Histórico. El fichaje del piloto británico y siete veces campeón de la Fórmula 1, Lewis Hamilton, por Ferrari, la escudería más popular del mundo, simboliza una de las uniones más impactante de la historia del deporte.
El acuerdo, anunciado la pasada semana y que entrará en vigencia recién en la temporada 2025, supone, de antemano, un golpe de efecto en dos planos, el deportivo y el de marketing.
Sobre la pista, la escudería del cavallino rampante aspira a recobrar con Hamilton la gloria de otros tiempos, cuando gobernaba la F1 de la mano del alemán Michael Schummacher.
El fichaje del inglés también tiene una lectura empresarial y de marca que promete beneficiar a Ferrari. El mero anuncio de la contratación de Hamilton elevó la cotización de la empresa en la bolsa europea un 9%.
La marca italiana ha estado identificada históricamente con el lujo y como un símbolo aspiracional, un ideal al que su estrategia de fabricar pocos coches al año a precios elevadísimos y hasta el no hacer publicidad refuerzan. Con la llegada de Hamilton a sus filas, Ferrari incorpora a un «embajador» prestigioso por su trayectoria deportiva, su influencia más allá de las pistas -dado su activismo en causas sociales y la defensa del medio ambiente- y hasta por su rol como ícono de la moda (el piloto suele vestir prendas de tendencia de Dolce & Gabbana y Versace).
Esa combinación de atributos ha establecido al piloto como uno de los deportistas preferidos de las macas. Y eso se paga. Grandes empresas, como Tommy Hilfiger, Puma, Monster Energy, IWC, Sony, L’Oréal, Qualcomm, Vodafone, entre otras, le abonan al británico US$ 10 millones anuales para colocar sus productos junto a la imagen del corredor. La facturación anual de Hamilton supera los US$ 60 millones por el jugoso contrato que lo une con Mercedes-Benz; Ferrari le pagará unos US$ 40 millones por temporada, aunque se estima que los ingresos personales por año alcanzarían los US$ 100 millones tras su pase al equipo italiano.
De récord
Ferrari tiene recursos para permitirse este tipo de fichajes. De hecho, la marca anunció ingresos récord tras su ejercicio 2023, en el que obtuvo ganancias por US$ 1.350 millones, un 34% más que en 2022, según informó la compañía a sus accionistas. El balance además reveló un aumento de la facturación, que ascendió a US$ 6.900 millones. La marca vendió el año pasado 13.663 automóviles, una mejoría del 3,3% respecto a 2022.
Pero, a diferencia de otras marcas automotrices, el negocio de Ferrari trasciende la venta de coches.
La empresa tiene una legión de fanáticos en todo el mundo, pero la mayoría no puede permitirse comprar uno de sus autos. Por eso la venta de merchandising es tan importante para la marca. Se estima que esa línea de negocio, que abarca desde camisetas, gorras, lentes, entre otros productos, genera ingresos a Ferrari de entre US$ 1.500 millones y US$ 2.500 millones al año. No todo es ganancia, la marca invierte unos US$ 500 millones de presupuesto en sus coches para competir en la F1.
Es de esperar que la unión de Ferrari y Hamilton renueve el entusiasmo de los fanáticos y atraiga nuevos espectadores -y potenciales consumidores- a las carreras.
Los expertos y amantes de la F1 aseguran que con Hamilton, los italianos se garantizaron un gran piloto para volver a aspirar a ganar un campeonato. Falta ver qué mejoras harán los de Maranello a su coche para igualar o incluso superar a Red Bull, la escudería que viene arrasando en los últimos años. La verdad se verá en la pista.