CON LOS HIJOS
Un estudio de la facultad de Medicina de Stanford revela una condición cerebral que lo produciría y destierra la teoría de la rebeldía.
Tres investigadores encontraron la razón por la cual los adolescentes se comportan como si no estuviesen escuchando a sus madres.
Aparentemente, no es causado por una rebeldía particular de los jóvenes, sino que sencillamente se trata de un cambio en el funcionamiento cerebral a medida que van creciendo.
El estudio halló que al cumplir 13 años el cerebro humano responde de manera diferente a los estímulos sonoros. En particular, las voces con las que se está familiarizado en contraste con las voces de nuevas personas. Así pues, literalmente registran la voz de sus madres de manera distinta a cómo lo hacían en el pasado.
Fue publicado en el Journal of Neuroscience (Revista de Neurociencia, en español) tras realizar diversas pruebas neurológicas con sujetos menores de 13 años y aquellos que ya entraron a la adolescencia. Los investigadores señalan que este cambio corresponde al proceso de generar independencia de los jóvenes.
“Un niño se independiza en algún punto y eso debe ser precipitado por una señal biológica subyacente”, explicó el director del estudio, Vindo Menon, doctor en psiquiatría y ciencias del comportamiento. “Lo que encontramos es que esta señal le permite a los adolescentes relacionarse con el mundo y crear relaciones que les permita adaptarse a entornos sociales por fuera de sus familias”, continuó Menon en el estudio.
Una transformación de los sonidos que importan
En un proceso experimental anterior, el equipo investigador había encontrado que los niños de 12 años o menos reaccionan a la voz de la madre de manera única. Los infantes pueden identificar el sonido que producen sus progenitoras con precisión y generan una respuesta en el centro de gratificación en el cerebro.
Menon resaltó que esto es congruente con el proceso de desarrollo de los humanos, pues “la voz de las madres es el sonido que le enseña a los pequeños sobre el mundo social y emocional, y les permite desarrollar el lenguaje”. Además, reconoció que a pesar de que los adolescentes pasaron más tiempo escuchando a su madres, sus cerebros están empezando a desconectarse de ese sonido para favorecer las voces de personas extrañas.
Para desarrollar el estudio, entrevistaron a adolescentes de entre 13 y 17 años, con un coeficiente intelectual medio de 80 puntos que fueron criados por sus madres biológicas. En esta ocasión, se interesaron por sujetos que no tuvieran dificultades cognitivas, psiquiátricas o de aprendizaje.
El proceso involucró que los individuos escucharan grabaciones de tres palabras al azar dichas por la madre y luego las mismas palabras dichas por una persona desconocida, mientras que analizaron la actividad neuronal en máquinas de resonancias magnéticas funcionales, pues estas permiten ver qué zonas del cerebro se activan de acuerdo con los estímulos recibidos.
Hallazgos del estudio y sus implicaciones
Lo más importante que pudieron constatar los investigadores de Stanford fue que para los adolescentes, a diferencia de los niños, las voces desconocidas generaron mayor actividad en los sistemas de gratificación y en una región de la corteza prefrontal, donde se asigna la importancia a la información social. Esta transformación se mantuvo tanto en los cerebros de mujeres como de hombres.
“Las voces en nuestro entorno generan placer y son una fuente de información que nos permite sentirnos conectados, incluidos, parte de una comunidad y de una familia”, explicó otro de los investigadores del proyecto.
En el caso de niños dentro del espectro autista, desde la infancia hay una menor respuesta neuronal a los estímulos sociales, incluyendo la voz de las madres. Por ahora, no se repitió el proceso experimental en sujetos neuro divergentes, pero los resultados del más reciente estudio sugieren que podría existir una transformación a través de los años en los cerebros atípicos también.
“Nuestros hallazgos demuestran que el proceso de ‘ignorar’ a las madres en la adolescencia está encadenado con un cambio neurobiológico”, concluyó Menon, el director del estudio. Así que cuando parece que los adolescentes están siendo rebeldes es porque, literalmente, están codificados a prestar más atención a otras personas.