SIGNOS
Los astros marcan los rasgos de cada persona y en el Día del abuelo, Susana Garbuyo, nuestra astróloga de cabecera analiza cómo son los abuelos según su signo
"Abuelo", "Nonna", "Avó", "Abu" "Abuelito". ¿De cuántas formas diferentes podemos nombrar a una persona que siempre queremos y necesitamos tanto como nuestros abuelos? Ellos (y ellas) nos justifican, enseñan y sobreprotegen, quizá como no lo hicieron con sus propios hijos y en esta etapa, disfrutan realmente a sus nietos y se lo dicen a todo el mundo.
Hoy le dedico este cuento a "Vicha" y a "Mamina", dos abuelas que extraño, pero que guían mis pasos hasta el día de hoy guían mis pasos y las siento junto a mí siempre.
Este relato muestra 12 tipos de abuelos y cómo cada uno actúa y enseña a sus nietos de distinta manera.
Federico era muy chico y muy inquieto. No paraba de llorar y sus padres debían trabajar y lo dejaban, como mínimo, un día por semana en la casa de sus abuelos. Este niño era capaz de hacer "de todo" y necesitaba vivir todo tipo de situaciones con el único fin de ser feliz y pasar bien.
Por eso esa mañana cuando amaneció, su abuelo (Aries) lo despertó a los gritos, como un niño más, diciéndole que lo esperaba con la leche caliente. Fede no tenía ganas de levantarse, sin embargo su abuelo -con la brutalidad e iniciativa "ariana"- lo sacó de la cama a los tirones, le sirvió el desayuno y lo invitó a jugar al ludo. Claro que trató de ganarle, todo ariano necesita ganar.
La paciencia (Tauro) que tuvo para explicarle las reglas del ludo, logró que a Fede le gustara el juego. Sin embargo, cuando el nieto se aburrió dejaron el partido a medias y se entretuvieron haciendo manualidades.
Papel glacé, brillantina, lápices, goma de pegar… El abuelo Tauro hizo un despliegue de su gran creatividad y no le importó nada "la mugre" y "el desorden". Lo que le interesó era que Fede expresara lo que quería y que se divirtiera.
Al rato debían almorzar y al mismo tiempo que su "Abu" (Géminis) ponía la mesa, le preguntaba que quería comer, le prendía la tele, le armaba la mochila para la escuela y le hablaba y le hablaba para que Fede pudiera captar al menos "algo" de todo lo que estaba haciendo por él.
A la hora de llevarlo a la escuela, salieron de la mano y "Abu" sintió dolor (Cáncer) por tener que "dejar" a su nieto. Más allá que en su interior sabía que era para el bien del pequeño, prefería tener a Fede "en su casa".
En la escuela, el pequeño demostraba ser importante, tal cual su abuelo (Leo) le había dicho. Los leones siempre repiten frases como "no te achiques", "vos sabés todo", "nadie sabe más que tu" y así el niño tomó conciencia de su ego participativo en la clase.
Algunos trabajos del aula había que hacerlos con mucho esmero. Y Fede sabía, gracias a su abu (Virgo), que esos "detalles" siempre eran importantes". Por eso él era tan observador.
Fede crecía en un mundo rodeado de afectos (Libra), con compañeros y amigos que eran lo mejor de su vida.
Cuando se terminaba el horario escolar, Fede pedía para invitar a algún amigo a su casa. Siempre estaba su "Abu" (Escorpio) al firme, seguro de sí mismo, con cara de no querer llevarse ningún otro niño, pero Fede sabía que era solo apariencia y su "Abu" no le fallaba nunca, siempre estaba ahí y nunca llegaba tarde. Esa mirada "brava" era sólo una "máscara".
Al llegar a la casa ya venía la merienda (y se manifestaba Sagitario). Los pedidos, el "quiero leche caliente", "para mí tibia", "dame las galletitas que me gustan, dale…". La aceleración "sagitariana", sin pensar, había llegado.
Tras ese torbellino, llegaba la calma (Capricornio), la hora de la responsabilidad y los deberes.
Cuando el amiguito se iba, Fede y su Abu (Acuario) quedaban como "locos" frente a la TV, escuchaban la radio o hablaban por teléfono, se desconectaban del mundo "por un rato" y disfrutaban.
Finalmente era la hora de dormir y ahí sí, su Abu (Pisicis) debía infundirle paz, desearle un dulce sueño, darle un beso. A veces también le contaba algún cuento ¡Fede se dormía plácidamente en los brazos de su Abu que lo acurrucaba con mucho cariño!
Cuando Fede se quedaba en la casa de su abuelo, lo pasaba genial. Siempre deseaba que llegara ese día de la semana porque realmente vivía "diferentes" situaciones que lo hacían crecer y valorar la vida de distintas maneras.
Así creció Fede con sus 12 abuelos zodiacales. Aunque el mundo fuera difícil o tuviera obstáculos, siempre supo que su "Abu" le dio lo mejor que tenía: su experiencia, esa sana sabiduría que solo tienen los abuelos.
¡Feliz día para todos los abuelos!