La biotecnología uruguaya sigue dando muestras de innovación. Esta vez, la startup Kinzbio, creada en 2021 por Gregorio Iraola y Josefina Puig, lanzó un primer medicamento contra infecciones resistentes en base a bacteriófagos -también llamados fagos-, unos virus que existen en la naturaleza y tienen la capacidad de infectar únicamente a las bacterias y eliminarlas.
El proyecto ataca uno de los problemas de la medicina moderna: la alta resistencia de las infecciones bacterianas a los antibióticos tradicionales. De hecho, Iraola y su socia conocieron esto mientras estaban investigando infecciones y resistencia antibiótica. «En el contexto de la pandemia, Josefina comenzó a trabajar conmigo en temas relacionados con covid y descubrió el potencial de los bacteriófagos. Le pareció una aplicación fascinante y me propuso la idea de crear una startup. A fines de 2021 fuimos a un congreso en Bruselas sobre empresas que se dedican a bacteriófagos y estaban desarrollando cosas similares para distintas aplicaciones en tratamiento humano. No había en ese momento nada en Uruguay ni en la región», recordó Iraola.
La startup terminó de germinar con dos inversores privados que tenían una experiencia personal cercana el tema. «Uno había tenido a un familiar internado por una bacteria multirresistente, y otro había perdido a un hermano por fibrosis quística», comentó.
Iraola explicó que Kinzbio trabaja con un grupo particular de bacteriófagos denominados jumbo, que tienen características únicas y ventajosas para el tratamiento. Pero lo innovador de la empresa es su plataforma tecnológica que permite personalizar la terapia. «Seleccionamos los mejores bacteriófagos que existen para una determinada aplicación gracias a un conjunto de procedimientos que desarrollamos y son parte de nuestra propiedad intelectual», remarcó el CEO de Kinzbio.
También destacó la velocidad de respuesta de su proceso. «Desde que el laboratorio de microbiología de la institución (que trata al paciente) nos envía la bacteria viva que encontró en la persona, seleccionamos los fagos que tienen mejor actividad contra esa bacteria, nos ponemos en producción y el producto está listo en promedio en 10 días», detalló.
Otra ventaja frente a los antibióticos, es que los bacteriófagos, por ser naturales, no son tóxicos. «Los antibióticos, sobre todo cuando se trata de tratamientos prolongados, comienzan a ser tóxicos y generan problemas muy importantes, por ejemplo insuficiencia renal, inflamación. Mientras, los bacteriófagos están en la naturaleza, se los puede captar y producir de forma limpia para que sean usados como medicamentos y tratar a los pacientes», explicó. Al inicio apuntan a infecciones pulmonares, urinarias y otras asociadas a prótesis.
De Uruguay a la región, los planes de exportación de Kinzbio
Tras dos años y medio de estudios, el producto quedó listo para tratamientos en humanos el año pasado y las primeras solicitudes llegaron hace unos meses. Por ello, la empresa decidió llevar la innovación del laboratorio a la producción; actualmente cuentan con capacidad para tratar a 100 personas al año y están explorando instalarse en otro lugar, sobre todo zonas francas, por la opción de exportar.
El modelo de negocio es B2B (de empresa a empresa), de suscripción anual por un determinado número de pacientes (que se puede ajustar según la demanda) y se orientan a hospitales, centros de salud, sociedades de pacientes o sistemas de salud. Las primeras negociaciones son con instituciones que manejan pacientes que están «muy bien caracterizados». «Tienen una masa crítica de pacientes conocida y seguida muy de cerca», detalló Iraola. El costo estimado promedia los US$ 20.000 por paciente cuando en EE.UU. el es US$ 50.000», resaltó.
A su vez, Kinzbio comenzó a desarrollar un área de negocio que apunta a la prevención de infecciones hospitalarias en salas de cuidados intensivos. «Si logramos reducir un pequeño porcentaje de infecciones intrahospitalarias, generamos un ahorro significativo para el sistema de salud», afirmó.
Mientras la startup se afianza en el mercado de Uruguay y espera llegar al punto de equilibro como negocio en un par de meses, prepara su expansión internacional a Brasil y Colombia, cerró Iraola.
Además del tratamiento en humanos, la empresa comenzó a desarrollar otra línea de negocios: la aplicación en la desinfección doméstica y hospitalaria. Gregorio Iraola, cofundador de Kinzbio, explicó que cerraron un acuerdo con la multinacional Reckitt para desarrollar desinfectantes domésticos basados en bacteriófagos. «Estamos trabajando en una nueva generación de desinfectantes ‘verdes’ y biológicos que reducirán la probabilidad de infecciones en el hogar. La primera etapa que comenzó hace un año concluyó de forma exitosa», comentó.