Imaginate una mañana,encontrando algo raro en tumama mientras te bañás. Imaginá que te da vergüenza contarlo, que no querés exagerar. O que preferís callarte para no preocupar a tus papás, a tu esposo, o a tus hijos. Meses después sigue ahí, y entonces vas con tu ginecólogo, que te dice que hay que estudiarlo.
Imaginate guardando todo eso. Porque no querés asustar a nadie más (o a vos misma?) Imaginate, con la boca seca, releyendo la palabra carcinoma en el resultado de la biopsia. Y dando esa noticia a tus seres queridos.
Imaginate llevando mil papeles de acá para allá. Buscando autorizaciones. Perdiendo tiempo. Juntando dinero. Tal vez hasta tendrás que recurrir a un juez. Imaginá… tu quimioterapia. Tus cirugías. Tu radioterapia. Conociendo nuevas amigas. Y despidiéndolas. Tu almohada llena de pelos.
Ahora imaginá que todo va bien, y el tratamiento está funcionando. Pensate debatiéndote entre agradecer, o enojarte por tu cuerpo irreconocible: te ves la cara redonda, la piel horrible, no te animás a salir sin peluca. Tu brazo derecho está tan hinchado...
Imaginate mirando tus nuevas mamas. Que son, pero no son. Sin sensibilidad, y sin areolas. Estás tan cansada de todo que preferiste dejarlas así, sin tatuar. Pero te ponés ropa y alivia un poco verlas ahí.
Imaginá que lo superás. Que pasan los años y no vuelve. Imaginá que tu hija ahora tiene la edad que tenías vos cuando apareció. Y te cuenta que encontró algo raro en su mama...
= Investigación= Diagnóstico precoz= Políticas de acceso oportuno a tratamientos de calidad.
Hablemos en este mes de un cáncer que está todo el año, en todo el mundo. Armemos lazos de distintos tonos de rosa, porque ninguna historia se repite. Destinemos lo que podamos. Dinero, tiempo, una mano... Si empezás a mirar más tus mamas, ya es un montón.
Que el cáncer de mama esté presente, porque si le damos la espalda... va a estar igual.