijo sola la empresa, yo lidero con mi hermano, acá estamos juntos. Van a hacer 10 años que soy presidenta de la AUIP, algo que es raro. Si tengo que ser sincera, tengo carácter y además me pongo un escudo muy grande, porque no es fácil. También soy directiva de la CIU (Cámara de Industrias del Uruguay), donde ahora por suerte hay dos mujeres más, pero hubo una época en que estaba sola. Llega un momento en que te acostumbrás. Por mi carácter voy de frente, a veces digo lo que los demás no se animan, pero trato de bajar los decibeles. Me llegaron a llamar la «sindicalista de la CIU», así que imagínese (risas)... Lo que pasa es que cuando venís de una empresa chica, que la sufrís, que la laburás día a día, parece que no pero tenés otra visión de las cosas también. Ése es el tema.

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