Realeza
Desde Enrique VIII hasta el príncipe Carlos, en esta nota hacemos un recorrido por una monarquía llena de engaños amorosos.
La monogamia, definitivamente, no es una tradición en la corona británica. Las historias de infidelidades y múltiples parejas son tan comunes y tradicionales como el desfile de cambio de guardia del Palacio de Buckingham.
El recorrido podría comenzar con uno de los más célebres monarcas del Imperio Británico: Enrique VIII. Enorme, pelirrojo, atlético y autoritario, su obsesión enfermiza por engendrar un heredero varón lo llevó a recorrer múltiples lechos y casarse con seis mujeres reconocidas por provenir de nobles familias: Catalina de Aragón, Ana Bolena, Jane Seymour, Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr.
Lo triste y cruel de la historia es que, de ellas, dos fueron decapitadas (Ana Bolena y Catherine Howard) y de las otras tres se divorció acusándolas, descaradamente, de infidelidad. Terminó sus días al lado de Catalina Parr.
Pero ya en este siglo, es bien conocida la historia de Eduardo VIII, quien cegado por el amor de una plebeya, la norteamericana Wallis Simpson, renunció al trono en 1936 para poder casarse con ella. Lo complejo del asunto es que la señora Simpson era estadounidense, dos veces divorciada y rechazada por la Iglesia anglicana, algo muy mal visto en la pacata y conservadora corona británica.
A Eduardo VIII lo sucedió el rey Jorge VI, padre de la actual reina Isabel II, quien también tuvo que padecer los ‘cuernos’ de quien fue su compañero durante 73 años: el recientemente fallecido príncipe Felipe, duque de Edimburgo. Bien parecido, de noble familia y notable carisma, los investigadores hablan de por lo menos seis infidelidades reconocidas, aunque todos coinciden con que podrían ser muchas más.
Fiel a la reina, no a la esposa
De hecho, una de las frases más comunes sobre Felipe, es que le fue fiel hasta el último día de su vida a la Reina, pero no a su esposa. “E?l emanaba masculinidad por cada uno de sus poros y era una promesa fuera y dentro de la cama”, Un galán que no dejaba títere con cabeza pero que mantuvo su lealtad a la corona por encima de cualquier cañita al aire, escribió Lady Colin Campbell, autora del libro The Queen’s Marriage, uno de los tantos que intentó develar su relación sentimental.
Igualmente, según el historiador y escritor Jean des Cars, durante una fiesta y haciendo alarde de sus bromas, el duque se lamentaba con el príncipe Bernardo de Holanda el no poder hacer de las suyas tranquilo. “Tu? si? tienes suerte, nadie te reconoce. Puedes tener tantas amiguitas como quieras. Pero yo tengo seis guardaespaldas a mi alrededor” dicen que le dijo a su colega.
¿La verdadera historia de amor?
Camila Parker Bowles ha sido siempre considerada la ‘malvada’ de la corona. La que hizo sufrir, por su relación con el príncipe Carlos, a Diana de Gales, la ‘princesa del pueblo’. Pero lo cierto es que la relación de la Duquesa de Cornualles con el heredero al trono de Inglaterra, terminó por convertirse en una de las más estables de la corona.
Carlos, pese a casarse con ‘Lady Di’, en 1981, jamás dejó de ver a Camila. De hecho, Diana sabía que ella era una sombra constante que no despareció y que se hizo más fuerte tras el divorcio del Príncipe de Gales en 1992.
Luego de eso, la relación se hizo pública, se casaron en 2005 y, en la actualidad, Camila podría ostentar el rol de Princesa de Gales, pero no lo hace por decisión propia para mantener el Duquesa de Cornualles. Tampoco, cuando su esposo ascienda al trono, será considerada Reina Consorte, sino Princesa Consorte, tal como se acordó al momento de las nupcias.
Andrés y Sarah, pareja disfuncional
Un matrimonio casi tan de fantasía como el de Diana, lleno de pompa y de rituales dignos de cuento de hadas, terminó convirtiéndose en una cúmulo de escándalos e infidelidades para el príncipe Andrés, hermano de Carlos, y Sarah Ferguson, duquesa de York, quienes se divorciaron en 1996.
Considerada ‘pecadora’ y ‘libertina’, los medios sensacionalistas solían fustigarla por su sobrepeso, por historias como que ofreció a su esposo para pagar una deuda o sus constantes fiestas y situaciones comprometedoras con el millonarios texano Steve Wyatt.
Andrés, por su parte, no era precisamente un hombre juicioso. De hecho, hace honor al apodo que le pusieron en el Ejército: ‘andresito el cachondo’ , pues han sido famosas sus parrandas, borracheras y fiestas rodeado de mujeres bellas y mucho alcohol. Sin embargo, los excesos le pasaron factura y hoy está alejado (expulsado, mejor) de sus funciones con la corona por culpa de su amistad y sus fotos de fiesta con el pederasta Jeffrey Epstein, quien se suicidó. Este lío lo tiene en ‘la cumbre’ del desprestigio y el rechazo.
Estos son algunos casos de muchos que seguramente permanecerán en la sombra, porque las historias de cama, de amores rotos y de escándalos, están lejos de terminar. De hecho, parecen ser un sello histórico de la Corona y de La Firma, como se suele conocer a la familia de Isabel II.