Belleza
La doctora Cyntia De Los Santos Eredes cuenta sobre la importancia del diagnóstico y tratamiento de estas malformaciones producto de errores del desarrollo embrionario de la morfología vascular
Las lesiones vasculares congénitas se dividen en tumores vasculares y malformaciones vasculares.
Las malformaciones vasculares (MFV) se deben a errores del desarrollo embrionario de la morfología vascular, que persisten durante toda la vida y crecen lentamente con el niño.
En la evolución, el color se intensifica: pasa de un rosa pálido al nacimiento a un violeta intenso en la edad adulta. La piel se engrosa y genera nódulos. Pueden seguir proliferando si no se aplica el tratamiento adecuado, generando inclusive deformidad del rostro, hipertrofia de los tejidos y sangrado, produciendo molestias funcionales, psicológica y estéticas. Las MFV nunca desaparecen, por lo contrario, tienden a aumentar de tamaño si no se realiza el tratamiento adecuado.
La más frecuente es la llamada Mancha en Vino de Oporto. Esta se presenta en el rostro como una mancha rojo violácea. Puede aparecer como defecto único o puede asociarse a síndromes, como el Sindrome de Sturge Weber.
Antes de tratarlas, debemos hacer un correcto diagnóstico de qué tipo de lesión vascular es.
Debemos evaluar el tipo del defecto, su morfología y localización, las características hemodinámicas y los posibles efectos secundarios sobre estructuras y órganos.
Tratamiento láser en MFV
El tratamiento de elección o “gold standard” para las malformaciones vasculares cutáneas congénitas es el láser de colorante pulsado (PDL). En nuestro país contamos con el DYE láser V-Beam Candela, desde hace tres años.
Este láser fue desarrollado en 1989 en Estados Unidos, específicamente para cumplir con los principios y requisitos de la teoría de fototermólisis selectiva descriptas por los doctores Rox Anderson y John Parrish en 1985.
Esta teoría se basa en que se pueden tratar en forma selectiva estructuras como capilares sin dañar las estructuras circundantes. El PDL actúa sobre los pequeños vasos sanguíneos provocando el colapso del capilar sin dañar las estructuras circundantes, pero provocando un color púrpura inmediato tras el tratamiento, que tiene una duración aproximada de entre 7 y 14 días post tratamiento. El láser de colorante pulsado es un procedimiento seguro, con pocos efectos secundarios. Debe ser manejado por médicos, de preferencia dermatólogo y altamente entrenados en la técnica.
Cuanto más temprano el tratamiento, mayor beneficio se obtiene con el láser ya que en edades tempranas la piel es más fina y los vasos sanguíneos tienen un calibre más pequeño. En la edad adulta si la persona no se trato es muy probable que desarrolle hipertrofias y nódulos hemorrágicos que pueden llevar a la desfiguración. En nuestro centro, Montevideo Skin, comenzamos con el tratamiento a los 6 meses de vida. Trabajamos en conjunto con el equipo médico de anestesiólogo pediátrico.
La cantidad de sesiones promedio varia según la localización, el tamaño de los capilares y de la profundidad de la lesión. Esta indicado, según pautas de tratamiento, comenzar con sesiones de láser de colorante pulsado temprano, para evitar la neo- vascularización e hipertrofia que se pudiera producir, a intervalos de 6 a 12 semanas cada una, para obtener un blanqueamiento del 70% al 90% y evitar la evolución hacia la desfiguración.
Las versiones más modernas de este láser, cuentan con criógeno que se libera milésimas de segundo previo al disparo, lo cual lo hace mucho mas seguro y produce menos molestias al paciente. La sedación es necesaria para niños con lesiones extensas o en caso de MVO facial central debido a la necesidad de protección ocular.
La desaparición completa es variable según la zona anatómica. En regiones centro-faciales responden más lentamente que en otras localizaciones.
Los pacientes menores de 4 años de edad generalmente requieren menos sesiones de tratamientos. Tratar a edad temprana puede evitar los trastornos psicológicos y afectación en su calidad de vida, tanto del niño como de sus padres. Con el tratamiento temprano se evita el progresión al color violáceo oscuro, la hipertrofia y los nódulos o blebs que aparecen en la edad adulta.
En el Síndrome de Sturge Weber además del tratamiento con láser de la afectación cutánea se debe tratar el componente neurológico y ocular que puede estar asociado.
Médica especialista en dermatología
Ex Docente asistente de la Cátedra de dermatología médico quirúrgica. Miembro de la Academia Americana de Dermatología
Es Directora de Montevideo Skin, Centro de Tratamiento Dermatológico.