Hoy hablaremos sobre los tiempos de nuestros niños y las decisiones que iremos tomando como madres, padres o cuidadores a medida que ellos crecen. Desde hace algunas columnas atrás venimos hablando sobre los desafíos de la maternidad y de la paternidad, y quizás el respetar los tiempos de cada niño sea en algún punto uno de ellos.
¿Por qué digo esto? Porque cuando tenemos un hijo/a, sobre todo la primera vez, pero también con los hijos que vienen después, las expectativas pueden ser muchas. Sin embargo, se aprende a medida que compartimos con otros padres, madres y niños/as, o a medida que nos vamos informando con distintos profesionales de la salud. Ser madre y padre se va construyendo, y lo que esperamos de nuestros hijos también.
Hay tiempos que son indicadores del desarrollo, como pueden ser la sonrisa social, el buscar la mirada del adulto, darse vuelta en una superficie plana, sentarse, caminar, hablar, entre otros. Dentro de cada uno de esos hitos del desarrollo hay parámetros a seguir, para asegurarnos de que nuestros niños/as están creciendo bien. Lo que hacemos como madres y padres es acompañar, estar atentas/os, recurrir a profesionales de la salud para consultar dudas o seguir indicaciones o tratamientos en algunos casos.
También hay tiempos que tienen que ver con la crianza y con decisiones que podemos ir tomando, como pueden ser dar teta o no, hacer colecho o no, pasarlo a un cuarto propio a determinada edad o no. Y aquí es donde tenemos el desafío que nombré al principio, que es ver e identificar los momentos de nuestros hijos/as y su preparación para determinados cambios, y lograr respetarlos.
En esto hay dos líneas que se deben encontrar. Una de ellas es el deseo y la necesidad de la madre y/o padre, y la otra es el deseo y la necesidad del hijo. Lo bueno es que cada familia sabe exactamente lo que necesitan los adultos y sus niños/as. Lo malo es que vivimos en una sociedad que muchas veces nos impulsa a tomar decisiones que no respetan ni los tiempos de unos ni de los otros.
No todos los niños/as deben dejar de tomar teta a determinada edad, o pasarse a su cama o cuarto a determinada edad, o dormir una cantidad de horas en la noche. Cada niño/a es diferente, tiene sus propios tiempos, sus propias necesidades. Es necesario comprenderlo para no compararlos y para lograr ajustarnos a nuestra realidad, que puede ser muy distinta o parecida a la de otras familias, pero que igualmente es única.
Por esto es importante siempre escuchar la voz interior, aquella que sabe exactamente que necesita nuestra familia, y observar y estar en presencia con nuestros niños/as para conocerlos y saber de sus necesidades. Fórmulas mágicas no existen, pero si existe el poder que tiene cada familia para dar lo mejor de ellas a sus niños/as.
Marha Scanu
Lic. en Comunicación, Educadora en primera infancia, Doula, Educadora perinatal.
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