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El termino "eco ansiedad" define el "miedo crónico de sufrir un cataclismo ambiental que ocurre al observar el impacto, aparentemente irrevocable, de las mudanzas climáticas".
La inquietud frente al cambio climático y el calentamiento global ya tiene un nombre: eco ansiedad.
La expresión fue acuñada en 2017 por la American Psychology Association (APA) y consiste en "el miedo crónico de sufrir un cataclismo ambiental que ocurre al observar el impacto de los cambios climáticos, lo que genera una preocupación asociada a su futuro y al de las próximas generaciones”. Ya existe el sufrimiento vinculado a desastres naturales que, tiene el nombre de solastalgia.
De acuerdo con Mariana Pelizer, doctora en Psicología Clínica por la PUC-SP, la eco ansiedad agobia a las personas más sensibles a las cuestiones ecológicas, que no logran desarrollar una nueva forma de vivir (cambiando su alimentación y consumo, por ejemplo) o que sienten ese proceso como apocalíptico. “En ese caso, se presenta un miedo crónico al futuro”, señala.
La carioca Eveline Baptistella, vive y trabaja por el medio ambiente. "Investigo las relaciones entre animales y seres humanos. Mis estudios están concentrados en la región del Pantanal” comenta. En 2020, durante las quemadas que devastaron la región, ella experimentó una angustia aguda: “terminé involucrándome para intentar minimizar el desastre que resultó en la pérdida de 30% del bioma. Pasé por un sufrimiento psíquico”, lamentó.
Lidiar, en el día a día, con la extinción de algunas especies y el sufrimiento de otras también la pone en un estado permanente de luto. "Entro en contacto con el dolor de los animales todos los días. Pero sigo, por saber de la urgencia y por que no puedo quedarme sin hacer nada frente a eso", explicó.
La investigadora y profesora no está sola; después de lo peor de la pandemia, volvió a dar palestras para niños y jóvenes sobre consciencia ecológica y pudo observar una sensación recurrente: el miedo de una catástrofe ambiental viene creciendo a ojos vistos. "La propia crisis sanitaria es derivada de esa cuestión. El sentimiento que predomina entre la juventud es la desesperanza”.
“La emergencia climática es una realidad y la ansiedad, por lo general, tiene que ver con la falta de control de lo que está para ocurrir. Pero, individualmente, podemos hacer elecciones cotidianas que impactan en lo colectivo. Cambios locales impactan en las transformaciones globales. Una de las formas de lidiar con ese sufrimiento es involucrarse en movimientos ligados con el cuidado del planeta”, sugiere.
Mariana también enumera algunos síntomas típicos: “además del temor de vivir grandes desastres, clásicos de las crisis de ansiedad pueden hacerse presentes, como el insomnio, la falta de aire y las palpitaciones. Es importante buscar una ayuda especializada”, resalta.
Hace 20 años trabajando con el tema, la psicóloga ambiental Renata Carvalho Koldewijn sintió estos efectos en su boda. La ceremonia fue en Brumadinho (Minas Gerais - Brasil) y, en la misma fecha, una barraje se rompió en Nueva Lima, próximo al local. “No conseguí prestar atención en nada", recuerda. "Quien no percibe la gravedad de la situación está alienado", comenta.
Ya la abogada y eco feminista Vanessa Lemgruber, admite sentir con frecuencia “cierto desespero”. “Por pensar que no va a surgir una solución para el planeta. Y , si surgir, no será para todos”, explica. Pero también cree en la capacidad humana de gerenciar crisis. "Acepto las contradicciones de la vida e intento transformar la ansiedad en acción" dice.
Exactamente eso hizo Amanda Costa, de San Pablo Licenciada en Relaciones Internacionales, joven embajadora de la ONU y directora de la "Perifa Sustentable", ve la eco ansiedad como una realidad. "Ya me sentí mal, mi generación no quiere tener hijos por eso" afirma. "Crear nuevas narrativas es mi misión" resume.