Nació en Montevideo hace 53 años. Es abogada egresada de la Universidad de la República y posee un diploma en Derecho Americano e Internacional de The Center for American and International Law (EE.UU.). Ha desarrollado su carrera en la firma de servicios profesionales Ferrere, de la que actualmente es socia. Además, es presidenta del capítulo local de YPO (una comunidad global de CEO), directora de Enseña Uruguay y directora independiente del “unicornio” uruguayo dLocal. Está casada y tiene dos hijos. En su tiempo libre le gusta leer, estar en contacto con la naturaleza y viajar.
Para la socia de Ferrere -quien por su rol en la firma asesora a grandes empresas e inversores internacionales a la hora de hacer negocios en Uruguay-, el país cuenta con fortalezas que lo hacen un destino “apetecible” para la inversión extranjera. Sin embargo, ese conjunto de bondades “no es suficiente”, aclara. Está convencida de que es necesario “acelerar el crecimiento” para no profundizar las brechas internas y ubica a la educación como “la gran transformación para mejorar la competitividad” del Uruguay.
-Se acerca el final de año, ¿qué balance hacen en Ferrere? ¿Qué proyectan para 2025?
-Los desafíos que tenemos por delante trascienden el año en sí, vienen de los últimos tiempos y se han acelerado más desde la pandemia. Tienen que ver con revisar nuestro modelo de negocio, pensando en que hoy, gracias al acceso a la tecnología, se está reduciendo la asimetría de información que nuestros clientes y stakeholders tienen respecto a nosotros como expertos. Por lo tanto, cada día más tendremos que entregar valor agregado. Los clientes nos piden soluciones creativas y que entendamos muy bien su negocio. Es un lindo desafío, pero implica enfocarse en dos dimensiones clave que estamos trabajando en forma acelerada: una está relacionada con la tecnología y con cómo nos llevamos con la inteligencia artificial (IA) generativa, por ejemplo, para que sea un elemento de productividad y colabore con la competitividad que buscamos y aporte más valor a los clientes. La otra dimensión se vincula a la gestión y la búsqueda de talento.
En tecnología, siempre hemos sido punta de lanza, porque entre Ferrere Abogados y CPA Ferrere tenemos una mirada holística del tema. Por ejemplo, estamos por implementar una herramienta de IA hecha a medida para estudios jurídicos, que se está utilizando en firmas de Europa y EE.UU. Seremos los pioneros en Uruguay y Paraguay en su aplicación.
El otro gran tema es el talento. Nosotros somos una empresa de talento, y la realidad es que había ciertos paradigmas de cómo era el modelo de trabajo en las firmas profesionales en general, que por suerte se destruyeron luego de la pandemia, en el sentido de la presencialidad, la virtualidad, dónde se genera el valor, los desafíos de mantener la cultura y los valores en un ambiente más flexible. Este proceso es una permanente evolución, ves lo que están haciendo las empresas en el mundo y nosotros observamos, aprendemos de eso y tratamos de probar y adaptarnos.
-Por su rol, asesora a empresas e inversores internacionales. ¿Cómo es la tarea de “vender” Uruguay en el exterior? ¿Cómo se ve el país desde afuera?
-Sí, parte de mi rol es “vender” Uruguay. Junto con mis socios, viajamos mucho y contamos lo bueno que tiene Uruguay, que es mucho. Me refiero al nivel de estabilidad macroeconómica, su democracia, baja corrupción, la justicia independiente, la seguridad jurídica, el grado inversor. Son aspectos que generan solidez y que son apetecibles para el capital extranjero. Pero eso no es suficiente. En relación a Latinoamérica, tenemos un diferencial, pero no podemos ignorar que tenemos un mercado muy pequeño, con limitaciones muy fuertes en recursos humanos y talento, y un Estado muy pesado y lento. Entonces, todo lo que nos hace buenos tiene como contrapeso un nivel de lentitud muy relevante a la hora de hacer negocios. Por esas razones, y por lo chiquito que somos, nos tenemos que abrir más al mundo. Son recetas que todos conocemos, pero hay que ir más rápido. El problema que veo hoy es cómo hacés para acelerar. En los últimos 10 años, hemos crecido en el entorno del 1% del PIB (Producto Interno Bruto). Si no aceleramos el crecimiento, la brecha interna, en educación, distribución de la riqueza y a todo nivel, será cada vez mayor.
Todo lo que nos hace buenos tiene como contrapeso un nivel de lentitud muy relevante a la hora de hacer negocios
-La disponibilidad de talento influye en el atractivo del país para los inversores, pero mencionó que aquí existen “limitaciones muy fuertes”. ¿Qué falta para mejorar en educación?
-La educación es la gran transformación que habría que hacer para mejorar la competitividad del país. Hoy los resultados son magros, por ejemplo en habilidades matemáticas, y el nivel de deserción en secundaria es altísimo, sobre todo en los percentiles más vulnerables. Entonces, debemos preguntarnos cómo hacemos para que estos jóvenes terminen la secundaria, que es lo mínimo que se exige para acceder a un trabajo. Además, tenemos que ver cómo preparamos a las personas para el mundo laboral. Existen habilidades relacionadas con la capacidad de aprendizaje, el espíritu crítico, el trabajo en equipo, el liderazgo y la empatía, que se deben desarrollar para poder trabajar. También se necesita unir a todo esto la tecnología porque todos los trabajos hoy en día son digitales.
Después, tenemos otro mundo muy importante, que es el del re-skilling y que abarca a adultos que ya están en el ámbito laboral. Aquí el desafío es cómo se reconvierten esas personas, porque hoy no tienen las habilidades que se necesitan para el mundo del trabajo. En este sentido, necesitamos hacer un gran pacto social entre el Ministerio de Trabajo, los sindicatos, las empresas, las cámaras empresariales y el Inefop (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional). Este no es un tema para el futuro, es el hoy. La pregunta es cómo hacés para pisar acá el acelerador.
-¿Qué rol cree que puede jugar aquí el sector empresarial?
-En general, el Uruguay quiere ver un “papá Estado” muy presente, pero en estos temas es positivo que lo esté. Sin embargo, creo que las empresas y los empresarios también debemos tener un rol, ya que son las áreas donde más se podrían utilizar las fortalezas del sector privado. Es un ganar-ganar. Por otra parte, si no nos ocupamos hoy de esto se genera un mayor rezago, porque hay países que sí lo están haciendo. Es importante tener en cuenta que, para una compañía o un empresario que evalúa invertir, no es que Uruguay es el destino dorado al que todos quieren ir, sino que mira diversas opciones en el mundo. Estamos en una especie de permanente “certamen de belleza” de nuestras virtudes, por lo que hay que ser conscientes de eso y de que mientras otros competidores se ponen más “bellos”, nosotros nos rezagamos por la inacción.
Estamos en una especie de permanente “certamen de belleza” de nuestras virtudes, por lo que hay que ser conscientes de eso y de que mientras otros competidores se ponen más “bellos”, nosotros nos rezagamos por la inacción.
-¿Cuál es el nivel del talento uruguayo en el sector de servicios profesionales?
-La calidad de los profesionales uruguayos es buena; lo ves porque son buscados en el mundo y trabajan desde Uruguay para el exterior, pero hablamos de un grupo que es pequeño. No hay duda de que las universidades tienen formaciones diversas, más y menos conectadas con el mundo laboral. Como sabemos esto, en Ferrere tenemos un programa de capacitación muy potente, a través del cual todos los colaboradores acceden a cursos vinculados con sus profesiones -tenemos abogados, escribanos, economistas, contadores, ingenieros en sistemas-, pero también a muchos relacionados con las llamadas “habilidades humanas”. Entonces, hay una buena base profesional, pero las compañías tienen que dar apoyo para robustecerla. También sucede, y esto no pasa solo en nuestro sector, que hoy las personas, por un tema generacional, hacen una búsqueda de su carrera profesional muy diferente a la del pasado. Hoy, las personas cambian lo que quieren hacer (a nivel profesional), entonces tenemos que trabajar para conseguir los mejores talentos, nutrirlos, hacerlos crecer y retenerlos.
-Estamos en pleno auge de la inteligencia artificial. ¿Cómo se imagina al abogado del futuro?
-Lo que debemos tener claro es que hay ciertos trabajos que tradicionalmente se hicieron en firmas como las nuestras, que se vuelven un commodity y, con la aparición de herramientas tecnológicas, pueden ser suplantados porque son de menor valor agregado. Por eso, nos tenemos que enfocar en agregar valor, buscar la mirada crítica y valorar, por ejemplo, las capacidades de negociación que son clave en nuestra profesión. El trabajo se vuelve más dinámico y entretenido, y es más desafiante para los jóvenes, porque quizás alguno de los trabajos que hacían puede llegar a ser sustituido por la IA. Por eso, es importante aprender otras habilidades.
-La presencia femenina en los directorios de las empresas uruguayas aún está lejos de alcanzar el ideal. ¿Cómo valora el nivel de avances?
-Cada vez hay más conciencia de la importancia del gobierno corporativo en las empresas, ya que contribuye a una mejor cultura y valores. Y estoy convencida -y esto lo ves en mediciones- de que un aspecto clave de un gobierno corporativo fuerte es que sea diverso. En ese sentido, una de las diversidades que existen es la de género. Lo interesante es el aporte de valor que la mirada diversa tiene en la mesa. Sin embargo, todavía hay una subrepresentación enorme del talento femenino en los directorios, y también es baja a nivel de gerencias. Hoy hay una mirada más fuerte de que eso debe cambiar, pero el cambio es muy lento. Las empresas que cuidan su gobierno corporativo son más robustas y, al final, son un mejor negocio, porque cuando las evalúen para invertir, se analizará cuán diversa son y tendrán que demostrarlo. Además, gana porque ese factor seguramente repercuta en la toma de decisiones y en la generación de las estrategias.
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