Súpermujeres
El trabajo de la chilena Barbarita Lara (34) como inventora, investigadora y solucionadora de problemas la posicionó como una de las innovadoras jóvenes más importantes del mundo.
Barbarita Lara (34) no tuvo una vida como la de cualquier niña. Hija de un marino militar, vivió desde Estados Unidos hasta Puerto Williams —una de las ciudades más australes del mundo— y se sintió incomprendida en la universidad.
Todo eso la convirtió en una investigadora incansable y le valió reconocimiento internacional, incluida la distinción de MIT Review —una de las revistas tecnológicas más antiguas del mundo— como una de las innovadoras menores de 35 más destacadas del globo. En este marco, Lara fue invitada por Sura al ciclo Futuro a voces sobre las perspectivas del mundo en esta etapa particular. Tras participar del conversatorio, Lara charló con Eme sobre su vida, su carrera y lo que vendrá.
—Tuviste una vida particular...
—Nací en Santiago de Chile y viví en diferentes lugares porque mi papá es marino. Pasamos por Estados Unidos, Viña del Mar (me considero viñamarina) y después nos fuimos a vivir a la ciudad más austral del mundo: Puerto Williams. Ahí estuvimos cuatro años y me cambió la vida porque estaba aislada, no había internet, ni teléfono, mi casa era en la naturaleza y yo era un ser salvaje. Entonces a los 8 años, cuando mi papá me trajo la primera computadora, la desarmé para entenderla. Casi me matan: ¿cómo iba a desarmar la computadora de la familia? Entonces me di cuenta que tenía que entender con las manos, tardé tres días en volver a armarla, pero fue me di cuenta que con mis manos y mi inteligencia podría arreglar el mundo.
—¿Eras una especie de niña genio?
—Después de cuatro años en el fin del mundo volvimos a Viña del Mar y empecé a trabajar en el conocimiento informático. Sin saberlo, era una niña emprendedora de 12 años que iba con mi maletín a golpear puerta a puerta, como si fuera Giro Sin Tornillos, como se les dice a los todólogos acá en Chile. Me presentaba en las casas y arreglaba las computadoras gratis. Para mí era todo un riesgo llegar a una casa desconocida, abrir una computadora, arreglarla de una forma y programarla para que funcionara, pero no tenía miedo. A los 15 años ya tenía un imperio que arreglaba computadoras. Además, reparaba enchufes y todo tipo de cosas.
— ¿Cómo fue tu experiencia con la educación superior?
—Al comenzar la universidad me di cuenta que el sistema educativo era una mierda, porque lo único que hacía era aprobar ramos (materias) y no me desafiaba. Yo quería desarmar y reparar todo, pero no me enseñaban eso. Entonces entré en una especie de depresión por no encontrarme y, al mismo tiempo, tenía que cumplir con todos los estándares de ser la mujer o esposa perfecta que determina la sociedad. Además, sentía que querían que hiciera todo sin cuestionar y debía quedarme tranquila con la respuesta que me daban; ése es el problema de las personas que intentan normalizarte. En la universidad conocí a mi esposo y quedé embarazada, abandoné y volví más tarde. Me di cuenta que era más de lo mismo. Había perdido esa forma de empoderamiento que tenía cuando llegué a Viña del Mar a los 12 años, me metí en el mundo de la computación y fui hacker por curiosidad. En ese momento sentía que no había límites para mí y en la universidad me obligaban a estudiar por materias y sentía que la sociedad no esperaba nada de mi, más que cumplira con ese rol típico de la mujer latinoamericana:ser la matriarca protectora de la familia que cocina la comida más rica, que protege a su familia y cuida a su esposo. Entonces a los 24 años llegué a la conclusión que debía hackearme a mi misma.
— ¿Cuándo creaste el Sistema de Información de Emergencia (Sie)?
— Cuando entré la universidad por segunda vez ocurrió el terremoto del 2010 en Chile. Fue uno de los más fuertes de la historia y me marcó porque no podía entender cómo en 2010 todavía no había una tecnología suficiente para poder comunicar a la población afectada por un desastre.Sentía que alguien debía hacer algo y tardé cinco años en entender que ese alguien tenía que ser yo. Aún cuando estaba en la universidad sin encontrarme, descubrí el mundo del emprendimiento y entendí que ni siquiera satisfacía mis necesidades. Me transformé en lo que siempre dije que no iba a hacer, el típico innovador que nadie entiende, pero que puede crear algo como un Sistema de Información de Emergencia (SIE). Antes de salir de la universidad ya tenía un emprendimiento y estaba siendo reconocida. Cuando egresé tenía varios galardones mundiales, con una tecnología de bajo costo, escalable y rentable.
—¿Lograron implementar el SIE?
— Estuvimos a punto de venderlo dos veces a través de una compra directa al Ministerio del Interior de Chile. El SIE, es un sistema dirigido a las autoridades y permite enviar datos codificados con información sobre cualquier evento a smartphones, que los decodifican sin necesidad conectarse a internet o a una red telefónica. Ahora esperamos que pase la pandemia para poder implementarlo en Japón y abrir puertas en Latinoamérica.
—¿Cómo ves el futuro post pandemia?
— Creo que para el futuro tenemos que entender que una pandemia puede volver a repetirse un montón de veces. Tendremos que revisar por qué las cosas de siempre no fueron las adecuadas y debemos cambiar la forma de ver el mundo, porque las personas son quienes hacen el mundo. Creo que volveremos a trabajar con una cierta normalidad, pero siempre pensando que las pandemias y las guerras son las que nos han motivado a innovar y desarrollar mayor tecnología. En todas estas circunstancias se crearon las cosas que usamos el día de hoy.
— ¿Qué le dirías a las niñas y mujeres que quieren trabajar en las ramas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)?
—A mí me dijeron que era imposible este reconocimiento mundial, porque era imposible como mujer. Pero las niñas pueden hacer lo que quieran y no es un tema del género. Detrás de la pantalla da lo mismo si sos hombre o mujer lo que importan son tus habilidades.
La importancia de visibilizar a niñas y mujeres
“Trabajo para visibilizar a otras mujeres y empoderar a las niñas.Considero que es necesario sobre todo cuando en estas ramas el porcentaje de mujeres es tan bajo y sigue bajando. Nosotras siempre hemos estado en el mundo; nos han invisibilizado y nuestro deber es empoderar a niñas y mujeres; demostrar que no somos pocas y que estamos aquí y que pueden contar con nosotras”, asegura Barbarita Lara.