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Ayer, 1º de julio,Lady Diana Spencerhubiese celebrado su 60º aniversario. Con miras a mantener vivo su legado, los príncipes William y Harry —reunidos tras muchos meses de polémica— la homenajearon colocando una estatua de su madre en el Sunken Garden del Palacio de Kensington, mansión londinense en la ella que vivió mientras fue esposa del príncipe Carlos.

El objetivo de la escultura, según escribieron los hijos de la princesa en las redes, es honrar la memoria de una mujer que fue fiel defensora de las causas nobles.

Cuando recién pasaba el cumpleaños número 56 de Diana de Gales y se acercaba la fecha que marcaría 20 años de su muerte, una multitud circulaba entre las flores de los jardines del castillo que fue su hogar. El Sunken Garden del Palacio parecía nevado en pleno julio, porque en recuerdo de la princesa de corazones, sus hijos lo habían llenado de nomeolvides, la flor preferida de su madre. Corría el año 2017 y se anunciaba la creación de una estatua que tardó cuatro años en ver la luz.

Ian Rank-Broadley, el escultor responsable por su creación mantuvo en secreto su trabajo. El artista la representó rodeada de tres niños de distintas razas, que simbolizan “el impacto generacional y universal de sus tareas”.
“La estatua quiere reflejar la calidez, elegancia y energía de Diana, princesa de Gales, así como su trabajo y el impacto que provocó en las vidas de muchas personas”, explicó en un comunicado oficial el Palacio de Kensington.

Películas, series y documentales intentaron retratar la vida extraordinaria de una mujer que se transformó en un símbolo mundial. Diana Spencer llegó a la familia real británica a través de su matrimonio con Carlos, primero en la línea de sucesión al trono británico, en 1981. Con su carisma conquistó a la población y se convirtió en la princesa del pueblo, fue amada aún después de divorciarse del heredero al trono en 1996.

Lady Di, como se la conoció popularmente, usó la plataforma de la familia real para involucrarse con numerosas causas. Una de las más emblemáticas fue la Campaña Internacional para la prohibición de minas terrestres. Sin embargo, entre muchas otras causas nobles, también apoyó a los sin techo; trabajó por los niños en situación de discapacidad y enfermos a través del hospital Great Ormond Street. Fue una pionera en derribar el estigma de las personas con VIH/Sida y se vinculó con figuras internacionales de renombre, conoció al líder sudafricano Nelson Mandela, la Madre Teresa de Calcuta o el papa Juan Pablo II.

Una de sus principales fortalezas fue humanizar a la realeza británica e intentar que sus hijos tuvieran una vida normal, lo que incluyó visitar restaurantes de comida rápida o los parques Disneyland en París.

Tras su muerte, el 31 de agosto de 1997, en un accidente automovilístico en París, William y Harry, continuaron con su trabajo social y abrazaron las mismas causas que su madre. A través del Diana Award (Premio Diana), distinguen a jóvenes por su actitud desinteresada para transformar la vida de otras personas y lograr cambios positivos en sus comunidades y el mundo. Hasta el presente, alrededor de 47.000 jóvenes fueron galardonados para que su legado de compasión y bondad siga vivo.

Si bien la estatua concitó la atención, en proporción semejante interesó el reencuentro de los hermanos, que no se veían desde abril cuando asistieron al funeral de su abuelo, duque de Edimburgo.