Celebridades
La empresaria y el músico vieron la propiedad por primera vez en 2013; fue renovada por un reconocido diseñador y está valuada en 60 millones de dólares
Los detalles más sobresalientes de la propiedad van desde el mobiliario de alta gama, como un sofá de Oso Polar de Jean Royère hasta una mesa de cóctel de piedra caliza diseñada por el propio Vervoordt. También se destacan las paredes revestidas de yeso veneciano que hacen que la casa sea casi totalmente blanca, aunque tiene algunos toques de madera muy limitados que se mezclan con el verde de las plantas y del paisaje circundante que ingresa a través de las ventanas.
A principios de 2020, la revista especializada Architectural Digest recorrió la propiedad y detalló que aunque la decoración era extremadamente reducida, la familia disponía de muchos lujos en el lugar como una cancha de básquet, una enorme pileta y varios jardines lujosos diseñados por Wirtz, la famosa compañía paisajística internacional.
Después de vivir casi siete años en la casa familiar, West y Kardashian transformaron el inmueble en una de las piezas de arquitectura doméstica más fascinantes y extrañas del planeta.
El músico aseguró que desde pequeño estuvo interesado en la arquitectura y el diseño de interiores y, por esta razón, participó en la renovación de la imponente casa. “Cuando vivía en Chicago antes de que existiera Internet, leía revistas de diseño junto con otras publicaciones de moda y rap”, manifestó West.
A medida que su carrera despegaba y su fortuna crecía, el rapero pudo dar rienda suelta a su afición por el diseño y se convirtió en un habitual comprador de elementos para decorar el hogar. “Vendí uno de mis autos para comprar el sillón Royère. La gente me dijo que estaba loco por lo que pagué por él, pero tenía que tenerlo”, afirmó.
El músico contó que una de las personas que lo tildaron de lunático fue su entonces pareja. “Realmente no sabía nada de muebles antes de conocer a Kanye. Pero estar con él ha sido una educación extraordinaria. Ahora me siento muy orgullosa de saber lo que tenemos y por qué es importante”, admitió Kardashian en aquel momento.
La inmersión de la pareja en el mundo del diseño internacional acabó por ponerles en el camino a Vervoordt, quien se había cruzado con West en algunas ferias de antigüedades y exposiciones. La atracción principal del músico y la empresaria se centró en un diseño característico del creador belga: una mesa de piedra flotante con bordes redondeados que parecía encapsular la seductora simplicidad y la estética wabi-sabi que impregnan la obra del diseñador.
“Cuando vi el tipo de trabajo que estaba haciendo, pensé: ‘este hombre podría diseñar la casa de Batman. Tenía que trabajar con él’. Fue un golpe de efecto conseguir que viniera a Calabasas a rehacer la propiedad“, explicó el músico.
Vervoordt aseguró que trabajar con la pareja fue un encuentro improbable de distintos pensamientos. “No pertenezco al mundo del pop, al de los raperos. Pero descubrí que Kim y Kanye son seres humanos maravillosos. Tenemos valores comunes en la vida, valores humanos importantes, como el respeto por la belleza y la espiritualidad del arte. Podés llamarlo religión, pero esto es quizás más allá de la religión, una búsqueda de valores cósmicos de paz y energía positiva. Tuvimos conversaciones muy profundas sobre el espacio de la mente y la importancia del silencio“, detalló.
Esas conversaciones derivaron en los planes para reimaginar la casa. “Kanye y Kim querían algo totalmente nuevo. No hablamos de decoración, sino de una especie de filosofía sobre cómo vivimos ahora y cómo viviremos en el futuro. Cambiamos la casa purificándola, y seguimos presionando para hacerla más y más pura”, explicó el especialista.
En la práctica, las elevadas ambiciones de West y Kardashian se tradujeron en una transformación total de las proporciones de las numerosas habitaciones de la casa, todas ellas revestidas de un luminoso revoque blanco y acentuadas con otros materiales naturales pálidos. Además, el mobiliario fue reducido al mínimo y consiste principalmente en los característicos diseños sutiles de Vervoordt, acompañados de las creaciones de artistas de Royère y Pierre Jeanneret.
“Lo único que Kanye y yo teníamos en común era nuestra preferencia por una paleta neutra. Me encanta la simplicidad del diseño. Todo en el mundo exterior es tan caótico. Me gusta entrar en un lugar y sentir inmediatamente la calma. A Kanye se le ocurrían las ideas más descabelladas, y yo decía: ‘Esto no es normal. Necesitamos cajones’. Yo era la voz de la funcionalidad”, reconoció Kardashian.
La empresaria señaló que la casa también tiene su costado infantil y que pudo criar sin problemas a sus cuatro niños en un entorno impoluto de color crema. Kardashian indicó que los pequeños utilizan sus patinetas por los pasillos y saltan por encima de las mesas bajas diseñadas por Vervoordt. “Esta casa puede ser un caso de estudio, pero nuestra visión sobre ella se construyó en torno a nuestra familia”, dijo la modelo.
Si bien West describió a la casa como “un 90 por ciento Vervoordt”, otros prominentes diseñadores pusieron su talento. Por ejemplo, el arquitecto minimalista Claudio Silvestrin diseñó el voluminoso baño principal, mientras que Vincent Van Duysen ayudó a amoblar el salón y las habitaciones de los niños. Por su parte, Peter Wirtz supervisó la realización de los florecientes jardines, y Dong-Ping Wong y Oana Stanescu fueron los diseñadores arquitectónicos del proyecto.
Una de las habitaciones más curiosas de la propiedad está dedicada exclusivamente a una enorme escultura blanda con forma de criatura, obra de la artista Isabel Rower. Cuando alguien le preguntó al músico a qué se debía ese espacio, él respondió provocador: “Todo lo que hacemos es una instalación artística y una sala de juegos”.