Por David Villafranca
Un potente acuerdo televisivo a la vista. Una futura expansión con cuatro nuevos equipos. Mejoras en las condiciones de las jugadoras. Las Vegas Aces como rivales a batir. Así es la nueva temporada de la WNBA, la liga de básquetbol femenino de EE.UU., que comenzó esta semana y que quiere crecer no sólo a partir del impresionante fenómeno de Caitlin Clark.
La joven estrella debutó el martes, cuando su equipo, las Indiana Fever, enfrentó a las Connecticut Sun en el Mohegan Sun Arena de Uncasville. No se trata de una jugadora más; está llamada a cambiar el baloncesto femenino tras reventar récords y convertirse en la máxima anotadora de la historia de la NCAA, el torneo de básquetbol universitario.
La liga, con la comisionada Cathy Engelbert a la cabeza, tiene muy claro que le ha caído un regalo del cielo con la estrella surgida en Iowa, pero la WNBA tiene argumentos para crecer no sólo impulsada por el fenómeno que representa Clark.
Una liga más grande
Con Las Vegas Aces entrenadas por Becky Hammon defendiendo su doble corona de los dos últimos años y las New York Liberty como su principal rival, la WNBA, que tendrá una notable pausa durante el verano en el hemisferio norte por los Juegos Olímpicos de París 2024, contará con 12 equipos pero para 2025 tendrá uno nuevo que se instalará en San Francisco como reflejo femenino de los Golden State Warriors.
Para 2028, la liga espera llegar a 16 franquicias y para esas tres plazas hay pretendientes como Filadelfia, Toronto, Denver, Portland y Nashville, entre otras ciudades.
Falta concretar todos esos planes, pero las tendencias en la competición son favorables: en 2023 y sólo contando la temporada regular, la audiencia televisiva fue la más alta en 21 años (505.000 espectadores de media) y la asistencia a los estadios en total fue la más elevada en 13 años (1.587.488 fans).
«Es realmente la confluencia de muchas cosas positivas uniéndose tanto en el lado del baloncesto como en el de negocio», aseguró en abril Engelbert a la cadena CNBC. «Es el ascenso del deporte femenino. Es Caitlin y otras como Angel Reese, con una rivalidad desde el año pasado en la final de la NCAA. Son talentos generacionales con un gran seguimiento en las redes sociales y con una atención creciente en los medios», añadió.
Estrellas en la TV
Como número uno del draft y con 2,2 millones de seguidores en Instagram, Clark es la punta de lanza de la nueva promoción pero ni mucho menos llega sola.
Reese, la estrella de LSU, es también ya es una personalidad reconocida en EE.UU. Tiene 3,1 millones de seguidores en Instagram y viene de asistir como invitada a la muy exclusiva y prestigiosa Met Gala de Nueva York.
Además, Cameron Brink tiene la misión de reflotar a Los Angeles Sparks y la brasileña Kamilla Cardoso viene de conquistar el título de la NCAA sin perder ni un solo partido con South Carolina.
La «nueva» WNBA también está provocando cambios a su alrededor y la televisión ha movido ficha: el debut de Clark así como el primer partido de las campeonas Aces se pudieron ver en Disney+, en lo que significó la primera retransmisión deportiva en directo en esa plataforma.
Y atenta a la popularidad de Clark, la televisión convertirá a las Indiana Fever en el equipo de la WNBA con mayor exposición superando a las Aces y las Liberty. La liga anunció que 36 de los 40 partidos del equipo de Indiana durante la temporada regular se transmitirán por televisión y streaming.
Mientras, la liga mira a 2025, ya que en ese momento acaba su actual contrato de derechos televisivos, y Engelbert ya ha dicho que espera «al menos duplicar» los US$ 60 millones al año que la WNBA cobra por ese activo.
Las jugadoras de la WNBA tienen un tope salarial de US$ 250.000, mientras que el jugador mejor pago de la NBA (Stephen Curry) cobra casi US$ 52 millones.
Lo esperable y deseable es que esa entrada de dinero también beneficie a las jugadoras, cuyos salarios están lejísimos de los que cobran en la NBA.
Según el convenio de la WNBA, el salario máximo para esta temporada es de unos US$ 250.000 y en la NBA el jugador mejor pagado esta campaña fue Stephen Curry, el base de los Warriors, con casi US$ 52 millones.
Pero sí se han dado algunos pasos importantes hacia la profesionalización completa como el anuncio de que la WNBA, por primera vez, tendrá vuelos privados para todos los equipos durante la fase regular, un viejo reclamo para unas jugadoras que, pese a su estatura, debían volar hasta ahora en comercial.