INFORME
La pandemia las afectó pero capearon el temporal y avanzan en proyectos que consolidan su crecimiento
Una casona de calle Rostand invita a sentirse en Europa y probar delicias de chocolate. Tras bambalinas cuenta con una planta elaboradora de primera generación. En Ciudad Vieja, Volverás a mí también enfatiza en la calidad y le suma innovación a cada bocado. Fabián Gesto impulsa su marca y este año instalará su primer local; Quiero Chocolate amplió su planta elaboradora y Extrablatt, en Nueva Helvecia, triplicará la suya. En Punta del Este, Late Chocolates aplica el proceso «Bean to bar» e importa su propia materia prima. El consumidor, ávido de novedades impulsa el consumo de chocolate premium y está dispuesto a pagar $ 80 por un bombón y también $ 200 por una tableta de puro cacao.
«Antes la diferenciación era si el chocolate era rico o no. Hoy el público tiene cada vez más conocimiento, desde el origen del cacao, la selección de granos que ofrecen distintos países, quiere saber más y exige más», puntualiza Paola Navarro, jefa de Marketing de Puratos. La empresa importa dos líneas a Uruguay: Belcolade Selección (granos de distintos países) y Belcolade Origin (Perú, 64% de cacao, Ecuador 71%, Vietnam 73%).
Aunque el 2020 no es parámetro de mediciones (se mantuvo estable), el crecimiento es sostenido. «El incremento es bastante importante, ronda el 30% anual», remarca Navarro.
«En los últimos cinco años hubo un auge, el crecimiento se aceleró muchísimo», subraya.
El paladar local se educó y el conocimiento del chocolate, sus procesos y elaboración hace que el consumidor esté dispuesto a invertir en lo que consume. «Este producto no es caro, es costoso», enfatiza Gastón Pais, desde Mariapasión y agrega: «El cliente prueba un buen chocolate y no tenés que contarle nada más».
El décimo año fue difícil para la boutique pionera en apostar a la chocolatería de vanguardia. Ciudad Vieja no solo sintió la ausencia de turistas, sino también de locatarios. Fechas claves como San Valentín, Pascua y Día de la Madre le dieron respiro e impulsaron cambios. «Nos reinventamos y Volverás a mí se instalará en los cruces de las peatonales Sarandí y Pérez Castellano, en el nuevo multiespacio de La Obrería», adelanta Pablo Migliani. El socio del reconocido chocolatero Lucas Fuente, que ha formado a profesionales locales, es optimista: «Vamos a un lugar siete veces más grande. Cuando pase el temblor, estaremos arriba».
«Nacimos con la vocación de ser una chocolatería de estilo europeo. Queremos educar en el consumo consciente del chocolate y contamos con una planta elaboradora profesional», cuenta Gastón País, director de Mariapasión. En Rostand 1574, la «Casona de Cacao» —cuya inversión estuvo en el entorno de los US$ 150.000 en reformas y maquinas traídas de Europa— invita a una experiencia única que incluye degustación. «Estamos 30% arriba de 2020, con la ausencia de turistas; nos damos cuenta que los uruguayos se han sumado al consumo de chocolate premium», dice Pais, que también posee local en Punta Carretas Shopping.
«Bean to bar, traemos granos y hacemos todo el proceso hasta llegar al chocolate, somos los únicos en hacerlo acá y eso marca la diferencia», aseguró Juan Diego San Martín, principal de Late Chocolates. «El año de pandemia fue difícil, pero las empresas agasajaron a clientes y también colaboradores y eso multiplicó ventas». La línea de bean to bear, surgida hace 18 meses, requirió una inversión de US$ 30.000. «Hoy hacemos un producto único con cacao que traemos de Brasil y Ecuador», dijo. Produce más de 1.600 tabletas anuales y entre 350 y 400 kilos al mes, que vende en su local de Punta del Este.
«Tenemos una planta elaboradora de 48 m2, nos mudaremos a una de 198 m2», dijo Fernando Costabel, principal de Extrablatt, desde Nueva Helvecia (Colonia). Con US$ 65.000 de inversión, más la compra de un predio, en enero de 2014, en pleno verano («el peor momento para el chocolate») abrió su chocolatería fina. «Además de dinero, invertimos esperanzas, sangre, sudor y lágrimas», remarca Costabel. Previendo un 2021 difícil, se preparó en 2020 para enfrentar un verano «tétrico» y sin turistas. Su plan de promoción resultó: creció 16,3% en ventas sin recibir a extranjeros, que eran el 85% de sus clientes.
En 2019 la antropóloga Agustina Vitola y la diseñadora industrial Soledad Corbo idearon (desde Cuchara Food Design) Autoctonario. Decididas a impulsar el patrimonio gastronómico local, concibieron al chocolate como un «vehículo privilegiado» para dar a conocer los frutos nativos. Una inversión inicial de $ 640.000 obtenida a través de Capital Semilla de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) dio paso a la marca, que hoy comercializa en Montevideo e Interior. Con la pandemia, las tabletas (con pulpa de frutos incrustados) y bombones rellenos sedujeron al público local y duplicaron sus ventas pese a la ausencia de extranjeros.
«Nuestro crecimiento es sostenido a pesar de la pandemia», cuenta Fabián Gesto, creador de la línea de chocolates que lleva su nombre y que lidera junto a Susana Nahmias, su esposa. El público corporativo y de regalería son su objetivo y se hace sentir en días especiales (de los Enamorados, de la Madre o Pascuas). «Mi gran termómetro fue la zafra de fin de año: vendimos 50% más», dijo y agregó que las firmas regalaron a clientes y empleados. Sus bombones (brillantes, coloridos, pintados a mano) son su producto estrella. Con 20 rellenos, produce cinco por semana, que son «una sorpresa para los clientes». Este año prevé abrir su primer local donde también habrá atención al público.
La chocolatería artesanal de Fabiana Cesconi y Alvin Chimanoski alude al nombre científico Theobroma cacao y también a Theo, que significa Dios. «Hacemos el alimento de los dioses», afirmó Cesconi. En el último año, el emprendimiento se consolidó, creció en el entorno del 15% y sumó productos. A la línea de bombones y tabletas de puro chocolate belga, Theoagregó crema de chocolate para untar y chocolate para taza (listo para sumergir en leche caliente). Sus creaciones de están en puntos de venta capitalinos y se encargan a través de Instagram. Tiene opciones con y sin azúcar, especiales (cacao, mix de frutos secos y sal marina) y de origen (Perú y Ecuador).
Mónica Sniadower se enamoró del chocolate en 2016. Madre de cuatro hijos, la licenciada en administración de empresas buscó trabajar por su cuenta. Tras clases y viajes a lugares con desarrollo en el segmento, fundó Quiero Chocolate. La empresa creció en pandemia. En febrero de este año, estrenó planta elaboradora nueva y un local con más espacio. Sus bombones artesanales son uno de sus sellos. «Los uruguayos son clásicos; en los rellenos no pueden faltar los de dulce de leche, pero ofrecemos variantes, como los que suman sal marina», cuenta. Adquiere su materia prima a través Puratos, que importa chocolate belga.