Con las primeras luces intermitentes que con sus colores indican el comienzo de laépoca navideña, muchas personas empiezan a experimentar ciertas molestias, desazón y una incomodidad con una época que a lo único que los convoca es a cerrar la puerta y a esperar que el gris enero llegue pronto. Especialistas llaman a esta condición como el ‘síndrome navideño o del villancico’.
Las causas no están claras. Pero el psiquiatra Rodrigo Córdoba, director del departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario, manifiesta que se trata de un fenómeno somático emocional en el que la evocación de situaciones y la convergencia de elementos que reviven ciertas sensaciones que despiertan no solamente desánimo en algunas personas: también dolores, gastritis e, incluso, predisposición a infecciones y a otras alteraciones.
Sandra Herrera, psicóloga clínica de la Universidad de Salamanca, manifiesta que para algunos la parafernalia de la Navidad se convierte en una carga. Y la perspectiva de reunirse, incluso con personas que marcaron nuestras historias de vida –entre ellos miembros de la familia– suscita muchas molestias que se traducen en aburrimiento. “Evocar la muerte de un ser querido, una mala relación o recuerdos poco gratos relacionados con esta época son definitivos para pasarla mal. Son situaciones que inconscientemente conllevan bajones en el ánimo”, dice la experta.
Aquí también influye –según la psiquiatra Olga Albornoz– esa tendencia a hacer balances y a comparar resultados que no siempre son positivos, algo que en personas susceptibles puede derivarse en depresión y aislamiento.
Lo económico y social también afecta
“Si la invitación es a hacer compras, a pasarla bien y a manifestar permanentemente alegría, la respuesta será negativa si no se tiene dinero, si se atraviesa por un duelo o se está sin empleo”, dice Córdoba. Pero aclara que esta reacción no ocurre en todas las personas; solo en aquellas con cierta predisposición.La psicóloga Sandra Herrera advierte que las sobrecargas económicas favorecen el aumento del estrés en estas épocas –marcadas por presiones comerciales– lo mismo que la obligación de cumplir compromisos sociales, hacer visitas y dar regalos.
“Es tanto el impacto que puede desencadenar intolerancia plena hacia estas costumbres, lo que hará que la persona se sienta más sola y el cuadro empeore”, sigue Herrera.De igual manera ocurre cuando todos los anuncios hablan de compartir en familia, de reunirse en torno a la gente querida y cercana, que no caen bien en individuos solitarios, divorciados o pertenecientes a familias disgregadas. “En estos casos, la depresión no tarda en aparecer”, insiste la psicóloga.
Como es natural, es más fácil que este síndrome aparezca cuando hay carencias, desplazamiento, quiebras o balances de propósitos no cumplidos.
Nostalgias y duelos no resueltos
Las muertes, separaciones o pérdidas de los vínculos familiares pueden hacer que algunos se queden encerrados en una nostalgia que se incrementa por esta época. En palabras del psiquiatra Rodrigo Córdoba, es como si alguien se quedara en un estado de ignorancia permanente, que se aumenta con los ruidos de la fiesta.Córdoba insiste en señalar que las sensaciones de malestar frente a estas épocas son mucho más frecuentes en personas con depresiones que no han recibido diagnóstico. De ahí la importancia de no dejar pasar por alto este tipo de situaciones y consultar.
¿Qué hacer?
Lo primero que recomiendan los expertos es reconocer que existe un problema y no la manifestación de una excentricidad. Hay que identificar las causas, y en caso de que se encuentren o que al menos se infieran, hay que buscar ayuda profesional.
Aunque el asunto no se arregla con palmadas en la espalda, vale la pena tratar de mantener el pensamiento ocupado, evitar las comparaciones y tener la certeza de que cada individuo es único.
La época navideña es apenas una homogenización de sentimientos, basados en el calendario pero no sobre factores decisivos en la vida.
Hay que evitar los balances.
Tampoco es recomendable alejarse del todo. Tratar de compartir esta época con las personas más cercanas, sin reproches ni condiciones, es un buen paso. Proponga acuerdos. Es una buena época para eliminar diferencias y disgustos con familiares o amigos cercanos.
En casos extremos, si se tiene certeza de que la época causa depresión, hay que adelantarse a la situación y no esperar a que los efectos lleguen.
Si se siente mejor con los amigos, disfrute con ellos sin maltratarse por no estar con la familia.
No está demás expresar sus sentimientos con tranquilidad, sin aislarse; y si siente que de verdad es la peor etapa del año, consulte con el médico.