Realeza
El duque de Edimburgo se tomó el trabajo de diseñar todas las piezas que le obsequió a su esposa y puso en ellas mensajes muy especiales
Durante toda su vida juntos, el fallecido duque de Edimburgo le obsequió importantes joyas a su esposa la reina Isabel II.
Todas las piezas fueron diseñadas por él mismo y guardan un trascendente y sentimental significado.
Broche de diamantes
En 1939, Isabel, que tenía tan solo 13 años, conoció al joven Felipe. Era un atractivo cadete de la marina y, al parecer, de acuerdo con la niñera de la futura reina, Marion Crawford, fue amor a primera vista, a pesar de la diferencia de edad.
La historia continuó durante uno de los permisos de guerra de Felipe cuando se reencontraron y él le regaló un extraordinario broche de diamantes con una insignia azul marino forjado por Garrard, el joyero de la corte.
Anillo de compromiso
Para diseñar el anillo de compromiso que le daría a su amada Isabel, Felipe utilizó joyas de los Romanov que le dio su madre. En este caso, fue un impresionante diamante que la reina nunca se ha quitado desde aquella fecha: el 10 de julio de 1947.
Junto con el anillo, el duque de Edimburgo también le regaló una pulsera diseñada por él mismo con gran cantidad de detalles. Se trata de una pieza estilo decó, confeccionada por el histórico joyero de Bond Street: Philip Antrobus.
De estética geométrica, la pulsera se llamó “el brazalete de boda de Edimburgo”. Son diamantes dispuestos sobre una estructura de platino que la reina jamás se quita.
Brazalete de aniversario
En 1952, cuando se cumplieron cinco años de su matrimonio, Felipe le regaló a su esposa una pulsera de oro con diamantes, zafiros y rubíes. Una vez más, se trató de un diseño del mismo príncipe que estuvo a cargo del joyero Boucheron.
Además de simbolizar los cinco años de su enlace, el brazalete tiene las insignias de la pareja y el emblema naval de Felipe junto a unas rosas heráldicas.
El broche Ruby Venus
Se trata de la única joya que no fue diseñada directamente por el príncipe Felipe, sino que fue una de las piezas ganadoras del Premio de Diseño Elegante de Edimburgo que data de 1966.
El broche forma parte de una colección de joyería de Andrew Grimma, que se pensó para la empresa joyera HJ Co, que ganó por sus diseños audaces y originales.
El príncipe Felipe compró un broche que, dadas sus características, fue llamado Ruby Venus y está compuesto de un rubí con diamantes incrustados en oro. La reina lo usó para su aniversario de bodas número setenta.