Autorregulación y metacognición, dos términos del psiquiatra Christian Plebst para superar la frustración

Federica Cash, de Mamás reales, comparte su charla con el especialista argentino que propone parar para alinear todas nuestras partes, y vivir desde ahí, a un ritmo más equilibrado y natural.

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madre e hijo

* Por Federica Cash, de Mamás Reales
@mamásrealesblog

Christian Plebst es un médico psiquiatra argentino un tanto particular, porque más que hablar de enfermedades y trastornos busca contagiar la idea de que tenemos un potencialhumano ilimitado.

En un mundo que corre muy deprisa, donde parece haber poco espacio para pausar, sentir, escuchar y mirar de verdad, Christian propone parar para alinear todas nuestras partes, y vivir desde ahí, a un ritmo más equilibrado y natural.

En las escuelas, cada vez aparecen más desafíos en la atención, en la manera de procesar la información y autorregularnos. Según Christian, hay muchas variables en juego, pero este ritmo acelerado que eleva el cortisol y la falta de conexión, tiene todo que ver con esta epidemia.

Actualmente Christian, director de la Academia de Enseñanza Consciente para América Latina, está abocado a promover una crianza y una educación diferente para acompañar con mayor consciencia a nuestras infancias. De todo esto va esta charla.

- ¿Cómo ves este momento de la historia de la humanidad?
Nos estamos empezando a dar cuenta que mi identidad no está en la mente, en lo que hago, en lo que estudié, en si soy padre o no. La identidad puede ser una sensación que nace de sentir la vida.

Hemos sido muy buenos desarrollando la mente; el desafío hoy es integrar el pensar con el sentir, el “sentipensar”, porque eso nos va diciendo cuántos de nuestros pensamientos vienen del “yo”, de esa mente, y cuántos de un lugar más grande, más conectado que da sentido y paz.

- ¿Cómo podemos caminar hacia ese crecimiento?
Lo que antes llamábamos espiritualidad, hoy bien podemos llamar metacognición. Se basa en el conocimiento de que tengo una mente y un cuerpo pero que soy mucho más que eso. Algo más integral que incluye también ser lo que estoy sintiendo todo el tiempo.

Son dos vías, una que está en la mente, con pensamientos, emociones y sentimientos, y otra que trasciende todo eso, sabiendo que puedo tener pensamientos pero que no me constituyen.

Dicho así parece sencillo, pero es un trabajo muy grande. Hay que animarse a soltar y dejarse llevar por lo que nos trajo hasta acá. Porque si miramos a nuestro alrededor vemos que la pluralidad ha evolucionado sin que hagamos nada en especial. Sin embargo, nuestra confianza en la vida ha descendido.

Cuando despertamos a esta sensación, también llega una paz y una confianza enorme en la que sentimos que podemos participar de todo sin que se nos juegue la vida en ello. Venimos de generaciones anteriores que han sufrido mucho para llegar hasta acá; hoy, desde mi rol, puedo hacer algo por los que siguen sin la necesidad de tener que demostrar nada, más que ser quien verdaderamente soy. Con eso ya estoy abriendo y habilitando a que los demás sean.

Quienes están a cargo de los centros de enseñanza tienen hoy una enorme responsabilidad. Pueden conducir a sus niños a estas capacidades humanas que de a poco están despertando.

- ¿Qué diagnóstico harías de las escuelas actuales?
Por un lado, sabemos todo lo que podemos ser y, por otro, con la mente, lo queremos lograr ya. Hoy sabemos mucho de metacognición, pero no debemos caer en la búsqueda de la espiritualidad como algo necesario para ser. No hay que llegar a ningún lado. Hay que intentar no seguir la lógica del tener que hacer, para ser. Solo hay que ser quien soy lo más coherentemente posible.

Cuando un directivo o maestro se da cuenta de esto, entiende que la respuesta no está en agregar un programa de inteligencia emocional, de caritas contentas o tristes, sino de ser uno mismo para habilitar eso en el resto.

- Por otro lado, vemos escuelas cada vez más pobladas por niños diagnosticados con trastornos y déficits varios. ¿Cómo se explica este crecimiento exponencial?
Estamos desfazados de nuestro ritmo, el mundo está siendo conducido más por el ritmo de la mente que del sentir; y el ritmo de la mente quiere todo ya, necesita sobrevivir, comparar y competir. Vemos el reflejo de una mente que está sin conectar con el corazón, donde está la empatía.

La empatía es un freno, implica parar y sentir. Cuando estoy muy desconectado, no puedo parar, no estoy presente, no puedo vibrar mis estados emocionales con claridad para que bebés y niños lo puedan aprender. Y cuando el mundo marcha a la velocidad VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) los que más sufren son las infancias, porque tienen que estar viviendo en un estado de alerta. Antinatural.

- ¿Cómo es que la aceleración y el estrés juegan un rol tan fundamental en esa desconexión?
Si yo estoy estresado, el bebé no sabe que es porque no llego a fin de mes o porque estoy con mucho trabajo, el bebé siente que puede haber un predador como en los viejos tiempos; entonces, ese bebé, que es un organismo biológico aprendiendo, tiene que tener un nivel de atención muy volátil, pendiente del entorno, porque si fija la atención, se lo come un predador. Así empiezan muchos de los problemas de atención.

Crecer y educar con estos niveles de alerta generan un montón de síntomas en relación a variados factores, dependiendo de dónde se nazca, del hogar, de la cultura, de la clase social, etc. En consonancia con todo eso, habrá una determinada manera de autorregularse.

La autorregulación es la capacidad de seguir prestando atención mientras tolero niveles de frustración, pero sigo aprendiendo. Eso se “setea” en los primeros seis años.

Actualmente tenemos estrés en los padres, tecnología a edades demasiado tempranas, poca conexión con la naturaleza, falta de coherencia emocional. Todo esto favorece a la aparición de muchos de los desafíos que estamos viendo. Pero ninguna de estas cosas las estamos haciendo mal, forman parte de nuestro nivel de consciencia de este tiempo.

- ¿Y cómo se visualiza esto a nivel médico?
Tenemos un sistema médico obsoleto, que originalmente le sirvió mucho la etiqueta, pero actualmente los diagnósticos se quedaron muy pegados a un modelo biologicista y no se ajustaron a lo que está pasando. Ahora se requiere una mirada mucho más amplia que debería incluirnos a nosotros, los grandes, como variables que influyen dentro del sistema; podemos ser factores de riesgo o podemos brindar las condiciones que pueden ayudar a modificar. Si tenemos una mirada lineal y no miramos el contexto y las variables que operan en el trastorno, estaremos mirando solo una partecita del asunto.

Los rótulos que les ponemos hoy a los niños son como etiquetas para toda la vida, cuando en realidad deberían ser información que conocemos y que podemos transformar, algo más flexible.

-¿Cómo ayudo a un chico desregulado para que conecte?
Si estoy con un niño hiperactivo, yo puedo ayudarlo a regularse a partir de mi propia regulación de emociones. Es difícil para los padres hacerlo porque hay poca distancia emocional; docentes y terapeutas deberían aprender a regularse a través de la metacognición, primero porque les hace bien a ellos y, después, para emanar estados de calma y bienestar para los niños. Somos como un bluetooth, emanamos estados emocionales que influyen en el resto.

- ¿Cómo se hace para conectar y corregular en clases grandes con niños con diferentes desafíos y necesidades?
Es muy importante que los docentes puedan aprender esto que es complementario a lo que hacen, no lo descarta. Lo incluye. La metacognición permite agregar un nivel de autobservación como práctica.

La metacognición tiene mucho que ver con un nuevo paradigma en educación que es el bienestar interno. Nada puede estar por encima de esto, hay que darle mucho lugar a la salud y al bienestar.

Que el maestro pueda ver todo lo que hace desde el presente es un salto cuántico, es una manera muy concreta de evolucionar que no requiere cambiar la planificación. Esa capacidad metacognitiva y de resonancia afectiva es lo que más impacto tiene en los alumnos, en sus notas y en el manejo del aula. Se trata de una revolución en la educación porque generalmente estamos en las formas y esto obliga a mirarnos para saber qué estamos resonando.

* Seguilas en @mamasrealesblog o en la web mamasrealesblog.com

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