REALEZA
Los británicos se emocionaron con su reverencia ante el féretro de su madre al llegar a la capital escocesa, en el último acto de respeto por la reina tras una vida de servicio.
Conocida por su fuerte carácter y por el discreto cumplimiento de sus funciones monárquicas, la princesa Ana raramente muestra sus emociones. Pero esta semana, la hija de Isabel II no pudo esconder su duelo mientras acompañaba a su madre en su último viaje.
Con Carlos III en Londres para cumplir con sus primeras obligaciones monárquicas, Ana fue la encargada de seguir, visiblemente afectada, el cortejo de seis horas desde el castillo de Balmoral hasta Edimburgo.
Los británicos se emocionaron con su reverencia ante el féretro de su madre al llegar a la capital escocesa, en el último acto de respeto por la reina tras una vida de servicio.
El lunes, la Princesa Real, título que ostenta desde 1987 como hija mayor de la monarca, marchó al lado del rey Carlos III y de sus dos hermanos durante la procesión que llevó el ataúd de Isabel II del castillo de Holyrood hasta la catedral de Saint Giles.
También fue en el avión que condujo los restos de la soberana hasta Londres.
A los 72 años, su papel en la monarquía puede cambiar ya que Carlos III, podría encontrar en ella un respaldo en el inicio de su reinado.
Intento de secuestro
Ana tiene la reputación de ser el miembro más diligente de la familia real, compaginando una carrera de jinete que la llevó a los Juegos Olímpicos con una vida de compromisos públicos con un ritmo sostenido pero discreto, lejos de los escándalos en los últimos años.
Con la misma franqueza que caracterizó a su padre, el príncipe Felipe, ella mismo dijo que su carácter "no correspondía a la imagen que todo el mundo se hace de una princesa de cuento de hadas".
"Se aprende por las malas", dijo. "No hay escuela para la realeza", agregó.
Ana, considerada fría y a veces criticada por su humor áspero, nunca buscó agradar a la prensa, estimando que ella no estaba para "hacer acrobacias". Una vez le pidió a los fotógrafos que "se fueran".
La princesa, que escribe sus propios discursos, ha hecho camino en el sistema real de sus padres, pero eligió una vida más moderna para sus hijos.
También se ha ganado el respeto por respaldar más de 300 obras de caridad, oenegés y regimientos militares.
En 1974, Ana fue objeto de un intento de secuestro cuando su vehículo fue blanco de un ataque. Dos agentes de policía, el conductor y un transeúnte resultaron heridos por disparos.
Un documento publicado por los Archivos Nacionales reveló más tarde que el atacante Ian Ball apuntó su arma contra Ana y dijo: "Quiero que venga conmigo un día o dos porque quiero dos millones de libras. ¿Subirá a mi coche?".
Ana respondió sin dudar: "De ninguna manera, y no tengo dos millones de libras".
Habilidosa amazona
Nacida el 15 de agosto de 1950, Ana heredó la pasión por los caballos de su madre y rápidamente se convirtió en una habilidosa amazona. En 1971 ganó el campeonato de Europa de concurso completo.
"Veía (en la carrera deportiva) el medio de demostrar que tenía algo además de mi familia y que la victoria o la derrota no dependían más que de mi", explicó.
En 1988 se convirtió en miembro del Comité Olímpico Internacional y formó parte del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Londres-2012.
En 1972, su boda con el oficial del ejército y campeón olímpico de equitación Mark Phillips fue seguida por 500 millones de televidentes.
Tuvieron dos hijos, Peter y Zara, y rompiendo la tradición, la pareja decidió que Mark Phillips no recibiera ningún título real para que los niños pudieran sentirse libres de llevar su propia vida.
La pareja se divorció en 1992 y nueve meses después la princesa se casó con el capitán de fragata Timothy Laurence, excaballerizo de la reina Isabel.
Su boda se celebró en Escocia porque la Iglesia anglicana no permite las uniones de personas divorciadas.