Desde hace dos columnas atrás venimos hablando sobre los desafíos que se presentan en la crianza de niñas y niños pequeños. Tanto la renuncia como la ambivalencia nos acompañarán más de una vez en las decisiones que vayamos tomando en este camino de ser mamá o papá.
Hay algo más que nos acompaña desde el día en que sabemos que estamos embarazadas y es nuestra historia. Todo lo que sucedió desde el embarazo de nuestra madre, aquello que tuvo lugar el día de nuestro nacimiento, la crianza que nos brindaron, se hace presente. También aquella información o aquellas herramientas que fuimos adquiriendo como adultas/os.
Para poder ser la mamá o el papá que queremos ser, es necesario integrar nuestras vivencias y nuestros aprendizajes y poder elegir ante determinadas situaciones que posiblemente nos pongan en lugares incómodos.
Mucho del “trabajo” que nos dan nuestros hijos/as tiene más que ver con nosotros/as mismos/as, con nuestras limitaciones, con formas de crianza que quizás no fueron las mejores, más que con ellos o las etapas de su desarrollo.
Para poder acompañarlos y criarlos de forma respetuosa y oportuna nos toca reconstruirnos día a día e integrar nuestra historia, para entenderla y para poder transformarla.
Nuestros/as niños/as merecen y necesitan adultos referentes sanos, coherentes y reales, y mucho de eso tiene que ver con nuestro encuentro con nosotras/os mismas/os después de la maternidad o paternidad. No es necesario ser perfectos, tampoco es posible, pero sí es necesario ser su lugar seguro, y para eso es bueno ser nuestro propio lugar seguro.
Marha Scanu
Lic. en Comunicación, Educadora en primera infancia, Doula, Educadora perinatal.
Podés seguirla en Instagram como @losciclosdemarha