Apunte de Cata: Colección de Barricas Arinarnoa 2018 de Bodegas Carrau

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Apunte de cata

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Eduardo Lanza, nuestro experto en vinos, cuenta sobre una propuesta que Bodegas Carrau elabora en Viñedo Las Violetas, Canelones

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La uva tinta Arinarnoa es una de las creaciones del investigador vasco francés Pierre Marcel Durquety, que durante varias décadas trabajó en el INRA de Burdeos. En ese instituto se dedicó a generar nuevos cepajes a través de sucesivos cruzamientos.

Para concebir la Arinarnoa, combinó la Tannat con la Cabernet Sauvignon, pensando sería ideal para las regiones del sudoeste francés. Sin embargo no se difundió mucho en su país de origen, pero aquí en Uruguay está muy bien considerada y se la cultiva en forma creciente.

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“Es una variedad que aquí encontró su nicho porque da muy buen color y en eso se asemeja al Tannat, pero con taninos más redondos y menos astringentes. También le gusta a los viticultores porque es de brote tardío, lo cual le permite esquivar las heladas de primavera”, opina el Ingeniero Agrónomo Néstor Merino, reconocido experto y asesor de grupos CREA.

Colección de Barricas es una línea que nace en 2017 en Bodegas Carrau, para agrupar algunos varietales tintos de producciones muy limitadas, que rondan en unas 1.000 botellas.

“Ese año volví de Canadá para reincorporarme a la bodega y tocaba probar vinos de barricas. Entre muchas diferentes, encontramos una pequeña partida de Marselan que nos encantó. Había estado 12 meses en barricas de 2do uso y el roble ya se había amalgamado lo más bien con la fruta. Al instante consideramos que podría tener un buen protagonismo como el primer varietal Marselan de Carrau. Y de alguna manera ese fue el comienzo de esta línea, que bautizamos Colección de Barricas y que nunca va a ser masiva”, cuenta Marcos Carrau.

“Hoy la línea se complementa con un Cabernet Franc de muy buen perfil, que siempre integra el corte del Gran Reserva Tinto. Con el Petit Verdot, la noble uva bordelesa de la cual tenemos tres cuadros. Y la Arinarnoa que plantamos a fines de los 90 y debe haber sido de las primeras en el país”, agrega Carrau.

Es un tinto de color guindo y transparente al hacerlo girar dentro de la copa. En su aroma la fruta manda y el roble de las barricas se asoma pero con timidez. En boca es goloso, un sorbo ya pide el siguiente. Sin aristas que dificulten el paladearlo, tiene una acidez jugosa que le da el nervio imprescindible. Lo considero entonces un tinto muy disfrutable, ideal para compartir en rueda de amigos.

Se vende en vinotecas a $ 715 y directamente en la tienda de la bodega.

Conocé a nuestro columnista
Eduardo Lanza
Eduardo Lanza

Es Ingeniero químico y experto en vinos. Su pasión lo ha llevado a visitar terruños, descubrir cepas y probar las más variadas etiquetas.

Es fundador de Catadores. Escribe y enseñacon el mismo placer que degusta un vino desde hace más de 25 años.

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