Siempre eligió a Uruguay, pero se animó a emigrar y llegó a una multinacional en México

Eduardo Gil es Business Development manager de inConcert en el país azteca

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«Vi una oportunidad de crecimiento, la tomé y estuvo muy bueno», dijo Eduardo Gil, uruguayo que emigró a México.
«Vi una oportunidad de crecimiento, la tomé y estuvo muy bueno», dijo Eduardo Gil, uruguayo que emigró a México.
Gentileza: Eduardo Gil

Eduardo Gil nació en Montevideo, y siempre fue de los uruguayos que dijo que no viviría en el exterior. «Cómo abandonar el país, la rambla, el estadio, Nacional», recuerda hoy, muchos años después de haber dejado aquel discurso que ahora cree «insólito», y de haberse animado a emigrar.

Es ingeniero en Computación, y en 2004, buscando trabajo, encontró en las ofertas del Gallito Luis una oportunidad: ingresar en inConcert, una tecnológica dedicada a crear soluciones digitales para contact center. Trabajando en esa empresa comenzó a viajar para conocer clientes y desarrollar proyectos. Visitó varias tierras, Argentina, Ecuador, República Dominicana, pero la que lo enamoró realmente fue México.

Lo que más lo impactó cuando llegó a ese país fue el movimiento de personas. Una vez, llegando a Culiacán, en Sinaloa, quedó impresionado por la cantidad de gente y la manera de viajar, «ver al plomero que viajaba en avión de una ciudad a otra con un caño me sorprendió, en Uruguay ese concepto sería muy loco», comentó a El Empresario.

Fue por ese movimiento y las ganas de conocer esa cultura que volvió a Uruguay pensando en que quería emigrar. Y las circunstancias confabularon a su favor, porque la empresa buscaba a una persona que pudiera desarrollar en México un equipo técnico y estratégico. Le dijo a su jefe que le gustaría ir, y pocos meses después se mudó. A tres años de entrar en la firma, su vida cambió.

«Ahorita»

Al instalarse en México tuvo que conocer varias costumbres, como que el almuerzo es después de las dos de la tarde, o que en la oficina el «ahorita» es muy común y confuso. «Ahorita lo hago» puede ser «lo hago dentro de dos horas» o «dentro de dos días». Y acostumbrarse le costó un poco.

Además, los mexicanos son «más alivianados» a la hora de trabajar. «Me llamó mucho la atención, tienen otra libertad y menos presión», comentó Gil.

Uno de los desafíos que tuvo que enfrentar fue armar un equipo y transmitirle a sus integrantes «ese compromiso con el objetivo final y el hacer todo a tu alcance para que ocurra, que a veces es difícil de encontrar, y los uruguayos lo tenemos en el ADN». Y la mejor forma que encontró para eso fue predicar con el ejemplo, contó. En México no es común que el jefe haga tareas como entrar en un datacenter y desconectar un cable para solucionar un problema, y mostrarle a los colaboradores que en Uruguay eso es algo normal los impactó, pero también los ayudó a aprender, afirmó el ejecutivo.

Eduardo Gil
El ingeniero viajó a México para formar un equipo técnico dentro de la empresa.
Gentileza: Eduardo Gil

Cambio drástico

Con los años varias cosas evolucionaron, por ejemplo, a nivel tecnológico, que el cliente pudiera consumir desde la nube cambió el paradigma de los servicios que ofrecía la empresa, el famoso software as a service transformó la forma de trabajar. Y la capacitación fue algo constante y fundamental para estar actualizado.

Pero además, para Gil cambió su trabajo, porque de liderar el equipo técnico de inConcert pasó a trabajar en el departamento comercial, y tuvo que aprender a vender su trabajo en un mercado «enorme y pujante, con un público bastante exigente» como es el de México, al que le gusta mucho la presencialidad, por lo que pandemia fue muy desafiante. «El cambio fue drástico, no por el mercado sino por el cambio de funciones. Me sentí fuera de mi zona de confort», indicó.

Pero de a poco fue aprendiendo a vender y a entender a los clientes, a cómo convencerlos y a cómo entender qué propuestas seguirían adelante y cuáles no, porque una característica de México es que difícilmente la gente diga que no. «Son muy positivos», contó Gil, pero eso no significa que compren siempre, por eso es importante identificar qué proyectos tienen la oportunidad de avanzar y cuáles no.

Hoy el ejecutivo se desempeña como business development manager de inConcert, que tiene presencia en más de 25 países, y cuenta con más de 1.000 clientes y más de 300 colaboradores.

En paralelo a su trabajo, se sacó «la espinita de emprender» y representó junto a un amigo una marca de longboards y equipamientos de protección para deporte. El proyecto le sirvió para saber cómo era emprender en un país tan grande, pero después de seis años terminó.

Tiene una hija de nueve años que nació en México y es la razón principal por la que no se ve viviendo fuera de ese país próximamente. Pero viaja a Uruguay todos los años y está seguro de que haberse ido le ha enseñado mucho. «Es muy enriquecedor, no tengan miedo, háganlo. Me siento muy contento de haberlo hecho siendo alguien que siempre decía que no quería irse. Vi una oportunidad de crecimiento, la tomé y estuvo muy bueno», concluyó.

Eduardo Gil junto a su hija.
Eduardo Gil junto a su hija.
Gentileza: Eduardo Gil

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