Menstruar en situación de calle, el acceso a productos de higiene femenina es un problema para muchas uruguayas

En Uruguay estos productos están gravados con 22% de IVA y las mujeres ganan un 14,1% menos que los hombres según el informe “Equal Pay Day”, y así no cualquiera puede comprarlos

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Productos de higiene menstrual
Productos de higiene menstrual
Foto: Freepik

Por Eugenia Pérez
Te mirás al espejo y tu vientre está hinchado. Te sentís sensible, las emociones comienzan a descontrolarse. Un antojo, quizá, por un chocolate. Seguís observándote: apareció un granito. Estás rara, sospechás. Vas al baño y lo confirmás: llegó. Algo muchas veces innombrado. Otras, con apodos: Andrés, la regla, el mes. Estás “indispuesta”, “en esos días”. Cientos de palabras se refieren a la menstruación. Agarrás una toallita, un tampón o la copita. Más allá de las molestias, aprendiste a sobrellevarlo. Pero, ¿qué pasaría si no tuvieras acceso a ningún producto?¿O dónde cambiarte?, ¿higienizarte? ¿Si anduvieras todo el día con la bombacha manchada porque no tenés otra?

Esta es la realidad de muchas mujeres en Uruguay. Están en situación de calle, algunas a la intemperie, otras en refugios. A la hora de cuantificar cuántas son, las páginas están en blanco. El censo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) permite filtrar la cantidad de personas en situación de calle según área geográfica, nivel de educación y hasta si buscan trabajo o no. Pero no diferencia según el sexo. Una presentación del MIDES, da cuenta que en 2021 habían 3.907 personas en situación de calle: 2.987 en refugios y 920 en la intemperie. De esa cifra, un 11% son mujeres. Andrea Vallejo, trabajadora social especializada en sexualidad, afirma que “a las gurisas no las encontrás en la calle porque están en los puteros”.

Vallejo creó el proyecto Menstruar en calle, que se enfoca en facilitar el acceso de artículos de higiene menstrual a quienes están en situación de calle. Salen de manera espontánea, todas las semanas y le dan toallitas a las chicas que encuentran.

“Empezamos saliendo los sábados de tarde, pero no resultaba. Aprendimos que no era el mejor día, ni la mejor hora. No estaban en las zonas del Centro donde salimos a repartir. Estaban más ocultas. Hasta que llegaran las ollas o que abriera el refugio, no aparecían. También muchas estaban despertándose del viernes, digamos”, dice.

Al usar un mecanismo tan espontáneo, no llevan un conteo de las mujeres a las que ayudan. “A veces son dos o tres, o a veces viene un grupo de 15”, comenta. Al entregar los artículos de higiene, se manejan con un “mapeo” de a dónde ir. Comienzan con la primera mujer que encuentran, quien les indica dónde hay otras. Y así recorren toda la zona, de mujer a mujer.

Falso refugio

¿De dónde sacan los artículos de higiene quienes están en situación de calle? Algunas los compran con el dinero que obtienen con la Tarjeta Uruguay Social (TUS). Otras, los solicitan en refugios u hospitales. Pilar Pereyra, estudiante de Educación Social, hizo un voluntariado en un refugio del Mides en Maldonado, que abre desde las ocho de la noche hasta las seis de la mañana, hora en la que las personas tienen que irse. Por ende, pasan todo el día en la calle. “Había mujeres que llegaban menstruadas y pedían toallitas en administración, porque una de las condiciones para entrar al refugio es estar higienizado”, comenta Pilar.

“El problema es que los trabajadores no les hablaban con tacto ni amabilidad. No ven a estas personas como alguien más allá de un pobre. Muchas mujeres tenían otras patologías y ni siquiera se daban cuenta de que estaban manchadas o sucias, pero eso no evitaba que los funcionarios les hablaran mal”.

¿Cómo viven la menstruación? “Cuando estás en situación de calle no te importa la menstruación, no te importa mancharte, te importa levantar algunos pesos para comer. Es más importante tener la panza llena que una mancha de sangre en el pantalón”, advierte.

Muchas veces los refugios no son espacios amigables para las mujeres. Vallejo trabajó años en un centro de adicciones y asegura que pasa lo mismo que en los refugios. “Ahí viene esta pastosa”, “ahí viene esta sucia”, “la que le gusta que la golpee el marido”, son algunas frases que ya escuchó allí. Andrea se pregunta quién volvería a un lugar así. Esa deshumanización y maltrato es una realidad que lleva a imponerse por encima de que les den toallitas gratis.

En junio de 2020, la diputada colorada María Eugenia Roselló presentó junto a Felipe Schipani, Martín Melazzi, Walter Cervini y Juan Moreno un proyecto de ley que buscaba la creación de una canasta de higiene menstrual (recuadro). El 5 de noviembre de 2020, cuando se presentó frente a la Comisión especial de Población y Desarrollo, fue la última vez que se mencionó el asunto en el Parlamento.

menstruar, toalla femenina
Productos de higiene menstrual
Foto: Archivo

Realidades escondidas

Al momento de higienizarse en la calle, las mujeres que se están conscientes como para querer asearse, se meten dentro de un contenedor o sientan en el cordón de la vereda, refugiadas por un par de cartones. Hacen sus necesidades y, cuando están menstruando, se cambian lo que sea que estén usando. Las que tuvieron suerte y consiguieron toallitas, las emplean, pero si no, usan un cartón. También suelen emplear trapos, ropas viejas, diarios o sus mismos buzos.

Con una botella recortada recogen agua de alguna fuente y la utilizan para mejorar su aseo. Otras se meten en los baños de Ancap, del hospital Pereira Rossell o en los de los shoppings siempre y cuando los guardias de seguridad no las vean.

En la calle San José, comenta Andrea Vallejo, una chica le dijo que no tenía a dónde ir porque era una calle muy urbana, muy transitada. En la esquina hay un bar, pero no la dejan entrar. Su única solución es esperar a que sea de noche y hacer sus necesidades alrededor del contenedor. Sin embargo, esto no es lo peor. Muchas viven la menstruación como una tortura. Entre los dolores que sufren sin tomar analgésicos, el frío al que están expuestas y las manchas en la ropa, esa semana la pasan horrible.

Otro problema que les genera menstruar es que les complica el acceso al dinero. Es imposible ignorar que la prostitución les brinda una solución rápida. “Esos cinco días que menstrúan son cinco días que no pueden prostituirse. Y, por cada noche que no lo hacen, significa un día en el que no comen”, afirma Vallejo.

“La única solución que le encuentran es ponerse esponjas. Las mismas que usamos para bañarnos, se las colocan en la vagina para que absorban la menstruación y así el hombre no se de cuenta de que están menstruando. Y así se agarran infecciones, claro. Pero es eso o no comer”.

Privilegios

Esta realidad contrasta con la de activistas menstruales que romantizan el período. Con consignas que se enfocan en vivir el ciclo de la mejor manera y ver el lado bueno, ignoran la realidad de mujeres que no accedern a ese privilegio. Porque, en un país como Uruguay en el que los productos de higiene menstrual están gravados con 22% de IVA y las mujeres ganan un 14,1% menos que los hombres según el informe “Equal Pay Day” realizado por CPA Ferrere en 2023, no cualquiera puede comprarlos.

Según lo recomendado por los médicos, una mujer tendría que usar entre 4 y 5 toallitas femeninas por día durante su período. Si el ciclo le dura 5 días, tendría que comprar por lo menos un paquete de 24 que, en oferta puede conseguirse a $160. Este dinero significa un gasto extra únicamente para mujeres que, sin tener en cuenta otros que puedan generarse para cubrir necesidades menstruales, sería de mínimo $ 1.920 por año.

Una de las mayores críticas que recibe el proyecto Menstruar en calle es que contaminan el medioambiente al facilitar el acceso de toallitas. La copita menstrual, que dura 10 años, es propuesta para estas mujeres. “¿Realmente piensan que eso es viable para las gurisas que están en la calle?”, pregunta Vallejo. “No les interesa la copita, no tienen preocupaciones medioambientales. Están enfocadas en sobrevivir día a día. Esas opiniones provienen de un punto de vista de la clase media alta. Si no les damos toallitas, se van a poner cartones, trapos o buzos que tengan”.

Andrea agarra su mochila y muestra el bolsillo exterior: hay varias toallitas. Nunca sale de su casa sin tener alguna, porque las mujeres ya la reconocen y se acercan a ella. En el fondo, utiliza este proyecto para algo más que darles productos de higiene. “Estos son una excusa”, dice porque su verdadero objetivo es generar un vínculo con aquellas mujeres que no tienen a nadie.

un proyecto de ley trunco y la ayuda voluntaria

El proyecto de ley presentado plantea dos artículos. El primero menciona la creación de la canasta higiénica menstrual, a cargo del Mides, destinada a todas las personas menstruantes beneficiarias de la Tarjeta Uruguay Social. El segundo, explica que consiste en una partida de dinero que solo permite adquirir productos de higiene menstrual. Además, el Poder Ejecutivo fijaría el monto de la prestación con la garantía de que sea suficiente para cubrir esas necesidades.

Previo a este proyecto de ley, la diputada frenteamplista Cristina Lustemberg propuso reducir 50% del IVA a productos de higiene menstrual. Más allá de estas propuestas que no avanzaron, no se ha planteó nada al respecto en los últimos años.

Cómo ayudar. Menstruar en calle trabaja con donación de productos.
Para sumar aportes:
* 099 954 767 o vía
* Instagram a la cuenta @menstruar_en_calle_montevideo.

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