Román Viñoly: del legado arquitectónico de su padre y los nuevos rumbos del estudio a las inversiones en Uruguay

Asumió el liderazgo de la empresa que fundó Rafael Viñoly y busca mantener la esencia que el reconocido arquitecto le imprimió a sus proyectos. Mientras, apuesta a crecer en el país con más equipo y obras

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Román Viñoly, Socio y gerente general de Rafael Viñoly Architects
Román Viñoly, Socio y gerente general de Rafael Viñoly Architects
Foto: Gentileza Rafael Viñoly Architects

Román Viñoly es hijo del reconocido arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, cuyo estudio con sede en Nueva York es responsable de proyectos mundiales como el Foro Internacional de Tokio, el Teatro Curve en Reino Unido, One Grand Park en Chicago o el hospital de la Universidad de Stanford. Pero también se destaca en iniciativas locales como el nuevo Aeropuerto Internacional de Carrasco, el edificio Plaza Alemania o el más reciente, Médano (ubicado en El Pinar).
Román nació en Buenos Aires hace 53 años, pero cuando tenía 8 su familia se radicó en EE.UU. Estudió música, cine, cursó un MBA, emprendió en contenido para TV y mobile, hasta que en 2012 decidió sumarse definitivamente al estudio de su padre.

En 2014 lanzaron una desarrolladora con la que crearon dos proyectos en Uruguay, Torre Alemania y Médano. El año pasado, tras el fallecimiento de su padre, asumió el liderazgo del estudio con el desafío de reestructurarlo sin perder la impronta «Viñoly». Desde entonces sumó tres proyectos y asegura que su faceta ecléctica lo ayuda en el cambiante mercado actual. Está casado, tiene una hija, y disfruta la música y el deporte.

Durante su carrera en otros rubros pivoteó varias veces en el estudio de su padre, ¿qué lo llevó finalmente a trabajar en la empresa?
La primera vez que fui (al estudio), fue en 1990 para el proyecto del Tokyo International Forum, para hacer una animación. Luego volví en el 2000 para gestionar un cambio. A fines de 2003 desarrollé un proyecto propio, Firebrand, un canal de streaming de contenidos publicitarios financiado por Microsoft, GE Capital, NBC Universal y Allen & Company, que se veía en 98 millones de hogares. En junio del 2008 llegó la crisis en EE.UU. y lo cerré. Luego hice un MBA y en 2012 volví definitivamente a trabajar con mi padre. Profundicé en el manejo estratégico del estudio, el financiero, lidiando con clientes, desarrollando proyectos, y en 2014, a raíz del proyecto para el 432 Park, una torre muy alta en New York, comenzamos con la desarrolladora. El edificio era un negocio de US$ 1.700 millones de ventas y cuando lo terminamos se vendió por casi US$ 3.000 millones. Pero nuestros honorarios como arquitectos no cambiaron. Entonces en setiembre de 2014 creamos Integrated Developments donde integramos la cadena de valor, buscamos el terreno, lo compramos, diseñamos el edificio y el plan de negocio, hasta la administración. Por un tema de costos, decidimos no hacerlo en Nueva York sino en Uruguay y el primer proyecto fue el edificio Plaza Alemania. Estar involucrados con los proyectos que hacemos a largo plazo nos permite que los edificios, cuando los entregamos, sea como el peor momento, en vez del mejor, que es todo lo que viene después. Compré el terreno en enero del 2015 y se inauguró en agosto del 2019. Fue muy exitoso, para diciembre del 2019 habíamos estabilizado la inversión, teníamos suficiente ingreso para cubrir los préstamos bancarios y todo lo demás. Ahí me di cuenta de que me había encantado trabajar en Uruguay, donde habíamos hecho proyectos como arquitectos, pero no es lo mismo dirigir una obra que invertir en grande en un lugar. Entonces, junto al arquitecto Sebastián Goldberg, que se convirtió en nuestro socio en el proyecto, nos instalamos en Uruguay.

Rafael y Román Viñoly. Desde 2012, padre e hijo trabajaron conjuntamente en el prestigioso estudio de Arquitectura en Nueva York.
Rafael y Román Viñoly. Desde 2012, padre e hijo trabajaron conjuntamente en el prestigioso estudio de Arquitectura.

Luego lanzaron el proyecto Médano, ¿qué oportunidad detectaron en este caso?
En El Pinar vimos que había cosas para hacer, encontramos el terreno y nos largamos a hacerlo con mi padre, un proyecto lo más sostenible posible porque está en la franja costera y que queremos que sea un ícono del país. Está todo aprobado, estamos con licitaciones y apuntamos a empezar la obra a comienzos del próximo año. El proyecto viene muy bien, estamos cumpliendo las expectativas comerciales, es tal el nivel de preventa que no sólo permite empezar, sino que ya tenemos los números para terminarlo. Son 37.000 metros cuadrados (m2), y algo que normalmente se haría en tres etapas en este mercado nosotros estamos comprometidos a hacerlo en una, con un sistema constructivo de mass timber (madera). El público que compró es de uruguayos, familias, gente joven, y otros que ya ven la salida del hogar y ahora viven en casonas y quieren racionalizar la vivienda pero tener servicios. También tenemos interés de familias argentinas. Además, contará con una planta fotovoltaica en el techo de escala industrial, de 5.500 m2 que generará 1,3 gigawatts por año. De esta forma, aportará el 100% de la energía necesaria para climatizar las unidades, los espacios comunes y la mayoría de las cargas de autos eléctricos. Esto hará que el gasto eléctrico de cada unidad se reduzca un 75%.

¿Invertirán en Punta del Este?
La temporada es tan corta que no hay necesidad de comprarse un apartamento ahí. Mientras que comprarse un hogar en Montevideo sí, sobre todo en una gama de vivienda que normalmente no existe. Hay mucha vivienda promovida pero no tanto el segmento de edificio multifamiliar de alta gama.

Médano. Román Viñoly espera que el proyecto se transforme en "un ícono del país"
Médano. Román Viñoly espera que el proyecto se transforme en "un ícono del país"
Foto: Gentileza Rafael Viñoly Architects

En 2023 falleció su padre y asumió la dirección del estudio. ¿Cuál es el mayor desafío que tuvo que afrontar?
Reestructurar la empresa. Luego de la muerte de mi padre achiqué el estudio y empecé a pensar qué hacer y cómo, porque no había un plan listo como para ejecutar en el momento que ocurriera eso. Fue y sigue siendo un desafío. Creo que nunca sentiré que ya está (resuelto), pero aprendí que puedo afrontarlo. Reconfiguré los recursos para seguir haciendo el tipo de actividad profesional que nos enseñó mi padre, que es desarrollar arquitectura basados en valores muy básicos como el impacto cívico. O sea, pensar cómo hacer para que esa inversión sea adoptada por su comunidad, porque lo que tienen de bueno los proyectos que hizo mi padre, y que seguimos haciendo, es que los pensamos para que en 40 o 50 años puedan ser otra cosa, se usen de otra manera. Y para que eso funcione tienen que despertar cariño. También cambiamos la cultura del estudio, que era paternalista porque todo el mundo trabajaba para mi padre y no hay otro Rafael Viñoly. Y en eso juega un papel muy importante todo el equipo, sin ellos no podría hacerlo. La buena noticia es que, luego de fallecer mi padre, ya ganamos tres proyectos nuevos en India, Medio Oriente y New York. Estos se suman a los siete que venimos ejecutando, y todos son proyectos Viñoly y eso a mí me da paz.

¿Cuántas personas trabajan?
Somos entre 70 y 75 personas.

¿Cómo se comportó la empresa en cuanto a facturación en los últimos años?
Cuando mi padre se murió estábamos recién saliendo de los impactos súper negativos de la pandemia. Nosotros, como estudio de arquitectura, siempre tuvimos proyectos muy especiales como el hospital para la Universidad de Stanford, por ejemplo, que demoró 12 años en hacerse. O un nuevo edificio de laboratorios y de administración para la Universidad Rockefeller en Nueva York. Cuando ese tipo de cliente decide construir no depende de si el mercado está bien o no. Nosotros terminamos el hospital de Stanford en el 2019 y a finales de ese año el Rockefeller University. Pero entramos a la pandemia con un portafolio de clientes que eran todos desarrolladores comerciales y eso lo frenó la pandemia. Luego comenzó a repuntar.

¿Qué nuevas tendencias ve que surgen en su negocio?
Los estudios de arquitectura no son autores, son traductores de las tendencias, aspiraciones, ideas y deseos de la gente que quiere invertir. Desde el punto de vista de la arquitectura como negocio creo que el hecho de que seamos también desarrolladores nos da una gran ventaja competitiva porque trabajamos todas las aristas del negocio. De mi padre aprendí cómo acercarnos a un proyecto con la mentalidad más amplia posible para abrir el abanico de consideraciones que influyen en el trabajo de diseño. Y eso es clave porque comenzás a pensar como diseñador y como inversor, si el mercado lo demanda. En sostenibilidad, si sos un inversor cortoplacista no te importa, pero si sos largoplacista te tiene que importar porque la sostenibilidad y eficiencia de un proyecto de cómo se construye, se opera, a largo plazo, es algo donde vale la pena invertir, como la educación.

¿Tienen en carpeta más proyectos con Integrated Developments?
Sí, pero no estamos listos para anunciarlos. Uno será en Uruguay porque es un mercado súper importante para nosotros, no solamente como desarrolladores sino también como arquitectos. Lo más probable es que esté en Montevideo donde estamos convencidos que hay mucho para hacer. Lo que queremos es elevar el nivel de la oferta de la capital para atraer más gente del exterior, más inversión extranjera. Puede ser que sea de usos mixtos. Además, por esto estamos armamos un estudio ahora en Montevideo. Ya contamos con 10 personas pero el plan es crecer más porque estamos atendiendo más proyectos de afuera del Uruguay, tanto como arquitectos, como desarrollares.

Roman Viñoly. Socio y gerente general de Rafael Viñoly Architects
Roman Viñoly. El socio y gerente general de Rafael Viñoly Architects aseguró que hay mucho talento en Uruguay y por ello crecerá en el país.
Foto: Gentileza Roman Viñoly. Socio y gerente general de Rafael Viñoly Architects

¿Piensan replicar Médano en otros mercados?
Por sus características arquitectónicas y de eficiencia se puede exportar porque se optimiza mucho el uso de la tierra, es sostenible, y puede tener mucha audiencia en otras ciudades del mundo. En Dubái estamos hablando con gente que tiene terrenos que les interesa el concepto. También en Austin, Texas, hay gente que tiene un terreno alargado sobre el agua, a minutos de la ciudad, que está interesada. Estamos armando una marca alrededor de Médano sobre este concepto de vida del lujo consciente, con más bienestar. Para esto, nos vamos a asociar con desarrolladores en cada lugar porque tenemos que trabajar con gente que conoce.

¿Cómo es vender arquitectura desde Uruguay al mundo?
Hay muchísimo talento en Uruguay, hay mucha capacidad. Es un lugar fantástico y es por eso también que, desde que empezamos a trabajar en Uruguay, a invertir en el país, nos pareció que había una base de calidad de la gente que es muy talentosa y muy capaz. Nosotros tenemos el centro en Nueva York pero ahora estamos apoyando una cantidad de nuestra producción en Uruguay. De hecho, está en los planes crecer bastante en el país porque nos permite también ser más competitivos en el mundo.

«Por mi experiencia me transformé en pivoteador natural»
Román Viñoly.

Estudió varios rubros muy dispares, ¿de qué manera aplica eso en la empresa?
Estamos ante un sector muy cambiante. Uno de los nuevos proyectos luego de que falleció papá, es un edificio existente en Manhattan que lo quieren reposicionar. Cuando empezó era un reposicionamiento de un edificio clase B de oficinas a viviendas de lujo. Después cambió en el medio y volvimos a rehacerlo. Esa versatilidad es algo que los clientes aprecian muchísimo, de llegar a un producto bueno, positivo y mejor de lo que podría haber sido si viene sólo del concepto que tiene alguien. Hoy las cosas cambian así, pasás seis meses desarrollando un edificio de oficinas y viene el dueño y te dice que el micromercado cambió y ahora quiere que sea residencial. Y me transformé en un pivoteador natural por mi experiencia de ir probando por todas partes: cine, música, escritura, dirección creativa del estudio, finanzas, desarrollo en contraste con mi padre, que era una persona que tenía tanta capacidad de profundidad en algo. Tengo una capa muy amplia que me permite integrar y sintetizar. Eso que antes me causaba angustia hoy es clave para hacer las cosas que estoy haciendo.

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