Sofía Diamante
La Nación / GDA

Una cita a ciegas que terminó en una mudanza internacional y en un emprendimiento. Así nació Botela, una marca de mochilas, bandoleras, riñoneras, bolsos y materas fabricadas con tela reciclada de botellas de plástico.

Paula Madero vivía en Argentina cuando conoció a Arturo Vial en un casamiento en Chile. Él es argentino, pero a los siete años su familia se mudó a Santiago. «Me tira más Argentina, sobre todo en fútbol», dice con acento porteño, que adapta al chileno según en qué país esté. Al poco tiempo de conocerse, Paula dejó su puesto de marketing en Buenos Aires para mudarse a Chile, donde consiguió trabajo en el e-commerce de Falabella, lo que le permitió adquirir experiencia en ventas online. Al mismo tiempo, como tenía su lado artístico, comenzó a pintar y Vial, que es diseñador industrial, le propuso plasmar esas ilustraciones en productos. Así, la cita a ciegas terminó convirtiéndose en un negocio.

La primera marca que fundaron fue Paper Home, que sigue vigente en Chile, y se enfoca en mujeres, niños y decoración de hogar, aunque varios de sus productos textiles ya estaban hechos con tela de botellas plásticas recicladas, al igual que Botela. El segundo proyecto nació 100% sustentable y está inspirado en productos de uso diario, más urbanos.

La tecnología para hacer el reciclaje es bastante compleja y la descubrieron por casualidad, cuando en Chile se prohibieron las bolsas plásticas en los supermercados y nacieron las bolsas de plástico reciclado. Investigaron de dónde surgía ese proceso y Google les indicó una fábrica situada en Carolina del Norte, EE.UU. Mandaron varios mails a la empresa preguntando si podían ir a conocer la fábrica, avisaron que tenían comprados los pasajes para presionar y volaron a EE.UU.

«Nos gusta innovar y trabajamos mucho en buscar nuevos procesos. Coincidimos en que queríamos hacer algo sustentable y empezamos a averiguar qué soluciones había a nivel global. Viajamos a EE.UU. y tocamos la puerta de una industria gigantesca. Por suerte nos abrieron sus espacios y nos mostraron el proceso de producción, desde que llega una botella de plástico hasta que termina convertido en hilo. Fue muy impactante», relata Madero.

«Es una industria enorme donde está todo automatizado. El proceso empieza con las botellas recicladas, que son cuidadosamente seleccionadas, lavadas y trituradas para convertirlas en pequeños fragmentos conocidos como PET Flake. Estos fragmentos pasan por un proceso de calentamiento, donde se transforman en pellets: diminutas pelotitas de plástico. Los pellets se calientan hasta alcanzar un estado viscoso, que es presionado y extruido a través de microperforaciones, generando un hilo resistente, que se utiliza para tejer telas de alta calidad y durabilidad», explica Vial.

En 2021 renunciaron a sus trabajos y viajaron a Inglaterra, donde Vial hizo un Máster en innovación textil, mientras seguían a cargo del emprendimiento de manera virtual. «Vimos que el taller funcionaba bien con nosotros a la distancia, después de Inglaterra decidimos volver a Argentina en 2023 y lanzar Botela. Recién lo logramos en abril pasado, durante la Bioferia», dice Vial.

«Si bien estamos en el mercado local hace menos de un año, el país ya representa la mitad de las ventas, y eso que todavía tenemos pocos productos. El mercado creció más de lo que esperábamos. El objetivo para el año próximo es abrir un taller en el país», agrega Madero, quien señala que venden alrededor de 100 productos por mes en Argentina. La mayor parte del negocio representa la venta corporativa, sobre todo en Chile, para regalos que hacen las empresas. Entre sus principales clientes están Coca-Cola, Oracle, Banco de Chile y la minera Antofagasta Minerals.