Convertida en una de las mecas de la innovación, Tel Aviv es el hogar de miles de emprendedores y gigantes tecnológicos que impulsan negocios con drones, deep learning, realidad aumentada y robots.
Drones que vuelan y aterrizan automáticamente, impresiones 3D, hologramas que se integran con el entorno, máquinas que «aprenden» con el fin de ayudar a los humanos a ejecutar tareas de alta complejidad, son una muestra de lo que la tecnología y la innovación son capaces de lograr en el siglo XXI. Los resultados superan lo que, seguramente, se imaginaron las 60 familias que fundaron Tel Aviv en 1909. Hoy, la ciudad erigida a orillas del Mar Mediterráneo se convirtió en el principal polo de innovación, tecnología y emprendedurismo de Israel, reconocida en el mundo como la «startup nation».
De las 5.000 startups que funcionan en el país, 1.450 nacieron en Tel Aviv, donde se desarrolla una dinámica y fecunda red de más de 80 incubadoras, aceleradoras, espacios de co-work y centros de innovación. Este hub se ha ganado el título de «ecosistema número uno para el desarrollo de startups fuera de EE.UU.», según el estudio Compass Startup Ecosystem Ranking 2015.
Como una de las mecas del movimiento startup, Tel Aviv recibió la semana pasada a unas 15.000 personas entre emprendedores locales y extranjeros, ejecutivos de gigantes tecnológicos (como Amazon, Google, Intel y Samsung, algunas de las más de 300 multinacionales del sector instaladas en el país) inversores y representantes gubernamentales para participar del DLD Innovation Festival, uno de los eventos de innovación más importantes a nivel internacional.
Los expositores presentaron sus mejores ideas en áreas tan diversas como analítica y big data, telecomunicaciones, marketing, e-commerce, fintech, ciberseguridad y medicina, entre otras. Las actividades son una muestra de la «madurez» del ecosistema emprendedor local. Los israelíes atribuyen su éxito a una fórmula confeccionada a partir de «ingredientes» culturales, sociales y materiales.
Resaltan cómo la falta de recursos naturales los obligó a pensar «fuera de la caja», el aporte de la diversidad cultural, la importancia de la jutzpá (atrevimiento), la aceptación del fracaso para volverse a levantar y la autoconfianza, posturas vitales que alimentan el emprendedurismo, aseguran.
El factor económico también pesa. La inversión del Estado en Investigación y Desarrollo (I+D) representa el 4,3 % del PIB. Pero «no se trata del presupuesto del gobierno, la educación y la tecnología, todo eso importa, pero también existe en otros países. Lo especial que tenemos aquí es el ecosistema», recalcó Yossi Vardi, uno de los pioneros del emprendedurismo tecnológico en Israel e inversor en más de 80 startups. Según explica, la fortaleza del sistema radica en que el gobierno, las multinacionales, la academia y los inversores trabajan mancomunadamente para el desarrollo del movimiento emprendedor.
Máquinas que aprenden.
La formación militar obligatoria es otra particularidad del ecosistema; contribuye a forjar el carácter, demostrar don de liderazgo y desarrollar capacidad de trabajo en equipo, atributos esenciales para gestar emprendimientos. Pero el aporte a la industria high tech (responsable del 40% de las exportaciones) no termina allí. Varias tecnológicas tienen en sus filas a estrategas que cuentan con experiencia en la rama de defensa.
En Infinity AR varios ingenieros trabajaron en el desarrollo del «Domo de Hierro», un sistema de defensa aéreo que intercepta misiles, reveló su CEO, Motti Kushnir. Sin embargo, la startup tiene su foco lejos de ese campo; está en los contenidos de realidad aumentada. Para impulsar el negocio, la firma suscribió un acuerdo con la tecnológica local Lumus para desarrollar unos lentes que permiten ver hologramas. Por ejemplo, el usuario puede apreciar el aterrizaje de una nave de Star Wars (a escala) en una mesa. Según Kushnir el próximo paso es hacer que las personas puedan interactuar con las proyecciones. Mientras, la firma ya recaudó US$ 25 millones.
Fifth Dimension también tiene en su staff expertos en el área de defensa. La startup se especializa en la aplicación de deep learning para el combate al terrorismo. La compañía vende un servicio a organismos de seguridad nacionales, que se basa en una plataforma capaz de procesar datos estructurados y no estructurados (videos, audios, fotos, que representan hoy el 80% del flujo de información), centralizarlos y «aprender» de modo de detectar perfiles sospechosos y así prevenir eventuales ataques, detalló Liad Churchill, director de marketing de la firma.
Con la sofisticación de las organizaciones terroristas, la startup se centra en «el mayor desafío que enfrentan las agencias: el análisis de datos», evaluó Churchill.
El deep learning encuentra múltiples campos de aplicación. Rep’n Up (en Jerusalén) es un emprendimiento que sigue la «huella digital» de las personas (por ejemplo en redes sociales) y deduce a partir de ella la personalidad, rasgos de comportamiento y preferencias del individuo para luego hacer predicciones. En RR.HH., esa información permitiría que quienes seleccionan personal no pierdan tiempo haciendo preguntas al candidato para tratar de descifrar su personalidad, afirmó Lior Tal, CEO de la firma. La plataforma apunta además a finanzas, seguros, comercio y hasta a los sitios de citas online.
El avance de la industria de los drones requiere dejar de ver esos artefactos como un «juguete y convertirlos en herramientas», sostiene Ran Krauss, CEO de Airobotics. La startup provee drones que vuelan automáticamente, siguiendo las coordenadas predeterminadas por el usuario, lo que hace innecesaria la presencia de un supervisor. Las naves, diseñadas y fabricadas por Airobotics, son utilizadas en tareas de seguridad, inspección, data y mapeo, en la industria. Entre sus características técnicas destaca la base desde la que despega el dron, una caja de dos metros de altura, equipada con un brazo robótico diseñado para cambiar la batería de la nave y otros accesorios. El radio de vuelo del dron es de 5 km y puede mantenerse operativo hasta 30 minutos. Airobotics busca instalarse en Australia, EE.UU. y Singapur. Inversores no le faltan; apalancó US$ 30 millones.
Copia y pega.
El emprendedurismo, no solo en Israel sino en el mundo, pone de relieve un cambio de paradigma. «Hace 20 años las grandes empresas y agencias de gobierno controlaban la agenda de la innovación y desestimaban las ideas de los emprendedores, hoy (entre esos jugadores) existe un ‘miedo a perderse algo importante’», porque la innovación viene de las corporaciones, pero también de las startups, matizó Vardi.
Yossi Matias, vicepresidente de Ingeniería en Google y jefe del centro de I+D de Google en Israel, sostiene que para esa compañía es vital «atraer el talento» y llegar a Israel era un paso en esa dirección. En el centro que dirige unos 600 ingenieros trabajan para mejorar la experiencia de búsqueda que Google —y sitios asociados como Gmail, Youtube, Translate, entre otros— brinda a los usuarios en el mundo. «Cada ingeniero que trabaja aquí debe ser un emprendedor en el sentido de cuestionar lo qué está haciendo», definió.
Las multinacionales encuentran en Israel una serie de beneficios fiscales que propicia su instalación. No obstante, Avi Hasson, chief scientist del Ministerio de Economía de Israel, asegura que «los bajos impuestos y los incentivos fiscales no son el driver principal» para que eso ocurra.
El plan para el desarrollo del emprendedurismo en ese país incluye el trabajo con el sector privado, la academia y los emprendedores para identificar dónde están las necesidades de la industria tecnológica y así diseñar e instrumentar acciones con una mirada de largo plazo.
Hasson valoró los pilares en los que se funda la startup nation, pero recordó que existen diferentes experiencias en el mundo de las que aprender. «No puedes copiar y pegar modelos, no funciona así», concluyó.
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