Llega el aguinaldo, las tiendas anuncian a los cuatro vientos sus liquidaciones de temporada y se desata una suerte de locura por“aprovechar” las rebajas para renovar el placard. Ese aprovechar es entre comillas porque muchas veces no es más que un impulso que convierte una oferta vestida de oportunidad en un gasto innecesario.

Evitar ese tipo de compras es una de las causas que persigue Nieves Pereyra, estilista de moda que se dedica también a las consultorías de estilo y como ella misma se presenta en redes una “fan del estilo propio y de repetir outfits”.

“Lo primero que les digo a mis clientes es que la única forma de comprar y que sea una inversión, no un gasto, es abrir el armario y evaluar qué tenemos y qué necesitamos”, asegura. En ese sentido explica que muchas veces pasa que en las liquidaciones compramos porque está barato y lo vemos como una oportunidad pero antes no hicimos el ejercicio de pensar si realmente esa pieza que estamos adquiriendo tendrá relevancia real en nuestro armario del día a día.

“La liquidación tiene eso de la vidriera con carteles grandes que anuncian el 70% o 50% de rebaja, entramos y es como que perdemos referencia. Todo nos resulta re barato, todos nos llama la atención. Es impulso, impulso, impulso”, agrega.

Pereyraplantea que el primer paso es abrir nuestro armario y ver lo que ya tenemos porque quizá no necesitamos tres remeras básicas más porque tenemos 10. Hay que sentarse con papel y lápiz y evaluar qué es lo que tenemos y qué puede hacernos falta; hacernos determinadas preguntas y descubrimos qué queremos mejorar en esta instancia, si, por ejemplo, apostaremos a mejorar el guardarropas laboral o el de salir.

Además, y no menos importante, Nieves alerta sobre la importancia de analizar si estamos ante una inversión que podemos costear o es una que a futuro nos traerá problemas. “En un mundo en el que manejamos dinero electrónico todo el tiempo a veces es difícil ver en realidad lo que gastamos. Como no vemos la plata y no la tocamos, cuando te das cuenta ya es tarde”, dice.

Tener el armario lleno y estrenar algo cada vez que se sale a una cita o evento es un concepto que Nieves adjudica a la generación que se crió viendo a Carrie Bradshow en Sex & the City o Rachel de Friends. “Era hasta como gracioso y divertido vivir endeudada, pero con un ropero lleno y me parece que es hora de cortar con eso”, dictamina.

Es simple: hay que repetir la ropa y esta debe tener un ciclo de 30 usos o más, si no directamente no hay que comprarla. La invitación es a apostar más a los second hands, a la ropa de segunda oportunidad que es cuando accedemos a colecciones que ya no están a la venta como los oulets por ejemplo.

“En esos lugares podés encontrar joyitas que tienen otro beneficio: no te cruzás con 80 personas con la misma ropa que vos”, añade.

Un armario inteligente es el que te funciona a vos, el que abrís y encontrás una solución y no frustración. Pereyra asegura que la mayoría de las mujeres entramos como en un bucle con el tema de nuestro armario: nos levantamos, lo miramos y concluimos que no tenemos qué ponernos, que no hay nada de lo que nos gusta. Y ese es el mayor problema porque ese armario tiene que jugar para vos y no es el mismo para todas.

“La ropa tiene que comunicar lo que somos o lo que queremos ser, porque a veces todavía no lo somos, pero lo estamos construyendo. Tiene que potenciarnos y tiene que ser un acto de satisfacción, no de frustración”, reflexiona.

Antes se utilizaba mucho el concepto de fondo de armario y había que tener un montón de piezas determinadas, pero si no van con vos no tiene sentido que las tengas. Las prendas tienen que acompañar a la persona que somos: que funcione para vos, que te solucione, que te potencie, que te ayude a comunicar tu estrategia.

Pereyra trabaja con la diversidad corporal en sus redes y en su trabajo desde el día uno.

“Es necesario entender que todos los cortes son válidos y eso se traslada a los talles y el de la vestimenta realmente es un problemón. Yo tengo clientes plus size pero también tengo clientes petit. Nada que salga de la media acá en Uruguay está contemplado”, sentencia.

“La vestimenta es un derecho no un gusto. Necesitas vestirte para salir a la calle y, dentro de ese derecho, tendría que estar contemplado que vos puedas mostrarte como quieras y expresar tu personalidad por medio de esa vestimenta”, complementa la profesional.

“Este es un tema que hay que solucionarlo ya, no podemos seguir así. Yo sé que es un mercado chico y que las marcas se quejan de que no les dan los costos, pero a veces también poner un poco de voluntad o poder generar otro tipo de estrategias comerciales. Hay muchas marcas chicas que las que se la juegan y hacen ropa a medida entonces por que las marcas grandes no pueden traer tres o cuatro talles más es la gran pregunta”, sostiene.