Una costumbre suiza se impone en Uruguay: comer raclette. Ocurre gracias a queBaco Vino y Bistró trajo a la escena local uno de los platos típicos del país europeo y hasta el domingo 28 de abril habrá tiempo de disfrutar esta delicia.
«Servir raclette se hizo tradición en nuestro restaurante, volvemos a ofrecerla porque es una preparación que ahora nos piden nuestros clientes», detalló Sophie Le Baux, quien dirige el reducto gastronómico de Punta Carretas junto a su esposo, Matías Fasolo.
Este plato proviene del Cantón du Valais, justo el sitio donde la pareja estudió. «Era un alimento que los pastores llevaban cuando movían a sus rebaños; viajaban con hormas de queso, lo calentaban sobre el fuego y lo servían sobre un pedazo de pan o un pedazo de papa», recordó Le Baux.
La raclette se elabora con queso hecho a base de leche, es un semiduro, bastante cremoso, con un sabor suave. Se corta media horma, se pone debajo una resistencia que lo derrite y una vez fundido se sirve en un plato, por lo general, una papa cocida, algunos encurtidos y embutidos.
«Las raclettes en Suiza son como el mate acá. Los amigos se reúnen alrededor del grill y hasta hacen competencia de quién come más», puntualizó Le Baux.
Y agregó: «Al inicio intentamos que los clientes pagaran un ticket y consumieran la cantidad que quisieran, pero no lo logramos, así que ahora las ofrecemos por unidad».
En Baco el festival de raclette se organiza tres veces al año, cuando durante cuatro días se suma a su menú habitual (la propuesta empezó ayer y continuará hasta el domingo). Se sirven desde el mediodía hasta la medianoche ($ 200 cada una).
El restaurante ofrecerá decenas de opciones de vino para maridar con este plato. Algunos de los recomendados que armonizan con el queso fundido son: moscatel de Bracco Bosca, sauvignon gris de Bresesti, semillón de Bouza y petit grain de muscat Varela Zarranz.