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Con mi primer sueldo del Jornal da Semana me compré una cartera y un par de zapatos. Tenía 14 años y era la encargada de revelar las chapas que iban a la imprenta del semanario que se editaba en Livramento, la ciudad hermana a Rivera. La tarea estaba reservada a hombres, pero era obvio que una mujerpodía hacerla.

A los 19, lejos de mis pagos, pisé por primera vez un diario capitalino. Había mujeres secretarias, vendedoras, telefonistas, diseñadoras, tipeadoras, correctoras y también periodistas. No había jefas ni editoras. Cambié de diario y en el nuevo trabajo el panorama me resultó un poco más alentador.

Diseño (a propósito, la página de hoy es obra de Raquel Rodríguez, sub jefa de la sección) estaba bajo la batuta de una mujer y cuando pasé a la redacción, tuve mi primera editora: Margarita Michelini (Cosas de la Vida). De ella recuerdo muchas enseñanzas, pero una extra laboral que me sirvió bastante.

Cada vez que sus hijos la llamaban por teléfono ella decía: “Tengo que atender, soy una telemadre”. También fui una telemadre, pero con menos culpa gracias a Margui. Pasados los años, hoy levantar la mirada me alegra.

En tiempos libres de COVID, mi “compañera de banco” es Marcela Dobal, la editora de El Empresario. Mariana Malek y Emilia Triay, las periodistas que hacen Eme cada día, me rodean. Si cierro los ojos e imagino un día “normal”, Déborah Friedmann coordina la redacción, Lucía Baldomir timonea Digital, Florencia Traibel lidera multimedia, Paula Barquet es la principal en Nacional y María Orfila de Vivir.

En todas las secciones hay periodistas y las noticias son auspiciosas para nosotras; por ejemplo, El País rubricó las WEPs.No estamos solas. Más allá de la redacción hay mujeres en cargos gerenciales, como Laura López (Proyectos) o Ana Laura Pérez (Producto Digital). Hoy mismo, Paula Brugnini, la Gerenta de Ventas, dará a luz a Paz y Agustina.

Si conversamos sobre cuál será nuestra próxima conquista, las respuestas son tan distintas como nosotras mismas, pero todas miramos al futuro con esperanza.