Jane Margolis
Como directora de ventas en línea de la constructora CC Homes, Lorraine Sánchez anima a los posibles compradores a ver las casas de la empresa en Ave María, una ciudad en el suroeste de Florida.
Desde el año pasado cuenta con una nueva herramienta de marketing: Ave María está «certificada» como zona azul, un lugar orientado a ayudar a las personas a vivir una vida sana y activa.
«Es un gran punto de venta», dijo Sánchez.
El término «zona azul» se acuñó hace dos décadas cuando Dan Buettner, un explorador estadounidense de National Geographic, investigaba lugares alrededor del mundo donde la gente vivía habitualmente hasta los 100 años o más. Dedujo que los residentes de estos lugares, en su mayoría pequeños y remotos, tenían vidas tan largas y saludables porque se mantenían activos, comían alimentos a base de plantas y formaban vínculos sociales duraderos, entre otras prácticas.
El concepto se ha convertido en la última palabra de moda sobre bienestar: Blue Zones, la compañía que surgió de la investigación de Buettner, ha puesto su marca en libros, frijoles enlatados, té embotellado, tazones de burrito congelados e incluso una serie en Netflix.
Ahora, la industria inmobiliaria ha entrado al juego. Blue Zones ejecuta iniciativas que certifican pueblos y ciudades que cumplen con criterios de estilo de vida saludable y ayudan a otros a rehacerse para promover la longevidad. Las iniciativas, a menudo financiadas por sistemas de atención médica y compañías de seguros con intereses creados en una población sana y saludable, promueven soluciones como prohibiciones de fumar, senderos para bicicletas y actividades grupales que fomentan un sentido de pertenencia.
Ochenta lugares en EE.UU. -desde Bakersfield, California, hasta Corry, Pensilvania- han adoptado estas iniciativas, llamadas Proyectos de Zona Azul. Algunos desarrolladores se inspiran en las Zonas Azules incluso si no buscan una certificación oficial.
Pero en algunos casos, parece ser más una estrategia de marketing que cualquier otra cosa, uniéndose a una avalancha de programas de certificación de bienes raíces y teniendo poco que ver con el estilo de vida modesto que las zonas azules pretenden reflejar.
Un proyecto de hotel y condominio de lujo en Miami está utilizando el apodo de zonas azules para un centro médico en sus instalaciones que ofrecerá cirugía plástica. Y ha habido oposición en algunos sectores, incluida una parte de Phoenix con una gran población minoritaria. Algunos grupos sin fines de lucro escribieron una carta criticando un esfuerzo por organizar una iniciativa de zonas azules, diciendo que competiría con planes que ya están en progreso, agotando recursos y financiamiento.
«Esto es como Medicina del estilo de vida básico», dijo Janelle Applequist, profesora asociada de la Escuela Zimmerman de Publicidad y Comunicaciones Masivas de la Universidad del Sur de Florida. «Esto es algo que hemos sabido desde siempre. Simplemente lo están reenvasando», señaló.
Buettner defendió el enfoque de su empresa, diciendo que se basaba en una investigación exhaustiva y que en lugar de tratar de persuadir a las personas a cambiar su comportamiento, como lo hacen otros programas de bienestar, se centra en cambiar el entorno para facilitar las elecciones saludables.
«A primera vista, podría parecerse a lo que se ha hecho antes», concedió. «Pero cada componente de lo que hacemos está respaldado por evidencia».
La carrera del «gurú» de la vejez
El fenómeno de las zonas azules comenzó cuando Buettner se enteró de que la isla japonesa de Okinawa producía las personas más ancianas del mundo y, en 1999, se propuso descubrir por qué. En una década, él y otros investigadores habían identificado cuatro zonas azules más: pequeñas comunidades en Italia, Costa Rica y Grecia, así como Loma Linda, California. Buettner destiló lo que los residentes de las zonas azules tenían en común y se propuso difundir el evangelio en libros, artículos y charlas. Fundó Blue Zones para gestionar todas estas actividades y ahora es presidente.
«Nunca me propuse ser un gurú de la longevidad», dice Buettner al comienzo de su serie de Netflix.
De las críticas a un nuevo hallazgo
Las afirmaciones y datos de las investigaciones realizadas por Buettner han sido objeto de cuestionamiento. Y desde sus pesquisas iniciales, algunas de las zonas azules originales que detectó a lo largo de los años han perdido su ventaja de longevidad a medida que los alimentos procesados suplantaron a las comidas elaboradas con ingredientes de cosecha propia y las formas sedentarias de la vida moderna se afianzaron.
Pero el explorador estadounidense recientemente ungió una sexta zona azul: Singapur.
La isla del sudeste asiático se diferenciaba de las cinco zonas azules anteriores, que habían crecido orgánicamente, porque sus políticas gubernamentales empujaban a la gente a tomar decisiones más saludables.
Dolores de cabeza
Pese a la creciente popularidad de las zonas azules, algunos organizadores encuentran resistencia.
Equality Health Foundation, una ONG derivada de la plataforma de atención primaria Equality Health, ha estado trabajando para organizar un Proyecto de Zonas Azules en el sur de Phoenix, un área con una población mayoritariamente negra e hispana que tiene ingresos más bajos y menor esperanza de vida que las zonas cercanas predominantemente blancas.
Tomás León, presidente de la fundación, dijo que busca recaudar US$ 10,5 millones para la iniciativa.
Pero algunos grupos locales han expresado su preocupación de que las zonas azules dupliquen los esfuerzos que ya están llevando a cabo y que la campaña de recaudación de fondos desvíe dinero que de otro modo podría destinarse a sus proyectos.
Por ejemplo, el Colectivo Cihuapactli, un grupo de defensa de las familias indígenas, tiene planes para un centro de bienestar que requeriría recaudar alrededor de US$ 25 millones, dijo Enjolie Lafaurie, codirectora ejecutiva de operaciones y desarrollo. «Es como sacarle a Juan para darle a Pedro», añadió.
Los grupos también señalaron en una carta que proyectos similares carecían de arraigo en la comunidad y que los esfuerzos por organizar una iniciativa de zonas azules tenían «un complejo de salvador blanco».
León aseguró que era sensible a esas preocupaciones y que estaba aumentando su recaudación de fondos para poder dirigirlos a ellos.
Buettner afirmó que los Proyectos de Zonas Azules podrían ser difíciles de ejecutar, ya que requerirían un esfuerzo coordinado entre todos los rincones de una comunidad. «Hay mucha disciplina, dolores de cabeza y corregir el rumbo para que las cosas funcionen», cerró.