Bienestar
La psicóloga Fanny Berger destaca la importancia de que los pequeños sean conscientes de sus miedos, que no los nieguen ni repriman y que encuentren recursos personales para enfrentarlos.
Los niños tienen miedos, algunos intensos y otros más leves. Lo importante es que sean conscientes de ellos, que no los nieguen ni repriman y que encuentren recursos personales para enfrentarlos. Así disminuyen y se sentirán seguros en la vida diaria.
Existen miedos evolutivos que varían según la edad. Por ejemplo: los pre escolares tienen miedo a la oscuridad, a los animales o ruidos fuertes mientras que en la etapa escolar comienzan los miedos a equivocarse, a que los amigos no me quieran, a tener bajo rendimiento escolar, en los deportes, en distintas actividades, etc.
La clave no son los miedos sino como podemos ayudar a los pequeños a gerenciarlos. Este proceso implica conocerlos, aceptarlos y calmarse.
Los padres tienen que ayudar a que sus hijos tomen contacto con sus temores, los nombren. Por ejemplo: tengo miedo a que fulano no quiera jugar conmigo. Luego que se den cuenta de los mismos, guiarlos para que iluminen sus propios recursos para enfrentarlos . Entre otras cosas, es importante alentarlo a que verifique si su amiga realmente no quiere estar con él o ella ya que en muchas situaciones son temores creados por la mente del niño.
Herramientas para los padres
1º Ayudar a que tu hijo se dé cuenta de sus miedos, que sea consciente de los mismos y los pueda nombrar.
2º Propiciar que los acepte para poderlos enfrentar. Los padres no tienen que minimizar los sentimientos displacenteros de sus hijos pues el niño los siente realmente malestar
3º No tratar de convencerlo que no tiene razón por estar temeroso, pues cabe señalar que existen miedos racionales e irracionales la persona los experimenta de igual intensidad
4º Ayudarlo a iluminar sus recursos personales
5º Alentarlo a pedir ayuda. Por ejemplo si tiene miedo al perro del amigo cuando va a su casa, pedirle que lo aten. También entender que despierta ese perro en el niño, puede ser realmente un can peligroso o el pequeño deposita en él proyecciones de su mundo interior, por ejemplo.
Los padres tienen que aceptar sus propios temores y así podrán colaborar con sus hijos.
Cuando los miedos no son conscientes recorren distintos caminos como la evitación, la paralización de la persona, la agresión y la somatización. Esto significa que un niño tiene miedo a la agresión del perro de su amigo y evitará ir a jugar a su casa donde la pasa muy bien, en lugar de pedir ayuda y enfrentar su miedo. Tiene miedo a obtener bajos resultados en determinada actividad y evita realizarla.
Otros se defienden con conductas agresivas, temen la reacción de su amigo y lo agreden.
El niño en etapa escolar sabe la respuesta que plantea la maestra pero es tal el miedo a equivocarse que se paraliza y no levanta la mano.
Existen niños que cuando se sienten desbordados por sus miedos les duele la cabeza, tienen nauseas, todo tipo de molestias físicas y así no enfrentan la situación. Somatizan sus temores y aparecen todo tipo de molestias físicas.
Los miedos infantiles disparan los temores de los propios padres. Es un tema muy sensible donde los adultos se involucran afectivamente. Vemos padres que tienen intensos temores y les cuesta aceptar lo que sus hijos sienten, se conmueven, se involucran por eso es importante la conciencia de los temores tanto de los adultos como de los pequeños.
Además, la ayuda que brindan los padres durante la infancia, es de vital importancia pues los preparan para otros miedos que puedan sentir en la vida adulta.
Es psicoterapeuta gestáltica. Se dedica niños, adolescentes y adultos, y trabaja en el apoyo de padres. Implementó “terapia de alcance breve”, que en cinco sesiones trata temas concretos. Es conferencista y escribió varios libros.
Podés contactarla en su web, página de facebooko a través del teléfono celular 099 289 282.