Hogar
Los “por si acaso” a veces se vuelven una atadura mental y emocional que nos hace pensar que un objeto nos da seguridad y nos hace muy difícil dejarlos ir.
¿Quién es la reina de los “por si acaso”? ¡En todas las casas hay! En unas más, en otras menos, ¡pero hay!
En las distintas etapas de nuestra vida van entrando objetos, cosas que nos son útiles, que nos ayudan a que nuestra vida sea más fácil, que nos sirven para satisfacer una necesidad, o simplemente porque los queríamos.
Durante un tiempo esos objetos nos darán un servicio, cubrirán una necesidad, pero cuando dejen de hacerlo, cuando pierdan esa utilidad porque se dejan de usar, se rompen, o ya no las queremos… se sustituyen por otros nuevos.
Unos se pueden ir de nuestra casa, otros pasarán a formar parte del amplio y siempre repleto “por si acaso”.
Nos cuesta pensar que nada es para siempre, nos aferramos y enganchamos a cosas materiales, aun sabiendo que no las precisamos, que no nos sirven y a veces hasta nos hacen daño. Igual nos asusta lo que puede suponer perderlo, lo que creemos perder si lo dejamos ir.
Despertarnos y acostarnos en un espacio liviano, con menos cosas y confortable nos levanta la autoestima y nos hace sentir bien.
Desde que nos levantamos y vamos pasando por cada uno de nuestros ambientes, desde abrir el placard y vestirnos como queremos (y no como podemos), entrar al baño y sentir que es como ese baño de hotel que tanto nos gusta, llegar a la cocina y prepararnos un rico desayuno, nos llena de energía y felicidad.
Lo mismo nos sucede con usar todas esas cosas lindas que tenemos y generalmente reservamos para cuando vengan visitas o ese día especial.
Usar todos los días lo más lindo que tenemos nos cambia la percepción de nosotros mismos, nos da alegría y no motiva a disfrutar de cada momento.
Por eso debemos tomar distancia suficiente para entender que las cosas llegan a nuestra vida para cumplir una función y que una vez cumplida deben salir de ella.
Esos “por si acaso” a veces se vuelven una atadura mental y emocional que nos hace pensar que ese objeto nos da seguridad y nos hace muy difícil dejarlos ir.
Esto no quiere decir que erradiquemos hasta el último “por si acaso” de nuestras casas, sino que debemos tener claro que casi siempre no los precisamos, son un problema de falta de espacio y que no nos permiten tener el orden bajo control.
Dejar de perder tiempo y estresarte por no encontrar algo, por no saber que ponerte, por comprar cosas que no precisas, por guardar “por si acaso”, ¡solo depende de vos!
Cada uno elige cómo quiere vivir y les aseguro que no pasa por lo material, pasa por cómo somos, cuánto nos conocemos y nos queremos. No dependemos de nada ni de nadie para ser felices más que de nosotros mismos.
Ordená tu casa, ordená tu vida.