Restaurantes de campo, la experiencia que va más allá de la cocina y conquista cada vez más uruguayos

Alejados de las ciudades y con propuestas que combinan la gastronomía y el disfrute de la naturaleza, estos establecimientos ganan clientes en el mercado. Cinco locales cuentan su historia de éxito

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Restarutantes de campo en Uruguay

Se trata de comer bien, con productos naturales y frescos, pero sobre todo, de disfrutar sin prisas, rodeado de naturaleza, conversando con los demás comensales y alternando el tiempo con alguna caminata al aire libre.
En los últimos años, y en parte debido a la pandemia, cada vez más personas optan por salir a comer en restaurantes alejados de la zona urbana más próxima.

Rodeados de naturaleza, estos establecimientos seducen con servicios como hamacas bajo árboles autóctonos, caminatas por senderos, avistamiento de aves, y con las preparaciones que salen de sus cocinas, algunas de ellas dirigidas por los propios dueños. Los anfitriones, además, visitan cada mesa y entablan conversaciones y relaciones personales que muchas veces trascienden el negocio.

Estos restaurantes atienden con reserva previa, lo que les permite planificar adecuadamente la comida necesaria para cada cliente. Además, se caracterizan por ofrecer platos elaborados en el momento con materia prima de proveedores de la zona o de huertas propias, garantizando la frescura de cada preparación.

Según comentaron a El Empresario los responsables de cinco locales gastronómicos (La Mansedumbre, Las Ánimas, Chocha y Nena, Choto y La Encontrada), estos diferenciales hacen que los clientes disfruten la experiencia más allá de la comida. En general, las estadías superan las tres horas, el tiempo que transcurre entre que los comensales llegan, se acomodan, comen y disfrutan el lugar. «Incluso, algunos han llegado a quedarse a cenar», admitió Fredy Hernández, director de La Mansedumbre, en Sauce, Canelones.

Ya sean uruguayos o turistas extranjeros, la experiencia que proponen estos restaurantes tiene cada vez más fieles, muchos de los cuales retornan varias veces al año.

La Mansedumbre
La Mansedumbre

Desde hace 15 años, Fredy Hernández y su esposa Silvana Dotta, junto a su hijo Juan Manuel, reciben personas en su casa, convertida en el restaurante La Mansedumbre (Sauce, Canelones). «Yo cocinaba y recibía a amigos, hasta que hace unos años uno de ellos me pidió que le organizara todo para un cumpleaños y le cobrara. Y así comencé», recuerda Hernández. Desde entonces, no paró más y hoy atiende al mediodía, en un ambiente «rústico y ameno», a unas 20 personas repartidas en cuatro mesas, donde se genera «un ambiente familiar». «Por ahora atendemos solo al mediodía y con reserva previa, pero con tiempo, podemos recibir grupos en la noche o días especiales», aclaró. Ir a La Mansedumbre implica desembolsar un ticket individual de $ 1.750. Es un menú de ocho pasos, postre, agua saborizada con frutas de la huerta (no trabaja con refrescos), vinos de productores de la zona, pan casero con fermentación lenta del día anterior. Hernández hizo hincapié en que los menús se adaptan a las estaciones y a la disponibilidad de productos. «Respetamos la estación. Por ejemplo, en junio no te vamos a dar nada con tomate», enfatizó. Su propuesta es de «comida antigua pero gourmet», define. Por ejemplo, puede hacer un cordero con condimentos del exterior. «La gente está buscando una mejor gastronomía. El paladar se cultiva, y se está educando», aseguró. Con una fuerte incidencia del boca a boca, reconoce que crece el público de este tipo de propuestas. «Eligen porque se pueden quedar. Quieren disfrutar, no salir corriendo. Tengo grupos que los agarró la noche y se quedan a cenar», finalizó.

Las Ánimas
Las Ánimas

«Tuvimos varias familias que se encontraban acá luego de un año sin verse», destacó Gabriel Fía, director responsable de Las Ánimas. El empresario creó el proyecto en 2020 con el objetivo de albergar eventos especiales, y la pandemia lo transformó en una propuesta que las personas elegían para ir a comer en busca de espacios abiertos al aire libre. «Nunca me imaginé que ese lugar sería para ir a comer. No hacés 20 kilómetros para ir a comer a menos que seas un sibarita del cordero de las sierras», señaló. Ubicado a 8 kilómetros de la ruta 60 y a 12 kilómetros de Pan de Azúcar (Maldonado), el local tiene dos chefs fijos. Los clientes lo visitan no solo por sus platos, sino también por el servicio y el lugar, el paisaje, las hamacas paraguayas, o para disfrutar de un paseo por los olivares. «Tengo una gastronomía permanente muy buena, pero no quiero que vengas solo a comer, sino que hagas algo diferente. Una vez regalé cometas y fue un éxito. Tenemos bicicletas y armamos caminatas por el predio con interpretación de flora y fauna», detalló. Así, en promedio, las estadías comienzan a las 11:00 y pueden llegar hasta las 17:00. «Acá se vende mucho postre, y algunos salen a caminar y luego vuelven a merendar», comentó. Las Ánimas abre de viernes a domingo, atiende «preferentemente con reserva previa» y tiene capacidad para 200 cubiertos (el promedio de venta es 100 cubiertos por fin de semana). Su propuesta de menú a la carta consta de 25 platos. Su público principal son familias con hijos pequeños. El costo promedio por persona ronda los $ 1.100 e incluye, plato principal, postre y bebida.

Chocha y Nena
Chocha y Nena

No hay energía eléctrica y todo se cocina en el momento a fuego de leña. El 28 de abril de 2024 abrió Chocha y Nena (El Colorado, Canelones), restaurante de campo, un proyecto que nació como cabaña y tambo de ovejas, y que poco a poco comenzó a ganar protagonismo como propuesta gastronómica, explicó Ramiro Viré, uno de sus creadores. «Abrimos sábados y domingos, sobre todo al mediodía, y viene mucha familia que busca desconectarse», indicó. También funciona entre semana para eventos privados. «Todo con reserva. A veces llega gente, y si tenemos mesa y comida disponible, los recibimos. Pero pedimos que nos avisen lo antes posible, generalmente los miércoles. Buscamos ofrecer una experiencia integral, no solo almuerzo. Tenemos corrales de ovejas, vacas, hay caballos, conejos», detalló. El lugar cuenta con capacidad para 75 personas (100 en caso de eventos) y sus mesas no están dispuestas como en un restaurante clásico, ya que son más grandes. «Vienen y conversan entre todos. Y mientras preparamos los platos, da tiempo de recorrer el lugar. Todo es casero y a leña. En promedio, (los clientes) se quedan más de tres horas, desde las 12:00 y a veces hasta las 16:00. Vienen, comen tranquilos, caminan», dijo. Allí, los comensales pagan un ticket único por persona de $ 1.550 con entrada, plato, bebidas y postre. «Las estrellas son la manta de asado colgada de la rastra y los raviolones de molleja. Para la sobremesa, llevamos un mate de té como es tradicional en esta parte del país», señaló.

Otro diferencial es su cocina abierta que permite al público interactuar con los cocineros. «Viene bien el negocio, queremos desarrollarlo más entre semana», cerró.

La Encontrada
La Encontrada

Ubicado a una hora de la ciudad de Maldonado, La Encontrada es una propuesta que nació en plena pandemia y combina gastronomía y naturaleza. Detrás del proyecto están Paula Gómez Solé y Gastón Campos, quienes viven en el mismo lugar. «Comenzamos como provisión de comida para bares en la costa, pero se convirtió en un espacio gastronómico dentro del campo familiar», recordó Gómez Solé, la responsable de la cocina. El menú, reveló, se basa en las recetas de sus abuelas, una catalana y otra italiana. «Quiero que mis platos te recuerden a algo familiar, que sean rústicos y que te llenen», explicó. El restaurante funciona únicamente con reserva previa para que cada grupo elija su menú con anticipación, incluso el mismo día. Para su elaboración utilizan ingredientes frescos. «Un 50% de los productos provienen de la zona, como huevos y cordero; otros, de la huerta propia para tener frescos y de estación, mientras que el resto viene de Maldonado», precisó Gómez Solé. El toque natural también se puede apreciar en las bebidas. Además de gaseosas y cerveza artesanal, incluye limonadas y vinos de la zona. La Encontrada cuenta con capacidad para 20 personas, que se distribuyen en cuatro grupos de hasta siete personas para garantizar una experiencia «íntima y personalizada». Además de la gastronomía, quienes llegan pueden disfrutar de avistamiento de aves y cabalgatas, lo que lleva a un promedio de estadía que ronda las tres horas. En verano, predominan las familias, mientras que el resto del año, los clientes suelen ser parejas de entre 30 y 65 años. El precio promedio por persona se ubica entre $ 1.000 y $ 1.500, incluyendo plato principal y postre.

Choto
Choto

A pocos kilómetros de Pueblo Edén, en Maldonado, la casa del humorista argentino Fabio Alberti oficia de restaurante de campo. Con una capacidad máxima de 25 personas, Alberti abre todos los días y solo con reserva previa. «Esto lo hago con ganas, es mi casa. Se prepara con tiempo porque yo cocino todo. Me llaman, les cuento cómo es, vuelvo a llamar para confirmar y recién ahí mando la ubicación», explicó. Con una publicidad basada en el boca a boca y en su Instagram, atiende principalmente a uruguayos y argentinos. Cobra un ticket único de $ 3.000 y elabora todo con materia prima de su huerta y de productores de la zona. «Cocino lo que me gusta. En verano, la parrilla; en invierno, cocina de olla», dijo. Además, ofrece un vino con su propia etiqueta que hace la bodega de un amigo, limonchelo con sus limones o agua mineral de la zona. Para el actor, este tipo de negocio está en auge. «Lo veo en amigos que tienen restaurantes parecidos», concluyó.

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