La historia de una afgana imparte clase en un parque aunque no la dejan estudiar

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La historia de una afgana imparte clase en un parque aunque no la dejan estudiar. Foto: EFE

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La educación secundaria femenina sigue vetada por el regimen taliban hasta que en un principio reabran las escuelas en marzo tras el parón invernal.

Sodaba Nazhand fue una de las miles de universitarias afganas que vio cómo las políticas de los talibanes contra la educación femenina paralizaba su formación, un obstáculo que sin embargo alentó el futuro de decenas de niños sin recursos a los que ahora imparte lecciones gratuitas en un parque de Kabul.

"A medida que los recientes cambios políticos y gubernamentales en Afganistán modificaron el escenario de la educación femenina, comencé a ayudar a los niños que se ven privados de ella y a usar mi conocimiento" para enseñarles, explicó a Efe esta joven de 20 años.

Sin nombrar a los talibanes, la joven se refiere a la llegada de los islamistas al poder el pasado 15 de agosto, que supuso la prohibición de la educación femenina secundaria y en las universidades hasta que, según los fundamentalistas, encontraran el modo de compaginar la enseñanza con la sharía o ley islámica.

Algunas universidades del país comenzaron recientemente a impartir clases en aulas segregadas por sexos, mientras que la educación secundaria femenina sigue vetada hasta que en un principio reabran las escuelas en marzo tras el parón invernal.

Pero la llegada de los talibanes también trajo consigo que se congelaran los fondos afganos en el extranjero y el corte de las ayudas directas, lo que agravó una crisis en el país que obligó a muchas familias a sacar a sus hijos de la escuela para mendigar, según alertó recientemente en un informe Save the Children.

La historia de una afgana imparte clase en un parque aunque no la dejan estudiar. Foto: EFE
La historia de una afgana imparte clase en un parque aunque no la dejan estudiar. Foto: EFE

Lecciones al aire libre

Ante esta situación Nazhand no pudo permanecer inmóvil, y decidió convencer a algunos niños que mendigan en la calle para que acudieran a un parque de Kabul a aprender "a leer y escribir", y más tarde se desarrollaran en otros temas como "matemáticas y el Corán".

"Ver niños mendigando o trabajando en las calles, pasando su tiempo más valioso en la calle y crecer sin educación fue muy duro para mí, así que decidí al menos darles educación", explicó.

Nazhand contempla ahora orgullosa cómo una treintena de alumnos, entre los que se encuentran ocho niñas, acuden a diario a sus clases de tres horas, una situación que sin embargo no fue sencilla al principio, cuando por su condición de mujer, degradadas por los fundamentalistas frente a los hombres, no se le permitía salir sola a la calle sin una figura masculina que la acompañase.

"Perdí mi moral y fue difícil después de las estrictas reglas del Emirato Islámico (el Gobierno talibán) hacia las mujeres", dijo la joven, aunque el apoyo de su familia y la perseverancia por enseñar a estos niños se impusieron a las dificultades.

Además, la falta de tiempo de los menores, que en su mayoría no tienen a nadie que los cuide y necesitan trabajar para subsistir, también jugaba en su contra, pero logró que compaginasen ambas tareas, e incluso compró a algunos "herramientas de trabajo", como un equipo de limpia botas, para que pudiesen acudir a "trabajar después de las horas de estudio, y dejasen así de mendigar".

También adquirió material escolar y de papelería, que fue en aumento tras las donaciones de algunos institutos, y poco a poco la gente que pasa por el parque, incluidos los talibanes, se fueron acostumbrando a la presencia de la maestra e incluso la "motivaron".

Un futuro esperanzador

Hasta ahora la iniciativa avanza a buen ritmo, con niños que no cesan de aprender.

"Mi nombre es Bahara, soy de Afganistán y estoy estudiando en esta clase. Quiero ser médico en el futuro y queremos un lugar donde estudiar", se presentó a Efe en inglés esta niña de nueve años, que antes no sabía leer ni escribir y que ahora puede incluso conceder una breve entrevista en un idioma que hace unos meses desconocía.

También Najiba, de seis años, relató cómo "estaba vendiendo bolígrafos" cuando Nazhand le motivó a que acudiera a sus clases, que le han ayudado en el último mes a aprender a contar y a leer.

La maestra subrayó que el problema del acceso a la educación en Afganistán no es solo algo lejano para los niños que mendigan o trabajan, sino que es general, por lo que rogó a la comunidad internacional que apoye al país por el bien de los más pequeños.

"Reclamo ayuda internacional (...) Los afganos, especialmente los niños, atraviesan una pésima situación debido a la crisis humanitaria, la pobreza y sus efectos, que se ven reflejados en la miserable vida de los niños afganos", sentenció.

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