El príncipe William sí lo recuerda, pero prefiere reservarlo para sí mismo. Ambos se lamentan de la brevedad de la conversación, ya que, como niños chicos, solo querían regresar a sus travesuras. “Estábamos jugando con nuestros primos y disfrutábamos de las vacaciones en el castillo de Balmoral [Escocia]. Creo que estábamos ansiosos por despedirnos rápidamente y seguir jugando”, contó.

Y añadió: “Si hubiera sabido lo que iba a suceder, obviamente no actuaría con tanto desgana. Esa llamada telefónica quedó grabada para siempre en mi memoria” afirmó el duque de Cambridge.

El cuerpo de Diana de Gales fue trasladado a la isla familiar, dentro del lago Round Oval. Pero su hogar siempre fue el Palacio de Kensington, en Londres (Reino Unido). “Apreciaba mucho los momentos de intimidad en los que podía ser madre y no la princesa de Inglaterra”, apuntó Harry: “Nos llevaba a comer hamburguesas o al cine”.

“Le encantaba reírse y divertirse. Tenía mucha calidez humana. Siempre oigo en mi cabeza su risa enloquecida y esa expresión de alegría en su rostro”, adhirió William.

Ambos recuerdan a su madre como una mujer “atenta, cariñosa” y, sobre todo, “solidaria”. Y es que Diana de Gales se dedicó a mostrar su apoyo a los colectivos vulnerables e instituciones benéficas, como las personas sin hogar. “Estoy consternada por lo vulnerable que dejan a estas personas ante la explotación”, expresó ante las cámaras en una rueda de prensa, pocos meses antes de su muerte.

De hecho, tan solo tres semanas antes del accidente, Lady Di viajó a Bosnia, tras la guerra civil que dejó desolado al país, junto a dos activistas. “Solo con el tiempo comprendí la influencia que tuvo mi madre en esas minas de combate”, expresó el duque de Sussex.

También observaron, tras las puertas de su hogar, cómo la princesa sufrió por el atosigamiento de la prensa. “Como madre, les ruego que respeten el espacio de mis hijos”, pedía abrumada a los paparazzi, que insistían en realizar fotos a los pequeños durante su rutina. “Recuerdo con amargura verla llorar muchas veces por la intrusión de la prensa en nuestras vidas”, contó el hijo menor.

Pero, a pesar del paso del tiempo, sienten aún ese vacío que dejó su madre al morir. “Es desolador. Como si un terremoto arrasara tu vida. Mi mente se quedó bloqueada y me llevó mucho tiempo asumirlo. Siempre pienso que mi madre no querría que estuviésemos mal”, concluyó William.