* Por Federica Cash (de Mamás Reales)
@mamásrealesblog
Terminan las vacaciones. De un día para otro las rutinas se transforman de manera radical y somos muchas las mamás sintiéndonos abrumadas, perdidas y hasta desorientadas.
El Whatsapp que estaba calladito se enciende con preguntas sobre libros, cuadernos y materiales, y empiezan a aparecer las tarjetas de cumples (que también se ponen a tiro con los que cumplieron en verano).
Y aunque la rutina ordena, el estrés se siente. En este tiempo de comienzo de clases puede que el clima de excitación se nos cuele en casa, por eso queremos recordar que:
Son los niños los principales protagonistas del cambio; nosotros los adultos somos grandes y dotados de recursos para lidiar con las emociones que en esta época se suelen disparar. Son ellos los vulnerables, los que nos necesitan tranquilos, seguros, conectados, disponibles. Ellos son los que viven el cambio de forma abrupta y en primera persona. Nos necesitan cerquita y sensibles.
Puede que en este tiempo aparezcan conductas difíciles de manejar, comportamientos que hacía tiempo no aparecían. Y es normal. Acordate que la conducta es comunicación, es la punta del iceberg de muchas emociones y sensaciones que aún no saben comunicar ni expresar. Acompañá con empatía. Validando la emoción y poniendo límites a la conducta. Nuestra principal tarea es la de poner bordes claros y validar lo que aparezca. Estas dos cosas se pueden hacer juntas ¡sí! La amabilidad y la firmeza pueden darse la mano para que la fórmula funcione.
Confiá en tus hijos. No hay nada más poderoso y alentador que sentirse que confían en nosotros. No les quieras solucionar todo. Dejalos que experimenten, que se equivoquen, que preparen sus meriendas. La perfección es enemiga de lo bueno. La mayor gratificación es que puedan hacer las cosas por ellos mismos, y si salen bien, ahí la sensación es inmejorable. Permitiles explorar.
No hay nada más importante que trabajar el vínculo con nuestros hijos. Así como cultivamos otras relaciones, nuestro hijo también necesita tiempo en nuestra agenda. Hacé del vínculo una prioridad real. No vale solo decirlo hacia afuera o tenerlo presente en la cabeza. Que en tu diario haya espacio para ese helado, para esa charla o para ese momento especial. Si el vínculo está fuerte, lo demás se puede arreglar. Acordate que siempre que haya un problema con tu hijo lo primero a abordar es la relación, ese es el contexto propicio para su maduración. Recién después, en un momento de alta conexión, ellos están dispuestos a escuchar, a corregir, a darse cuenta.
Son tiempos desafiantes. De comienzos y cambios. Seguramente ya lo hayas hecho mal mil veces, como estas mamás reales. No te preocupes, los errores son oportunidades para aprender. Sé compasiva contigo, esa es la mejor manera de enseñar a nuestros hijos a ser buenos con ellos mismos.
Les comparto mi mantra que me digo cada día. “No soy una mala madre, soy una buena mamá, teniendo un momento difícil.” Esto ayudará a tener también una mirada amorosa hacia nuestros hijos cuando metan la pata. Y algo fundamental, ¡todas estas habilidades se pueden entrenar! Lo que importa es ir juntos, paso a paso.
Mamás reales
Carolina Anastasiadis y Federica Cash comparten experiencias y conocimiento en “Mamás reales”, un blog que nació hace 10 años durante el embarazo de sus primeros hijos.
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