Por Irene Arias
Diciembre, mes de cierres. De encuentros y de festividades. Mes de la alegría de compartir. Un mes de lucecitas de colores, buenas vibras y jazmines en cada esquina. O no. Como en la maternidad, también es un mes plagado de ambivalencias, de mandatos y de costumbres que pueden atentar contra lo que queremos. Un mes donde el deber ser puede pesar más que en otros meses. Donde las emociones están un poquito más a flor de piel.
Las fiestas pueden configurar escenarios complejos para las adulteces. Pero gatillan ciertas complejidades en las mujeres madres. ¿Por qué? Porque las tradiciones y los encuentros enmarcados en las fiestas son muy pesados - más que en otros meses -. Quizá sea porque son al final del año lectivo y eso le suma el cansancio del año recorrido y que sean dos instancias tan cerquita también aumenta las tensiones y las sensaciones de agobio y de barullo interno.
A pesar de esto, creo que podemos bajarle el volumen a ese ruido, podemos accionar ciertas estrategias que pueden descomplejizar un poco este momento del año. Simplificar la rutina y reconectarnos con el disfrute - a nuestro ritmo y en nuestro propio lenguaje -
Para eso te quiero compartir tres ideas que pueden re conectarte con esta época, sin perderte en el camino.
1. Preguntarnos qué tenemos ganas de hacer - hacer acuerdos -
Esta primera clave parece obvia y requete simple. Pero no es una de las preguntas que más se hacen las mujeres madres. No está muy en el radar lo que ellas sienten o necesitan porque eso está puesto al servicio de las necesidades de los otros. No siempre se preguntan ¿Que tengo ganas de hacer? ¿Cómo me gustaría celebrar las fiestas? ¿Dónde o con quién quiero compartir estas fechas?
Estas pueden resultar preguntas super simples, pero pueden ser muy esclarecedoras si las respuestas son honestas. Podemos toparnos con ciertos mandatos que estaban operando desde el silencio y desde ese silencio nos estaban alejando del poder disfrutar un poco más de los eventos planificados. Las creencias de qué se cena en navidad o donde se pasa el 25 pueden estar sosteniendo situaciones que en algún momento fueron disfrutables pero que hoy por hoy ya no lo son. Vivir estos tiempos en sintonía con nuestro deseo puede permitir el disfrute y que re signifiquen estos encuentros.
2. Marcar límites protectores - esta clave ya es un poco más difícil -
Poner responder a la clave #1 con honestidad va a permitir encontrar ciertos desbalanceos en términos de las elecciones que se están tomando y que pueden estar generando el malestar o las tensiones. La posibilidad de poner límites amables con nosotras, van a permitir construir escenarios seguros y cálidos para las necesidades de nuestra versión actual. También permiten contemplar las versiones actuales de aquellos con los que se compartan estas fechas.
Estos nuevos límites pueden contemplar ciertas modificaciones que tengan que ver con los gustos, las creencias actuales y también las de los peques. Esto se puede traducir en repensar ciertas tradiciones con respecto a los regalos de navidad, a los horarios en que se hacen determinadas cosas, en los menús que se elijan, etc.
Estas modificaciones seguramente invitarán a ir repensando las tradiciones y costumbres que aumentan las tensiones entre las tradiciones y las elecciones actuales en términos de crianza. Ser respetuosas con nostras mismas va a permitir construir escenarios donde el disfrute se despliega gracias a la calma que generan las nuevas y actuales reglas del juego.
3. Guiños de amor - esta clave me encanta - y creo que es muy posible de llevar a cabo incluso cuando la #1 y la #2 no se puedan desplegar. Sabemos que son épocas complicadas, que no siempre las tradiciones nos dejan espacio para ser removidas. No siempre son tiempos donde se tenga la fortaleza necesaria para impactar en las estructuras que nos han acompañado durante mucho tiempo.
Por eso, los guiños de amor pueden ser pequeños puertos seguros en la tormenta de las tradiciones. Estos guiños son eso, puertos seguros, salvavidas, son “el pido”. En definitiva son acciones que no descompaginan las tradiciones, pero que les introducen un cambio que conecta con nuestra versión actual.
Les dejo algunos ejemplos: Incorporar al menú una receta que me de mucha alegría o que guste mucho - poder darnos un gusto personal o incorporar una línea de alimentación que es una elección actual. Esto se puede hacer tanto si son invitados en la casa de alguien o si son ustedes los anfitriones.
Generar instancias que nos gusten y nos hagan sentir un poco más cerca de lo que nos gustaría que pase en los encuentros - llevar elementos que sean respetuosos con las infancias, elementos con los que sí puedan jugar y divertirse, puede ser una forma de descomprimir las tensiones de las veladas signadas por los deseos adultos. Tener elementos para que los más pequeños se entretengan puede favorecer el disfrute y el encuentro de todos los participantes.
Hacer ciertas concesiones, por ejemplo, quizá la tradición de los regalos y las 12.00 de la noche es una tradición difícil de modificar. Entonces, se puede conciliar la llevada de un colchón o la gestión de un espacio donde las siestas o las posibilidades de descanso sean una tregua en tan largas jornadas. Una siestita permitida y charlada puede asegurar el disfrute de todos los presentes, tanto adulteces como niñeces.
Les deseo unas fiestas felices, en sintonía con quienes son. Unas celebraciones que respeten sus deseos y que honren sus roles de madres y padres. Haciendo un cambio a la vez nos vamos acercando a construir los escenarios donde sí queremos estar.
Irene Arias
Licenciada en psicología. Diplomada en Psicología Perinatal y Salud Mental Materna.
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