Las presiones también operan aunque sean dichas desde la buena voluntad, los amores y las ganas de ver bien a quiénes se aman. Pesan las acciones que están alineadas con los mandatos de salud y bienestar aunque sean, desde afuera acciones leídas y valoradas cómo positivas y beneficiosas.
¿Te han dicho frases cómo ”Te va a hacer bien volver al trabajo", "separarte un ratito", "es un tiempo para vos"? Seguramente sí.
Volver al trabajo, a la vida pre materna. Volver a las viejas vidas puede ser el salvavidas que se necesita para reconectar con quienes fuimos y quiénes somos hoy.
Pero también puede ser el ancla que nos hunda en un mar de dudas sobre la separación con nuestros bebés, el delegar cuidados y volver a habitar espacios y roles que, hoy, quizá nos sean ajenos.
Ésta ambivalencia puede pasar una vez o puede ser un tironeo que habitemos varias veces al día. Añorando tiempo de adulta soledad y tiempos de piel con piel en un uno a uno que no termine nunca.
Cada mujer, cada bebé, cada díada y cada familia es única. Cada escenario se despliega diferente y por ende, las recetas generales, casi nunca, son las indicadas.
Volver al trabajo es un movimiento que no debe ser responsabilidad única de la mujer madre. Debe ser un movimiento compartido, una decisión consensuada y sostenida por el colectivo familiar. Requiere que la mirada esté puesta en las prioridades y que el trabajo en equipo sean moneda corriente.
Es responsabilidad del ámbito laboral que los trabajos sean lugares mulliditos dónde volver. Dónde éstas mujeres puérperas se sientan bienvenida y contenidas. Que sean cuidadas para que puedan desplegar los cuidados de las generaciones más pequeñas.
Las lógicas de los cuidados deben atender a las necesidades de los peques y también de las adultas y adultos que delegan el cuidado y de aquellos y aquellas que cuidan. Lógicas comprensivas y constante movimiento. Cercanas, flexibles y acolchonaditas.
El ámbito político debe velar por los derechos de quienes maternan y paternan y también velar por las obligaciones de quiénes contratan parentalidades.
Como sociedad nos debemos charlar más de ésto, tomar éste tema cómo algo público, pero siendo cuidadosos con no meternos en la forma íntima y privada de cómo vive la Maternidad quién la habita.
Charlemos de ésto, interrumpamos narrativas que opriman las individualidades. Preguntemos más y habilitemos la palabra. Así estaremos haciendo movimientos ciertos hacia sociedades más empáticas y mulliditas.
Ser psicóloga perinatal me ha abierto muchas puertas, me ha abierto los ojos y ha encauzado mi vida. Esto puede parecer fuerte de leer, pero ha sido así.
Irene Arias
Licenciada en psicología. Diplomada en Psicología Perinatal y Salud Mental Materna.
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