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Una de las comidas inolvidables que regaló el cine fue protagonizada por un joven Mickey Rourke que alimentaba con frutillas a Kim Basinger, en la película Nueve semanas y media (1986). Pero más allá de su significación como ícono de sensualidad, este pequeño fruto es una exquisitez que vale la pena incluir en la dieta esta época del año, sola o como acompañamiento de distintos postres.

Por ejemplo, por su bajo contenido en calorías y grasas, la frutilla es un ingrediente habitual de las ensaladas de frutas. A su vez, son apreciadas por su aporte de vitamina C y minerales.

En Uruguay, su oferta hace algunos años era reducida y cara. Sin embargo, a la producción local -proveniente de San José, Salto y Artigas-, se sumó el desarrollo de variedades adaptadas al clima por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) así como otras que son importadas, lo que amplió la oferta a casi todo el año, explicó el ingeniero agrónomo Pablo Pacheco, del Mercado Modelo.

Para comprar buenas frutillas hay que tener en cuenta algunos detalles. El fruto debe tener la piel roja, con buen brillo y aspecto turgente; si por el contrario presenta zonas oscurecidas y está blanda es que está próxima a marchitarse.

En relación al sabor, las opciones más ricas son las que se cosechan entre octubre y noviembre; las de invierno o épocas de poca luz natural y frío son menos gustosas.

Cualquiera sea la ocasión de consumo, se recomienda que la ingesta de frutillas sea no más allá de dos o tres días después de la compra, ya que la vida útil del producto es reducida.

Para que se conserven frescas en el hogar Pacheco sugirió tenerlas en bolsas dentro de la heladera o ponerlas en un bol para evitar que se machuquen.

Comerlas solas, en una ensalada de frutas o en una torta son las opciones más tradicionales pero no necesariamente las mejores.

La oferta del producto se ha extendido gracias al desarrollo de variedades adaptadas al clima local y a la importación, lo que bajó los costos al público