Santiago Deicas es montevideano, tiene 36 años y ha sido reconocido como uno de los principales enólogos de la región. Se enamoró del mundo del vino cuando era adolescente y decidió trabajar en el sector. Es ingeniero en Alimentos y cuenta con un MBA.
Está a cargo del viñedo familiar y lidera las bodegas Familia Deicas y Establecimiento Juanicó. Pero además emprendió un proyecto de cervezas, Birra Bizarra, con el que vende en el mercado interno. Deicas sostiene que ser sustentable «deja de ser un diferencial y pasa a ser una necesidad» para crecer en el exterior. Y ese objetivo trazó para sus vinos. Está casado, tiene dos hijas y juega al rugby como hobby, deporte que lo llevó a integrar la selección uruguaya.
Forma parte de la tercera generación al frente de la bodega Familia Deicas, ¿qué conocimientos heredó y aplica actualmente en su trabajo?
Principalmente la pasión, que es la pasión con la que en su momento mi abuelo encaraba todos los proyectos, así como mi padre. Es difícil enseñarla, es algo que se transmite. Heredé la pasión y la vocación de investigar, de hacer pruebas, de no quedarme con el «siempre se hizo así» y poder explorar nuevas formas de hacer vinos, incluso cuando ya somos exitosos en algunos.
¿Cómo fueron los resultados en 2023 para la bodega?
En Bodega Familia Deicas la producción del año pasado fue excelente desde el punto de vista de la calidad. Al apuntar a vinos de alta gama, la merma de 30% en cantidad que hubo no nos pegó tanto, porque concentramos mucha calidad. Con la sequía histórica de 2022, en la vendimia pasada todos los viñedos del país tuvieron mucho menos producción, y los que estaban muy bien manejados, como los nuestros, estaban muy sanos y tenían capacidad de riego o muchos nutrientes, entonces resistieron muy bien. La planta tenía vigor, estaba sana, y produjo una calidad impresionante. El nivel fue extraordinario en 2023.
¿Pasó lo mismo en Establecimiento Juanicó?
Sí, pero en Juanicó al ser un proyecto más grande la merma pegó mucho más fuerte, porque no podemos subir los precios como para compensar la pérdida de cantidad. La merma allí fue del 33%.
¿Ya comenzaron la vendimia?
Sí, ya arrancamos. Por ahora las expectativas son mucho mejores de las que teníamos. Porque antes de arrancar la vendimia se hablaba de un verano con mucha lluvia y no fue lo que pasó. Las variedades de blancos y las quintas como las de Pinot Noir, que son las mas tempranas, ya sabemos que vienen excelentes.
Recientemente sus vinos fueron certificados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) y LSQA por su producción sostenible, ¿qué le agrega eso a su propuesta?
Hoy en día pasa a ser algo que sí o sí tenés que tener. En Uruguay todavía hay muchos vinos que no son sustentables. Pero afuera, si no sos sustentable, orgánico o biodinámico no tenés oportunidades de crecer, porque muchos clientes no te dejan entrar. Hoy deja de ser un gran diferencial y pasa a ser una necesidad. Te abre mercados en los que de otra manera no podrías entrar.
¿Tienen planificada alguna inversión para este año?
Una de las principales inversiones y proyectos es nuestra expansión en EE.UU. y Brasil. Queremos aprovechar la oportunidad que estamos teniendo de éxito internacional a nivel de reconocimientos. Cada vez que damos a probar los vinos realmente sorprenden muchísimo y están muy alineados con lo que se está buscando hoy. Queremos aprovechar esa oportunidad, ya que tenemos importadores en los dos países y muy buena presencia. El paso que nos falta dar es tener aún más presencia, de acompañar a los importadores, estar ahí, hacer un trabajo mucho más fino y profundo.
¿A qué otros mercados están exportando actualmente?
Tenemos un muy buen importador en Bélgica, pero podemos abastecer a toda Europa desde ahí. Estamos muy bien en México, Colombia, Canadá, Inglaterra y en algunos países en los que la venta de alcohol es monopolio del estado, como Noruega, Suecia y Dinamarca, en donde nos está yendo muy bien.
¿Visualiza algún mercado nuevo al que le gustaría ingresar?
Vemos oportunidades en Asia, pero sinceramente la más importante es en estos mercados en los que ya estamos. La oportunidad de crecer la vemos en Brasil y EE.UU. En los demás mercados lo que pasa es que no se conoce a Uruguay, entonces el esfuerzo de una bodega de posicionarse con vinos de calidad es demasiado. No te conocen como país, no te conocen como productor de vinos de alta calidad y menos te tienen en la cabeza como una posibilidad de proveedor de productos de calidad. Es un trabajo de creación de imagen de país que cargamos encima las bodegas. La oportunidad de vender queda en un nicho muy chiquito de personas que investigan sobre el vino y descubren que hay un país que se llama Uruguay y produce buenos vinos, y eso permite vender una cantidad limitada. Ese problema no lo tenemos en Brasil; sí en EE.UU., pero ahí de a poco se conoce más y enfocamos nuestros esfuerzos en eso.
¿Qué falta para salir a competir mejor en el mundo con los vinos uruguayos?
Meternos mucho en la imagen país todos juntos, con el Inavi y el gobierno. Y aumentar los incentivos de exportación y no disminuirlos, como pasó ahora. Teníamos unos incentivos, la devolución de cierto dinero por cada vino exportado, que era una buena forma de competir a nivel de precios, y se ha decidido disminuirlo, al punto de que a fin de año va a ser casi nulo. Va a seguir existiendo pero no va a influir en el resultado.
¿Cómo afecta eso a nivel de competitividad?
Nos hace perder negocios de exportación. De hecho acabamos de dejar pasar una oportunidad de una venta grande para Brasil por eso.
¿Cómo se posiciona Uruguay en el mercado internacional?
En Brasil hasta hace dos años podíamos competir en todas las categorías, porque de los exportadores de vino a ese mercado somos los que estamos más cerca, tenemos una ventaja logística comparados con Argentina y Chile. Pero somos más caros al producir. Veníamos hace dos años pudiendo competir en los niveles más competitivos de precio pero eso se cortó. Hay un segmento de vino, que es el de entrada de gama —los vinos más económicos—, en el que como país no podemos competir. Ahora podemos estar de media gama para arriba.
¿Qué buscan hoy los consumidores uruguayos en un vino?
Hasta ahora el mercado fue bastante incierto, porque el año pasado la cantidad de uruguayos que visitaron Argentina fue récord absoluto. Y aunque no fueran consumidores de vino todos iban y traían vinos, y eso complicó muchísimo la venta en Uruguay. Bajó el mercado de vinos finos. Tengo esperanzas de que eso no se va a mantener este año, es lógico que con la inflación en Argentina y la pérdida de poder adquisitivo para los uruguayos en Argentina se vuelva a una situación más normal. Espero que se mantenga el hábito de los uruguayos de tomar vinos más caros. Porque los vinos que compraban en Argentina eran los que normalmente no compraban acá.
¿Con qué estrategia se le hace frente esa situación que menciona?
Apuntando a la calidad. Los reconocimientos internacionales que tenemos son por competir contra el mundo. Estamos reconocidos como uno de los mejores productores del mundo de Albariño, por ejemplo; las puntuaciones que tenemos en los tintos en general, como en el Tannat o Pinot Noir nos hacen competir de igual a igual con vinos de alta calidad.
¿Trabajan en conjunto con otras bodegas? Si es así, ¿en qué tipo de acciones se concretan esas sinergias?
Al Pinot Noir se le llama en el mundo del vino el Santo Grial, porque todo el mundo lo quiere conseguir y hacer bien, pero muy pocos logran hacer de esa variedad (de uva) un gran vino.
Nos enfocamos en poder conseguirlo y hemos formado un lindo grupo con otras bodegas para hacerlo realmente bien, revalorizar el Pinot Noir y posicionarlo como se merece. Tenemos un potencial de que nos pase lo que le pasó a Nueva Zelanda, que hace 30 años casi no exportaba vinos y hoy son la referencia en el Sauvignon Blanc y el Pinot Noir. Son grandes referentes e importadores de vino, venden a un precio promedio internacional superalto y son recontra exitosos en la producción. Y eso fue gracias a un trabajo en conjunto, no lo hace una sola bodega. Si le va bien a otra bodega en EE.UU. lo vivimos como un éxito para nosotros inclusive, porque sabemos que eso deja bien parado al país y tenemos chance de tener más éxito. Lo mismo le pasa a todos. En el mercado, la oportunidad que tienen las bodegas uruguayas en EE.UU. no se limita, si uno vende otro no deja de hacerlo, porque no se agota el segmento. Si la marea sube, sube para todos. Por eso necesitamos apoyarnos entre todos para mejorar la calidad de nuestros vinos, que por suerte en muchos, como el Albariño y el Tannat, ya estamos logrando calidades internacionales muy buenas desde hace años.
En 2021 fue reconocido como uno de los winemakers más influyentes de Latinoamérica por la revista especializada Decanter, ¿qué significó eso para su carrera?
Fue un buen impulso para las exportaciones en general. En el mercado de EE.UU. son muy permeables a ese tipo de noticias y gracias a ese reconocimiento pudimos cerrar acuerdos con distribuidores en varios estados. Ellos se fijan en eso porque es como un sello de calidad que les hace más fácil apostar a un lugar desconocido. Realmente nos impulsó bastante.
La apuesta a la cerveza y el debut de las lager en lata
Fundó Birra Bizarra, ¿es igual el negocio del vino al de la cerveza?
No, se manejan muy diferente. El negocio de la cerveza está manejado por pocas empresas muy grandes, y a las chicas independientes les es muy difícil poder crecer o tener un desempeño en las grandes ligas. En cambio el vino nació de bodegas familiares, y es a lo que está acostumbrado el consumidor. De dónde viene la uva hace la diferencia, y en el mundo de la cerveza es diferente, porque se puede hacer la misma cerveza en cualquier parte del mundo. Es el proceso el que define la calidad.
¿Cómo estuvo el mercado de la cerveza durante 2023?
Logramos estabilizarnos y volver a crecer. Y ahora en febrero vamos a lanzar unas cervezas lager en lata y una lager con mango, en lata y en barriles. Las lager artesanales son realmente muy ricas porque son parecidas a las cervezas tiradas que se toman en Europa, que están muy bien hechas.
Queremos mostrar cervezas livianas, que no sean pesadas. Porque hay una asociación en la cabeza del consumidor de que la cerveza artesanal es más bien pesada, y eso no tiene que ver con si es artesanal o no, tiene que ver con el estilo.