Realeza
En menos de una semana, fueron tres las personas que ingresaron sin ninguna resistencia de la seguridad real
La reina Isabel sufrió una nueva amenaza a su seguridad después de que dos intrusos deambularan dentro de la propiedad de Windsor. Tal como cuenta el diario británico The Sun, antes de que pudieran ingresar a los interiores del castillo, la policía arrestó a un hombre de 31 años y a su novia, de 29, luego de que escalaran las vallas en el Royal Lodge el pasado domingo 25 de abril. El lugar por donde estuvieron está cerca de donde la monarca, de 95 años, camina con sus perros y va a montar.
El asunto sumerge a la seguridad en una gran crisis debido a que seis días antes, los guardias dejaron entrar por error a una mujer que dijo ser la prometida del príncipe Andrés, que también vive en Windsor.
Ken Wharfe, oficial de protección personal de la princesa Diana durante siete años, dijo que los hechos son “inaceptables y vuelven vulnerable a la reina”. “Se trata de algo muy preocupante que debe cambiar con urgencia”, alertó.
De acuerdo con The Sun, la pareja fue arrestada y llevada a la comisaría de policía de Maidenhead. Más tarde fueron puestos en libertad bajo fianza a la espera de nuevas investigaciones. Una fuente cercana al castillo le dijo al diario: “Pasaron solo seis días entre un intruso y estos dos nuevos. Es un lapso de tiempo asombroso. Todos estaban en alerta máxima después del primero y ahora sucede esto. Las cabezas podrían rodar. Es imperdonable”.
La primera intrusa logró colarse dentro de la propiedad diciendo que era la prometida de Andrew y que tenía una cita para almorzar. Se cree que es una ciudadana española de 44 años que llegó a la puerta del castillo en un taxi. Los guardias le permitieron la entrada y pasó veinte minutos caminando sola antes de ser detenida bajo sospecha de robo.
Los dos casos tan seguidos plantean dudas acerca de si la reina estaría mejor y más segura en Buckingham. Pero según la biógrafa real Penny Junor, consultada por The Sun, su majestad prefiere quedarse en Windsor donde ha pasado los últimos siete meses debido a las restricciones por el COVID.